Por Adrian Montfort @UNTALMONTFORT
Decir que Londres es una de las capitales gastronómicas del mundo resulta un comentario común, casi cliché. Pocas cosas nuevas podría aportar yo a esta conversación y sin embargo no termino de sorprenderme una y otra vez por la silenciosa pero contundente revolución gastronómica que lleva rato sucediendo en aquella icónica capital Británica.
Recientemente tuve la oportunidad de pasar un par de semanas por esos rumbos y me di a la tarea de atacar cuanto restaurant, gastropub, sala de té y tabernas como mi cuerpo (y mi cartera) permitieran. En las próximas semanas espero poder compartir con ustedes algunas de las experiencias que pude vivir, acompañado de un Londres soleado.
Entonces, desde el día que aterrice y armado de una serie de recomendaciones emprendí camino hacia Wright Brothers Oyster House. Para los que se ubiquen en la ciudad, este restaurante se encuentra en Kingly Street, un barrio de SOHO cercano a Oxford Street (las niñas que se hayan ido de compras en Londres entenderán a la perfección esta referencia).
El lugar es cómodo, y se ha hecho una fama entre los locales por tener una de las cartas de ostras más variada de Londres. La decoración es rústica en la sala principal, con una bodega subterránea en donde se han acomodado largas mesas con vista a la barra de ostras. Como música de fondo se puede escuchar una mezcla variada de Neil Diamond, Johnny Cash, Willie Nelson y demás odas retro. La carta resume perfectamente el concepto: del mar a la mesa y todo lo que caiga en medio. Su oferta de ostras y mariscos es amplia y cambia dependiendo la temporada. Como muchos restauranteros del Reino Unido, se da preferencia a productos sustentables producidos por granjas locales.
De entrada pedí 3 ostras Dorset Rocks (suroeste de Inglaterra) acompañadas de una IPA de The Kernel (una de las micro cerveceras más celebradas de Londres www.thekernelbrewery.com). Las otras eran de un muy buen tamaño y venían acompañadas de un alioli con especias y limón. Sobra decir que las conchas eran indiscutiblemente frescas, con ese pronunciado sabor a mar. Perfectamente comimos una al natural, una con limón y sal y la tercera acompañada del alioli; las tres estuvieron en su punto.
La relevación, sin embargo, fue el plato fuerte. Una orgia de mejillones mariniere al vino blanco y una mantequilla de chalote. Como toda piece de resistance Británica venia acompañada de papas a la francesa. Aunque la receta es bien conocida, la ejecución fue perfecta. La porción era enorme (fácilmente para dos personas) y los mejillones estaban preparados a la perfección, con una sencilla salsa de mantequilla resaltando el sabor natural del producto. Las papas fueron una gran elección para dar un contraste untuoso a la textura del producto principal.
La carta de postres era sencilla pero representativa de la gastronomía Británica: variedades de pudines, tartas y platos de quesos. Opté por una tarta de durazno y frambuesa, acompañado de helado de avellana. El postre era simple pero muy bien presentado y era justo lo que se requería después de una comida pesada. Sin empalagar pero sin quedar a deber, como debe de ser.
Del lugar no tenemos sino cosas buenas que decir. Ciertamente no todos en el mundo son fanáticos de las conchas y los mariscos, por lo que el lugar ofrece también opciones más amables como cola de langosta al ajo, cortes de carne añejados, entre otros platos.
Altamente recomendable si algún día se encuentran por el rumbo. Las recomendaciones del día son la opción.
Wright Brothers Soho Oyster House
13 Kingly St, Londres, W1B
www.thewrightbrothers.co.uk
@wrightbrosLDN
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