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Nueva York: ¿Quién puede decir que pierde?

por Carlos Dragonné

Por: Carlos Dragonné

«Ya párale a tus viajes…», «Ahora sí te estás dando mucho viajecito, ¿no?», «¿No le pierdes con tanta vacación?»… Éstas y otras frases me soltaron hace unas semanas algunas personas justo a mi regreso de Nueva York en donde pasé 9 días espectaculares entre restaurantes, food carts, obras de teatro y la vibra de una ciudad que tiene tantas caras que apenas llegas a reconocer alguna cuando pasas tan poco tiempo en ella. Y tengo que admitir que hubo un momento en el que me pregunté: «¿No le pierdo?». Y no, la verdad es que no le pierdo nada. Esa es una de las cosas que aprendí con este viaje a Nueva York y con haber vivido al máximo cada uno de los días en una ciudad que tenía años queriendo visitar y que, por situaciones buenas y malas, siempre había ido postergando. Así que me quedé pensando… ¿Qué puedo compartir con ustedes de cuando descubrí que no, efectivamente, no le pierdo viajando a Nueva York? Pues bien… aquí los motivos del por qué no sólo yo no le pierdo, sino ustedes tampoco deberían perderle. sd-ny-view

  1. Porque un viaje no debe dejarte bruja. ¿Cómo? Es fácil. Yo sé que algunos de ustedes han llegado a tener experiencias no tan gratas con Aeroméxico, pero la verdad es que yo, como viajero, jamás he tenido un sólo problema con esta aerolínea. De hecho, el 90% de mis viajes los hago con ellos, porque el 10% restante son viajes de trabajo que luego ni siquiera tengo la opción de decidir cómo llego al destino. Y una de las cosas que mejor me va con ellos es que, si busco con tiempo suficiente de anticipación mi viaje, resulta que me encuentro ofertas espectaculares para volar a cualquiera de sus destinos. Obvio, si ustedes se ponen a cotizar un vuelo en Thanksgiving, pues les va a salir bastante más caro que si lo cotizan dos semanas antes, entonces hay que saber planear bien el asunto y viajar en los días en los que no les va a dar un sablazo a la tarjeta de crédito. Además, si tienen Club Premier, se pueden ayudar bastante, incluso para hacer un upgrade que los lleve ligeritos y relajados en un asiento mucho más cómodo. ¿Qué quiero decir con esto? Que si no tienen CP, no se qué están esperando. Y ojo: comprar un boleto de avión no nos hace dueños de la aerolínea, ni nos da derecho a mover sus reglas a nuestro entendimiento y conveniencia. Muchas veces me han tocado viajeros que aplican la absurda de «¿Para qué les estoy pagando?» cuando llegan con 40 minutos de anticipación a su vuelo y no terminan de entender que como viajeros tenemos que cumplir también una serie de obligaciones con la aerolínea, así que, usemos el sentido común, la responsabilidad y entre ambas partes podemos disfrutar el vuelo. Segundo tip rápido para no quedarte con los bolsillos vacíos: hagan un presupuesto.yo-top-of-the-rockelsie-top-of-the-rockmet1
  1. Porque un viaje es descubrir o redescubrir un destino. No importa cuántas veces viajen a un destino, siempre habrá cosas que disfrutar como si fueran la primera vez. Y una ciudad como Nueva York tiene la belleza de llevarnos a sus rincones para encontrar gente, vibra, comida y experiencias que no habíamos encontrado aunque hubiéramos caminado antes por ahí. ¿Recuerdan cuando les dije que visitar esta ciudad al menos una vez debería ser considerado un derecho humano? Bueno, pues en parte es porque caminar en Manhattan o Brooklyn ofrece momentos únicos, como llegar a un restaurante italiano en donde a media cena un comensal se acerca a tu mesa y te comienza a cantar ópera por el simple gusto de compartir contigo esa noche. Caminar por Washington Square Park y descubrir a niños y adultos en la inocencia del disfrute de una de las fuentes más clásicas de la ciudad para calmar el intenso calor de una tarde de verano te puede enseñar que la felicidad se encuentra en las más pequeñas cosas. O simplemente sentarte a disfrutar de la vista del East River mientras parejas caminan por el Brooklyn Heights Promenade evocar la infinidad de escenas románticas filmadas ahí y que han alimentado las ilusiones de los amantes del chic-flick te cambian la forma de ver una ciudad que muchos asocian con el lujo y el poderío económico. Hay que salir, caminar, disfrutar, embelesarse con la comida oculta en pequeños lugares que se escapan de las guías turísticas tradicionales, escuchar lo que la gente cuenta sobre los rincones como Williamsburg o Park Slope. Si lo hacen cada vez que van, descubrirán una nueva Gran Manzana en todos sus viajes. Quizá por eso cuentan que cada vez se hace más difícil el camino de regreso al aeropuerto.ny-central-parkp1020789trompetista-bn-sd
  1. Porque hay también lugares a los que siempre vuelves. ¿Se imaginan ir a Nueva York sin pasar una y otra vez por el MET? ¿O vislumbran un fin de semana en Manhattan sin sentarse a apreciar la suerte de sentarse a disfrutar la tarde en Central Park? Yo tampoco. Y es que también la ciudad en nuestra mente se ha construido a partir de lugares comunes que nos enamoran y nos tocan la fibra viajera. Sí… los viajeros también tenemos nuestro rincón cliché y nos gusta caminar por el puente de Brooklyn, o disfrutar la grandeza del Museo de Historia Natural. Nadie puede negar el encanto que tiene pararse al centro de Times Square y sentirse único entre tanta gente que nos rodea, mientras nos hipnotizan las luces de las gigantescas pantallas que iluminan ese punto neurálgico de la metrópoli. No importa si no entras a ninguna tienda o si, mejor aún, entras a todas y no compras nada… la realidad es que disfrutar ese cruce de Broadway y la 7ma Avenida tiene la fuerza de hacernos querer volver cada noche. Eso también es Nueva York, una ciudad que tenemos en la mente con diferentes rincones y que cada quien disfruta uno u otro de manera específica y personalísima.banca-central-parkburbujas-en-lafayettegrand-central-barrido
  1. Porque viajar te llena de historias prestadas que haces propias. Nada mejor que tomar una cámara fotográfica y disfrutar lo que uno se encuentra en las calles y los lugares de Nueva York. Y no, no estoy hablando de la arquitectura que todos fotografiamos como la Liberty Tower o el Empire State -que les confieso que no pisé en este viaje-, sino de las caras y gente que encontramos. Tampoco quiero que se conviertan en Brandon Stanton de Humans of New York -aunque quién sabe…- pero siempre hay historias que pueden escuchar o, mejor aún, imaginar cuando capturan una imagen y regresan a casa con los recuerdos que verdaderamente importan: los recuerdos humanos y personales. Nueva York se presta para ello como casi ninguna otra ciudad de todas las que he tenido la suerte de visitar. A veces, también, la mejor cámara es la memoria. En este viaje, mientras hacíamos un tour increíble por Brookyln Navy Yard, he de serles honestos y contar que, a pesar de que la gente de Turnstile Tours son extraordinarios, hubo un momento en que perdí la atención del guía y me quedé platicando con el chofer del camión que nos traía por todo el complejo, escuchando sus anécdotas buenas y malas en los años que lleva trabajando ahí, recorriendo sus memorias de la gran inundación de hace dos años o de cómo se veía la tragedia del 9/11 desde sus ojos y sus recuerdos. Ese fue uno de esos momentos en los que todo parece detenerse y recuerda que los viajeros sólo somos viajeros si nos conectamos con la gente que nos encontramos en el camino.sd-central-stationsd-st-patrick-grabadosd-fuente-washington-squaresd-perro-washington-square

Así que no. La respuesta a todos los comentarios que me hicieron fue la misma: No. No le voy a parar a mis viajes, porque es una verdad inquebrantable que los viajes alimentan la memoria y te enseñan las lecciones más importantes que puedes aprender, saliéndote de tu zona de confort, entrando en la vida de quienes te regalan un minuto o unas horas, de quienes te miran y sonríen y se dan unos minutos para abrir la boca y contarte un pequeño trozo de su memoria.trompetista-metst-patrick-velassd-washington-square

No. No me estoy «dando mucho viajecito». Porque nunca será suficiente de andar los kilómetros y las calles, las carreteras y los aires para entender que somos todos parte del mismo mundo y que las historias están todas ahí, esperando a ser vividas. Hay quienes las cuentan y hay quienes las escuchan. Así hemos sido desde el principio de los tiempos. Una misma tribu reunida alrededor del fuego escuchando lo que otros, con su propia visión, han experimentado. Somos la tribu que se alimenta de sueños, los propios, los prestados y los colectivos, y nunca será suficiente cantidad de sueños para seguir creyendo que hay algo que nos une, sin importar de dónde venimos o a dónde vamos. Y miren que en una ciudad tan cosmopolita, no hay pierde cuando les digo que nunca sabemos la historia que nos espera a la vuelta de la esquina.sd-statue-of-libertysd-barrido-times-squaresd-perro-brooklynsd-quesos-lafayette-2sd-lafayette

No. No le pierdo. Porque viajar es ganar. Subirse a un avión y recorrer kilómetros para llegar a cualquier destino es crecer, es aprender y es seguir soñando. No le pierdo porque Nueva York, la ciudad de este viaje en particular es, como muchas otras y, al mismo tiempo, como ninguna, una ecuación en la que siempre se gana. Ganas cuando ves el atardecer iluminar con las sombras largas los rincones de Central Park y cuando en medio del tumulto de Broadway en un sábado por la noche, entiendes que la gente a tu alrededor también está construyendo sus recuerdos y, en una pequeña proporción, te has convertido en parte de ellos. Ganas cuando observas a la llegada la metrópoli desde el aire y entiendes por qué dicen que tiene vida propia. Y ganas cuando te vas… sí, porque no hay mejor victoria que la ilusión de saber que tienes que volver. Y… ¿quién puede decir que ha perdido si se tiene un sueño que cumplir?

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