Por: Carlos Dragonné
Tenía más de 15 años de no visitar San Cristobal de las Casas. La última vez que fui anduve por sus calles y rincones un poco desconcertado y desconectado de mi alrededor inmediato pero intentando captar toda la esencia que aquel lugar me ofrecía mientras imaginaba y hacía anotaciones en una libreta para lo que, tiempo después, se convertiría en mi primer libro. Hoy, con ese libro ya en el pasado y 15 años más de historias, volví a los Altos de Chiapas a redescubrir un lugar que no sólo sigue siendo mágico, sino que tiene más que ofrecer de lo que hubiera imaginado.
El motivo de mi viaje: la apertura del Hotel b¨o y su Restaurante Lum, que lleva la firma de Ricardo Muñoz Zurita en el menú. He de serles perfectamente honesto; la primera vez que escuché del proyecto del Hotel, de voz de Carlos Gutiérrez, empresario chiapaneco que se aventuró a crear este lugar, no le di el crédito suficiente debido a mis predisposiciones del mercado turístico de este destino del sureste mexicano. En mi mente, la frase que predefinió lo que estaban haciendo fue: “San Cristobal no está listo para un hotel de esas características”.
Afortundamente, me equivoqué. Y mi error fue en dos vías. Primero, San Cristobal ha dejado de ser un destino de temporadas. Las calles siempre están llenas de turistas nacionales y extranjeros que vienen a esta ciudad y recorren sus andadores sorprendidos por la enorme oferta de servicios turísticos que existen, desde restaurantes y bares, hasta galerías de arte, boutiqes y los infaltables lugares donde tener acceso a la artesanía de esta zona del país. Uno puede perder las horas no sólo observando sus iglesias y lugares históricos, sino entre mesas de café o espectáculos callejeros que pintan las calles con ese sentir cosmopolita liberal. La segunda parte de mi error la descubrí cuando crucé las puertas y descubrí lo que habían logrado en esta propiedad. Aliados con los extraordinarios arquitectos y diseñadores de Muro Rojo, la atmósfera del lugar te atrapa desde el primer momento con su inteligencia y elegancia en la decoración de un lugar que se perfila para ser un pequeño oasis del turismo en este destino chiapaneco.
Platicando con sus creadores, descubrimos además el que, quizá, sea el elemento más importante y que más me atrapó del lugar. Muro Rojo y los dueños del hotel han creado un ciclo de derrama económica y apoyo a los productores locales que muchos hoteles y desarrollos turísticos deberían comenzar a replicar en sus proyectos. A través de una búsqueda de los mejores recursos artesanales, Germán Velasco contactó con productores de artesanías textiles tradicionales para, a través de sus productos, complementar la decoración no sólo de las habitaciones, sino de todo el lugar, incluyendo el Restaurante Lum. Además, éste último utiliza ingredientes de productores locales para crear los platillos de una carta firmada por el gran Ricardo Muñoz Zurita y que, si bien tiene varios de los platillos estrella del Chef, como Buñuelos de Pato con Mole Negro, o el ya estelar Pescado Tikin Xik que se unen a nuevos platos como la Sopa de Pan para darle un toque chiapaneco al menú.
Las habitaciones del lugar tienen, por supuesto, ese toque de diseño inteligente y sutil que nos recuerda no sólo el lujo del lugar, sino el origen de la idea. Colores y formas que se complementan de manera correcta crean una habitación que puede disfrutarse con la iluminación natural del lugar o íntimamente con sólo cerrar las puertas que dividen el baño. Sin embargo, aquí es donde encontramos la falla más importante del lugar, pues no sólo hay una carencia de ammenities que no es justificable en un hotel de ésta categoría y con ésta ambición; también confirmamos que en los Altos de Chiapas el frío no perdona al diseño y extrañamos un poco la posibilidad de tener un ambiente controlado dentro de las habitaciones, aunque nos aseguran que en breve estarán instalados y como ya tenemos planes de repetir la visita pasando el verano, les contaremos.
Volviendo al lugar, es imperdible pasar un buen rato sentado en los jardines del Hotel b¨o, disfrutando no sólo la naturaleza y el clima de San Cristobal –famosa por llenarse de gente de Tuxtla Gutiérrez porque el clima es drásticamente distinto a tan solo 40 minutos de distancia–, sino los colores y texturas que, en armonía con el ambiente mismo, se logró para la decoración y el paisajismo del lugar.
Cuesta trabajo salir del Hotel a recorrer las calles de San Cristobal, pues Germán Velasco, Jorge Medina y Elizabeth Gomez, los genios detrás de Muro Rojo, han creado un espacio que lo recibe con los brazos abiertos, presumiendo orgulloso su origen mexicano y la esencia chiapaneca, donde se le hace un homenaje no sólo al diseño y la elegancia, sino a la inteligencia creativa y la naturaleza de la zona. Fernando y Carlos Gutiérrez han dado en el clavo creando un lugar que respira, vive y transpira Chiapas en medio de una elegancia que no le pide nada a ningún hotel boutique que hayamos conocido. Creando una verdadera cadena productiva que piensa en el productor local, en los artesanos y que respeta el lugar de las tradiciones de la zona, Hotel b¨o, sin duda, convertirá a San Cristobal en un destino absolutamente imperdible para los verdaderos amantes del confort, el estilo de vida y la gastronomía mexicana.
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