Por: Carlos Dragonné (@carlosdragonne)
Crucé la ciudad en un Uber -el Las Vegas Monorail no está operando ahora debido a la pandemia, aunque abrirá pronto- y llegué a un hotel fuera del Strip en el que nunca había tenido oportunidad de quedarme. El Westgate Las Vegas Resort and Casino ha sido parte de la ciudad desde 1969 y tiene, por mucho una serie de leyendas que generan su identidad frente a todo lo que sucede en una industria que parece que siempre quiere ir hacia adelante, olvidando a veces lo que está dejando atrás.
Las Vegas es un destino que tiene que ir evolucionando cada cierto tiempo y que ha sabido adaptarse para seguir moviéndose en cada momento de cambio. “Primero fuimos la ciudad del juego. Después llegaron los shows. Luego empezaron los restaurantes. En breve tendremos que volver a enfrentar algo y volver a aprender”, me dijo en 2017 Larry Close, una leyenda del mundo de la restauración y, en aquel momento, Gerente General de The Palm. Nadie podía imaginar qué tan acertado comentario. Pero a veces los cambios sirven para mirar hacia atrás y entender no sólo lo que somos, sino cómo llegamos a serlo.
Me tocó la despedida del Riviera en 2015 y, por mucho tiempo, he temido que cierren algunos de los clásicos. El Westgate fue adquirido por David Siegel en 2014 y aunque tuvo todas las recomendaciones para demolerlo -como lo hacen cada vez que algo se añeja en Las Vegas-, Siegel se negó por un asunto emocional. “Este es el hotel en el que me quedé de niño y me enamoré de la ciudad”, me cuentan que les dijo a los empleados cuando lo adquirió y, según otras fuentes, se negaba a recortar miles de empleos. “David llegó y decidió guardar la historia de un hotel que era más que cuartos y casino. Es un ícono”.
1969. La música en el mundo era distinta y sufría de una ausencia que ya se había alargado por 8 años. Elvis Presley no se había presentado en vivo y se había dedicado a simples grabaciones que ya no alcanzaban los éxitos a los que nos tenía acostumbrados. Y entonces sucedió: un arreglo en el International Hotel y un contrato para presentarse en Las Vegas. El International Theater había sido inaugurado meses antes por Barbra Streisand y ahora estaba a punto de cambiar no sólo la historia del hotel, sino la forma en que pensamos en los espectáculos de Las Vegas.
Lo que era un contrato por 4 semanas se convirtió en uno de los calendarios legendarios de la ciudad del pecado. “Hoy estamos acostumbrados a las residencias de artistas. Pero los conciertos son espaciados, uno diario cuando mucho. Elvis se presentaba dos veces por noche. Dependiendo de a quién le preguntes, son más de 850 conciertos completamente llenos”. Pero hay algo más en la historia de esos conciertos: llegaron en un momento en que el paradigma de Las Vegas tenía que cambiar para renovar tanto la carrera del que siempre será recordado como El Rey, como la dinámica de la ciudad del pecado.
Hoy, como en otros tiempos, pienso en lugares como el International Theater y entiendo que es un punto de inflexión en el nuevo paradigma de la ciudad de Las Vegas por una razón muy simple: aquí está la historia que genera comunidad y que, por ende, le da identidad a la ciudad. Aunque suene extraño pensar en una identidad propia para una ciudad que se define a partir de la enorme cantidad de visitantes, la realidad es que todos esos países representados en los viajeros vienen buscando una cosa: la esencia de Las Vegas.
Son las 6 de la tarde y cruzo las puertas de acceso a bastidores del teatro. Gordon Prouty me guía por las sombras hasta el lugar donde el mismo Elvis Presley se paraba a respirar un poco antes de dar la vuelta completa detrás de la orquesta y salir al escenario a cantar en medio del griterío de miles de fans. Hoy, el teatro apenas con una ocupación permitida de 250 personas, está preparándose para el evento del fin de semana: un concurso de belleza. Pero en junio de 2021 Barry Manilow retoma las fechas de su residencia que se vieron afectadas por la pandemia. Entiendo que Manilow no es Presley, pero tampoco Las Vegas de 1969 es Las Vegas de 2021.
Fue en esta ciudad que hace muchos años, el maestro Joël Robuchon me dijo que el futuro de la cocina pasaba por entender que todos los caminos arrancan en casa. “Para poder mantenernos vigentes necesitamos entender de dónde venimos y ser honestos con ello”, me dijo en su restuarante en 2014. Años después, mientras camino rumbo al restaurante del hotel para hacer una degustación y entrevista con el chef Steve Young -misma que les compartiré en unos días más-, las palabras del maestro hacen eco en el presente de una manera más profunda que aquella vez.
El siguiente paso de la historia de Las Vegas pasa por la historia que construyó la ciudad. Reconocer que la identidad está viva en lugares como Westgate y que las paredes de espacios como International Theater cuentan historias que ningún otro lugar tiene es parte de lo que va a generar que esta ciudad se levante a una velocidad ejemplar, no sólo por las inversiones que aquí existen, sino por las historias que aquí se cuentan. Después de todo, es así como las tribus se mantienen con vida, repitiendo la narrativa de sus mitos para convertirlas en leyendas. Entonces entro a mi habitación y lo primero que veo son los dos cuadros que decoran la pared: Marilyn Monroe y Elvis Presley. La primera sabemos que vivió en la ciudad en 1946 cuando aún se llamaba Norma Jeane Baker. Del segundo hablamos en los primeros párrafos. De ambos no tenemos que decir absolutamente nada. Eso pasa con las leyendas.