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Vinos Gillmore, raices profundas de un sueño en el valle del Maule

por Elsie Mendez Enriquez

Por Elsie Méndez @sabormexico

Mientras escribo esto, a mi mente viene el brillo de los ojos de Daniela, Andrés y sus dos hijos Martín y Dominga. Pareciera que fue ayer que apenas vi de cerca la hermosa sonrisa de los cuatro cuando caminábamos por los viñedos de la Bodega de Vinos Gillmore, ahí, en el valle de Maule en la subregión del Valle del Loncomilla, en Chile; y las carcajadas de todos bajando el monte después de mirar desde lo alto la Viña Tabontinaja que fundara Don Francisco Gillmore a finales de 1980.

La llegada a Viña Tabontinaja de los vinos Gillmore fue de noche, y con lo curiosa que soy eso fue tremendo porque me mandó a dormir sin saber como era lo que me rodeaba, especialmente en lugares como ese que no tienen contaminación lumínica y uno no ve más allá de su nariz en la penumbra. Mi espíritu explorador – y si, curioso – se tuvo que conformar con conocer los espacios del lodge que forma parte de la viña. Esta bella Casa de Huéspedes de nombre Tabonkö (por las aguas minerales de la zona), ofrece no solo espectaculares vistas del viñedo y el hermoso estanque desde las terrazas privadas y de la sala común, también da la oportunidad de disfrutar de las aguas termales (minerales) curativas en la privacidad de nuestras habitaciones, ya que cada una tiene su propio jacuzzi; cuenta también con un Spa donde es posible recibir tratamientos con productos del vino, además de degustaciones de platillos en su restaurante La Cava, con ingredientes locales y recetas tradicionales. Tomen nota de esto cuando viajen a Chile y piensen en hacer un recorrido enogastronómico, porque el lugar es fantástico y vale mucho la pena disfrutar de al menos dos noches ahí.

Por la mañana comenzó nuestro recorrido y escuchar las historias de esta bodega del propio enólogo Andrés Sánchez, quien además ser uno de los más reconocidos del país, es esposo de Daniela Gillmore, heredera del amor de su padre por los vinos y la tierra que los ve nacer. 

«Cuando mi suegro encontró estas tierras, muchas de las vides centenarias que habían eran de la variedad país, y aprovechando del buen estado de las raíces, les injerto variedades francesas para poder desarrollar vinos de alta gama como los que traía en mente al tomar el mando de esta bodega». Nos cuenta Andrés, mientras caminamos del edificio principal a la zona de viñedos cruzando el río y adentrándonos en el corazón del valle.

Esta zona es donde se plantaron algunas de las primeras vides en Chile por los conquistadores europeos. El Valle del Loncomilla es profundamente rural, con enormes extensiones que se adornan con onduladas colinas que se dividen por ríos y suelos de grava. A esta zona se le conoce como el secano costero, ya que recibe suficiente lluvia para que las plantas no requieran de irrigación. Con el tiempo, las grandes productores se fueron desarrollando y asentando en otras áreas del país y dejaron a un lado esta rica zona a la que hoy todos están volteando a ver para obtener un pedazo de sus perfectas tierras para el cultivo de la vid.

Nos adentramos en la viña después de cruzar el extenso terreno y el río que divide el edificio principal y las diferentes viñas. Andrés nos muestra con orgullo las vides de Carignan de más de 60 años y nos explica como es que esta tierra les proporciona ese sabor tan único a sus vinos, de acidez vibrante y enorme personalidad. Un poco más adelante nos muestra orgulloso las 14 variedades de vides italianas con las cuales tiene como objetivo, tener vinos con más variedades originarias de este país, como la Carmenere.

Algo especial nos trajo a la Bodega Gillmore, el proyecto VIGNO, pero antes, una cerveza en lo alto de la colina para dejarnos sorprender y gozar la espectacular vista del valle. La cerveza Kurla es un proyecto personal de Andrés en honor de su perra Pastor Alemán, quien aparece en la etiqueta, la cual acompañó a las carnes frías, quesos frescos y aceitunas que tenían preparados para nosotros en un receso que nos mostró porque Don Francisco se enamoró de estas tierras.

VIGNO es un proyecto que une a pequeños y grandes productores alrededor de la uva Carignan y el firme propósito de posicionar al Valle del Maule entre la zonas más importantes de vino en el mundo. Una misión que el mismo Andrés se puso y de la que encontró, había quienes deseaban ser parte. 

Se cree que uva la Carignan llegó a Chile hace más de 78 años, después del terremoto de 1939 que devastó al país y provocó una terrible situación económica. Parte de las acciones que el gobierno llevó a cabo para la recuperación del país, fue proporcionar nuevas vides para que estas se plantaran y dar una nueva oportunidad al campo chileno a través de la industria del vino con un mejor sabor y calidad gracias a las notas que esta uva aporta.

La formación de la Asociación VIGNO (Vignadores de Carignan) tiene como objetivo lograr ser una de las primeras DOC en Chile, además de la promoción, comercialización y difusión del trabajo que realizan las bodegas que pertenecen a la misma.

Para poder ser parte de esta asociación los vinos que se producen deben llevar:

  • Composición: 65% mínimo de Carignan, 35%restante es de libre disposición, según los criterios enológicos de cada viña.
  • Origen: El 100% del vino debe provenir de viñedos de más de 30 años de edad, plantados en condición de secano, en la zona del Maule.
  • Guarda: Mínimo 24 meses en barrica y/o en botella, según el estilo enológico de cada viña.

Andrés es justo y nunca deja a ninguno de los productores fuera, por ello nos explicó que la cata de los vinos de VIGNO incluiría a las 14 bodegas que conforman la asociación, para conocer las características de cada uno y poder distinguir las personalidades de cada uno. No hubo queja alguna, y si mucho interés de conocer más de cerca los vinos que conforman VIGNO. Fue una muy grata experiencia al descubrir vinos vigorosos, frutales, de alta acides y robustos. 

Un gran banquete nos permitió saborear y disfrutar estos vinos con platillos que acompañaron maravillosamente bien a estos vinos, como: el Conejo escabechado, Plateada con cocción lenta en vino blanco, acompañados de ensalada de jitomates, papas al horno y de postre un Parfait de arándanos que cerró perfecto la comida.

Durante la comida Martín y Dominga, los hijos de Daniela y Andrés nos acompañaron haciéndonos sentir más en casa, como en familia. Me encantó oír sus historias, su risa alegre y vivir de cerca el amor que a esta familia los une. Poder conocer más de cerca a las personas detrás de proyectos tan importantes como los Vinos Gillmore, nos permite entender mejor su trabajo y nos ayuda a valorarlo de forma más justa.

Mientras esperaba a la hora de irnos rumbo a otro punto de mi adorado Chile, salí a tomar el sol con Martín y Dominga, la verdad es que no deseaba ni un poquito irme de ahí, la paz y armonía que envuelve a la viña se la quiere uno llevar en la maleta, y no encuentra uno la forma de que quepa.

En la Bodega Gillmore no solo se elabora vino, se mantiene vivo lo que un día fuera un sueño y se trabaja para que las raices se hagan cada vez más profundas en esta zona especial del Maule.

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