Por Elsie Méndez @sabormexico
Siempre es un placer poder compartir la mesa, y sobre todo los vinos, con el propio enólogo que se encarga de producirlos, de cuidarlos, de crearlos. Quien mejor que el padre de los propios hijos, para que nos cuente de como es cada uno de ellos, y del porque de la personalidad que adoptan. Si, es un gozo el poder aprender y escuchar de gente que dedica su vida entera al mundo del vino. Pero si además, este resulta ser un personaje liviano, en el que las poses no aplican, y nos lleva de la mano a aficionados y expertos, el momento es por demás extraordinario, uno sale enriquecida, y claro esta, con un gran sabor de boca. Así fue la experiencia con Francisco Beatting, enólogo de la Bodega Viña Errazuriz, la cual tiene como lema “De la mejor tierra, el mejor vino”.
La cita fue en el restaurante Chapulin, del hotel Intercontinental en la Ciudad de México, y no era coincidencia que hubieran escogido un lugar con cocina mexicana muy tradicional, – Nada mejor que el hecho de demostrar que los vinos chilenos van maravillosamente bien con nuestra cocina- , así me lo comentó Baruch Gómez, el reconocido sommelier en jefe de Vinoteca. Pues si, la verdad es que uno cuando toma un vino, lo hace con la comida que más le gusta, con la que tiene a la mano en casa, a la que uno esta acostumbrado, o la de su preferencia. La idea era mostrarnos que con nuestros platillos, los chilenos se llevan muy bien, y fue totalmente cierto.
Para abrir boca y mientras nos íbamos relajando para disfrutar de una divertida y muy constructiva tarde, Francisco y Baruch nos recibieron con un Max Reserva Chardonnay 2013. En serio, sigo sin entender porque la gente no toma más vino blanco en México, son tan buenos compañeros de muchas de nuestras recetas, como ese guacamole con salsa pico de gallo y totopos que nos ofrecieron de entrada. De un lindo color amarillo pálido y reflejos verdosos, este Chardonnay nos llena la nariz con aromas a frutas tropicales frescas, como el plátano y el mango, y de cítricos como la naranja, que se conjugan con sutileza con los de la miel. En boca tiene una sensación de cremosidad que se refresca por la acides característica de esta añada fría. Hay sabores a frutas frescas, con un final que deja una sensación de mineralidad en el paladar.
Mientras tanto, Francisco Beatting, considerado el mejor enólogo de Chile en 2011, nos comparte un poco de la historia del vino chileno. El vino, en su país, era para consumo local hasta 1990, y se cultivaba todo en la parte central entre las cordilleras. A partir de la exportación, a finales de los 80s y principios de los 90s, se movieron al valle de Casablanca y regiones costeras, que resultan tener el clima más frío.
Nada como una buena sopa de fideo para dar inicio a una comida muy tradicional mexicana, y si es aguada mejor (caldosa), eso es muy típico en la casa de cualquiera en México, o ¿Qué? ¿A poco ustedes andan pensando en que sopa chilena preparar si va a abrir un vino de ese país?. Excelente decisión de Baruch, así es como come uno del diario, díganme si no. Y le toco el turno al Pinot Noir, mi amada uva, siempre tan compleja y complicada para cultivar, por eso siempre aplaudo y reconozco a quienes se atreven y hacen un gran esfuerzo por trabajar con ella, porque es bien complicada, ya les digo. Se llama Aconcagua Costa, como el lugar de donde proviene. Su color es intenso, de un rojo rubí brillante y limpio, y sus aromas llenaron mi nariz de frutos rojos como las cerezas, frambuesas y fresas. En boca es de esos vinos a los que uno lo provoca comer, con gran elegancia, y una acidez vibrante y jugosa.
Yo opte por una ensalada con lechugas variadas, cítricos, almendras garapiñadas y una vinagreta de miel como segundo tiempo, la cual hizo un muy buen maridaje con el siguiente vino, un Blend Collection Red 2012, elaborado con uvas Grenache (50%), Mourvèdre (25%) Syrah (15%) y Carignan (10%) un vino afable, amable, si fuera persona sería de esas que siempre nos saludan con los brazos abiertos y luego nos dan un gran abrazo. Es un vino muy expresivo en nariz, con aromas de cereza, hojas de laurel y notas que recuerdan la carne fresca. En boca es intenso, complejo, exuberante, con un sabor a jugo de cerezas y notas balsámicas y especiadas, de gran estructura y un final que perdura.
Venia un gran vino, y por ello mi selección de plato fuerte fueron unos taquitos de lechón, me imaginaba que con este plato Don Maximiano Founder´s Reserve 2011 se iba a llevar de maravilla, y no me equivoque, bueno, el sommelier Baruch nos dio a escoger platillos que sabía, harían del momento, toda una experiencia. Elaborado con una mezcla de uvas Cabernet Sauvignon (75% ) Carmenère (12%) Petit Verdot (8%) y Malbec (5%), Don Maximiano es un vino con una gran personalidad (creo que así me imagino al fundador de la bodega). Su color es rojo violeta, con una nariz que nos regala aromas frescos a frambuesa y grosella, para luego aparecer las especias como la pimienta negra, el clavo de olor y suaves notas de trufas. En boca es un vino fresco, muy pleno, con sabores a frutas y especias, enmarcadas por una acides vibrante que le aporta frescura, además de equilibrio y persistencia. Este vino es perfecto para guarda.