Uno de los ingredientes básicos de la lasagna que hacemos en casa es la salsa de queso que no es otra cosa que una buena salsa bechamel saborizada. Esta receta es un básico de la cocina y sirve para muchísimas preparaciones. El truco está en no dejar grumos mientras la cocinan.
¿De dónde viene la Salsa Bechamel?
Como en todas las recetas clásicas e históricas, hay muchas teorías del origen. Algunos dicen que fueron los Medici y sus cocineros. Otros ponen la receta un siglo después cuando se publicó por primera vez en Le Cuisinier Français y le adjudican la creación al Duque Louis de Béchameil.
El punto de partida es un roux y sirve increíble no sólo para lasaña, sino para otros platillos gratinados o para armar pasta y verduras. Incluso hay recetas con pescado que pueden servirse usando la salsa bechamel.
Para preparar la salsa bechamel vamos a necesitar:
- 500 ml de leche
- 70 g de mantequilla
- 70 g de harina
- Sal
- Pimienta
- Nuez moscada
Vamos a empezar por cernir la harina y cortar la mantequilla en dados pequeños que nos ayude a que se derrita rápido y parejo sin riesgo de quemarse. En una olla pongamos la mantequilla a fuego medio y cuando esté completamente derretida se agrega la harina. Mezclen bien con una cuchara de madera y no dejen de mover. Se les va a hacer una mezcla homogénea.
Tomen un batidor de globo y agreguen la leche poco a poco, mezclando muy bien para poder evitar los grumos. Sazonen con sal, pimienta y nuez moscada. Dejen cocinar a fuego bajo, moviendo ocasionalmente, por unos 6 minutos.
Aquí es donde pueden agregarle queso o algún otro ingrediente según lo necesite su receta.
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