Por Sommelier Pilar Meré @pilarmere
Hay algunas bebidas que además de ser interesantes por sí mismas y deliciosas en su expresión, tienen la virtud de recordarnos a personas queridas y, por ende, de traer gratos recuerdos a nuestra mente, y por qué no, también emociones y sentimientos. Tal es el caso de los vinos de Rioja. Mi padre era amante de estos vinos y recuerdo las tardes de fin de semana que acompañaban su paladar y nos acompañaban a todos en familia.
El vino de la DOCa Rioja, para los mexicanos, es uno de los más cercanos y apreciados y con quien nos une un enlace de paladar y, sobre todo, un vínculo emocional. Ha sido el vino de nuestros abuelos, de nuestros padres y es ahora nuestro. Se elaboran en tres zonas importantes, Rioja Alta, Rioja Baja y Rioja Alavesa, y sus estilos son tan amplios que nos ofrecen tanto vinos jóvenes como aquellos con crianza en barrica, muy estructurados y corpulentos con destino, incluso, de guarda, clasificados por el DOCa Rioja como: Garantía de Origen, Crianza, Reserva y Gran Reserva.
Los vinos de Rioja son blancos, rosados y tintos, procedentes de las variedades de uva autorizadas por el Reglamento de la Denominación de Origen Calificada Rioja.
- Tintas: Tempranillo, Garnacha, Graciano, Mazuelo y Maturana Tinta.
- Blancas: Viura, Malvasía, Garnacha Blanca, Tempranillo Blanco, Maturana Blanca, Turruntés, Chardonnay, Sauvignon Blanc y Verdejo.
Hoy, la Denominación de Origen Calificada Rioja está trabajando arduamente en la promoción, en nuestro país y en el mundo, de estos vinos de ayer, hoy y siempre.