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Renaissance Brussels. Me hizo falta tiempo en este hotel.

por Carlos Dragonné

No todo puede ser historia y edificios clásicos. A veces, un hotel moderno rompe la dinámica justo en el momento adecuado, y a la capital de la Union Europea siempre la imaginé con un movimiento constante de modernidad aferrada a los espacios históricos y culturales que le dan sustento. Aún cansado por una bronquitis que me tumbó en Berlín, llegué a Bruselas con toda la intención de sacarle el máximo provecho en poco tiempo. Llegamos y apenas entrando supe que  la peor decisión de todo el viaje era quedarnos tan poco tiempo en el Renaissance Brussels. Este hotel requiere más noches, más gozo y más encontrar los pequeños secretos de una propiedad que es mucho más de lo que aparenta.

renaissance brussels

Renaissance Brussels es, por supuesto, Marriott. Y con ello, ya hay ciertas garantías.

Si han leído este sitio en los 13 años que tiene de existencia, encontrarán un común denominador. Somos Marriott y no negamos el placer que nos da buscar propiedades de la marca en nuestros viajes. ¿Somos exclusivos de Marriott? No, por varias razones. Primero porque es imposible. Pero también porque creemos que hay una enorme variedad allá afuera que merece la pena visitar y conocer. Creo que pocas veces les hemos dicho “No se queden en este hotel” —y de hecho, en este viaje conocimos el Novotel Paris Vaugirard Montparnasse que, sin duda, entra en esa categoría de «nunca más»—, pero entrar a una propiedad Marriott dentro de la enorme gama de opciones disponibles te garantiza una serie de cosas, dependiendo de la categoría, que siempre cumplen.

Renaissance Brussels no es la excepción. Como viajero, lo primero que buscas al quedarte en cualquier lado es comodidad y conectividad con lo que quieres conocer. Bruselas merece muchos días —tantos que estoy pensando en hacer base ahí el próximo año por al menos 6 días— y no es para menos. Entonces, hospedarse a metros del Parlamento Europeo tiene sus ventajas, porque hacia donde quieras moverte, el traslado será sencillo, directo y con más opciones de las que puedes imaginar. Nosotros, en este viaje, optamos por camiones. De hecho no conocimos el tren o metro, incluso estando en la ciudad en la que se inauguró el primer ferrocarril de Europa.

Metro, camiones, caminando. Todo cerca del Renaissance Brussels.

El hotel tiene la ventaja de la conectividad y de estar enclavado en el barrio de Elsene y rodeado de muchos de los lugares fundamentales en una visita corta o larga a la capital de la Unión Europea. Y este factor es uno que se hace fundamental en un hotel que un día ve llegar un turista, otro una delegación de estudiantes universitarios y al otro una pléyade de parlamentaristas que intentar definir hacia dónde va el continente. Ese debe ser el reto más grande de un hotel como este: apelar y satisfacer a mercados tan diversos como la ciudad misma.

Renaissance Brussels tiene 4 estrellas pero actúan como 5.

La realidad es que fijarse en las estrellas de un hotel para tomar la decisión dejó de ser algo importante desde hace unos años. De hecho, parte fundamental de lo que define la cantidad de estrellas no tiene tanto que ver con el servicio, sino con el tamaño de las habitaciones y las amenidades ofrecidas. Por eso es importante fijarse en la cultura de servicio de los lugares a donde uno llega. Aún así, Renaissance se siente una atención que consideramos de 5 estrellas, con una atención al detalle que bien podría ser una lección para varios hoteles de mayor “puntaje”, pero menor dignidad.

Construido apenas en 1994 y a 2 kilómetros de la estación central —que, insisto, ni pelamos— el hotel de poco más de 250 habitaciones tiene un concepto de arte que hace homenaje a la cultura flamenca y que Jérôme Peiron y Alice Valentini del estudio Jean-Philippe Nuel capturaron de manera increíble en los espacios del hotel, desde la entrada hasta los pasillos que llevan a todos lados. Y es que dentro de un hotel que tiene que ser sede de, como decíamos, una diversidad de viajeros increíble, es también importante destacar y defender la identidad que define al país entero. Porque una cosa es ser la sede de la Unión Europea y otra es dejar tu esencia a un lado.

The Poet, un espacio de cocina sorpresivo y una mixología de aplausos.

Nunca había escuchado de Jérôme Ragon. El Chef detrás del concepto del restaurante The Poet está presentando una visión particular de cocina internacional y, por supuesto, de Bélgica. Pero lo que más llama la atención del espacio, más allá de la atmósfera y el ambiente que ya comentamos arriba, es la profesionalización de la mixología y los juegos que hacen con ella.

El diseño y la estética como concepto base, más que visual, pone a The Poet en un nivel interesante no sólo de la zona, sino de la ciudad entera. Quizá por eso no me sorprende descubrir días después que está entre los 10 restaurantes favoritos de la ciudad entre los viajeros que reseñan en TripAdvisor, quizá la plataforma con mayor credibilidad en línea, en tiempos de listas tan vapuleadas y francamente exhibidas como ejercicios inertes de egos intrascendentes.

En The Poet hay una investigación dividida entre los destilados y licores y la cocina sin complicaciones pero impredecible en términos de los sabores que estás por explorar. En la cena —la segunda noche, porque la primera tuvimos que ir a un pequeño clásico de Bruselas que está a diez minutos del hotel— encontramos un espíritu de cocina de temporalidad y, sobretodo, de un cocinero que aún se divierte en la frescura de un servicio que se siente honesto. Regreso a Bruselas en febrero del próximo año. No se si me voy a quedar en Renaissance, pero sin duda una noche la dedicaré a regresar a explorar un menú que juega a la inspiración no flmaboyante, sino simplista y directa.

En Renaissance Brussels duermes bien y el costo beneficio es imperdible.

Al ser un hotel primordialmente de negocios, las tarifas en fin de semana suelen ser un poco más bajas. Justo en la búsqueda de opciones para agosto y febrero —las fechas tentativas de una escapada a Europa sólo por el simple gusto—, pensar en una tarifa promedio de 180 euros la noche no está nada mal. La comodidad de las habitaciones lo vale completamente

Me faltó Bruselas por conocer. Apenas tuve tiempo de ir a Grand Place, un par de museos y una catedral. Me hubiera gustado perderme entre las exhibiciones del museo de la fotografía, el Museo de Magritte o el Museo del Comic que, sin duda, están en mi lista. El cálculo de tiempos y días nos falló en el viaje pero uno siempre puede volver. Porque, al final del día, Georges Prosper Remi mejor conocido como Hergé —y créanme que si van a Bélgica, necesitan saber quién es y a quién creó— puso en un diálogo de “The Shooting Star”: “Hooray, hooray, the end of the world has been postponed!”. Y si es así, siempre habrá tiempo para volver a Bélgica.

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