Por Elsie Méndez @sabormexico
Viajar en coche y hacerlo por cuenta propia puede tener muchos beneficios, nos permite ir parando a donde uno le place y sobre todo descubrir lugares que en un tour guiado tal vez no hubiéramos podido conocer, fue así como llegue a Niagara on the Lake, una pintoresca ciudad que a veces uno pasa de largo porque tiene de vecinas a las muy famosas Cataratas del Niagara, pero que merece un tiempo exclusivo por su extraordinaria gastronomía y los viñedos que la rodean.
De camino a las cataratas solo veía los anuncios que me llevaban en dirección a ver el espectáculo que la naturaleza nos ofrece de estas magnánimas caídas de agua, pero ya de regreso y con toda la excitación que uno vive después de estar en ese lugar va mas con el ánimo de llegar a un lugar donde poner en orden las imágenes y los sentimientos que provoca visitar Niagara Falls y fue así que sin darme cuenta comencé a ver a mi alrededor viñedos y un paisaje que de ida no había percibido y que ahora llamaba a mi atención, siguiendo unos letreros llegue a Niagara on the Lake.
Como detenido en el tiempo la calle principal que me adentro a la ciudad me mostraba edificios de una arquitectura que solo había visto en libros de historia de la época colonial canadiense y americana y que en pleno siglo XXI seguían intactos para recibir a visitantes como yo, deseosos de reencontrarnos con un pasado que a veces resulta muy interesante por como se forjaron estas dos naciones.
Lo mejor era estacionar el coche y dejarme seducir por este lugar que me dejaba claro tenia que conocer mas de cerca y que sin planearlo me atrapo por un par de días y del que si no hubiera sido por los compromisos que tenia para el resto de mi viaje en Canadá, me habría quedado sabrá Dios cuanto tiempo…tal vez aun estaría ahí.
Antes que otra cosa entre a una oficina de turismo donde amables personas me contaron un poco del lugar en donde estaba y me recomendaron un par de sitios donde podía ir buscando una habitación, los restaurantes que no podía dejar de visitar y por supuesto algunas sugerencias más de viñedos donde ofrecían recorridos y catas de vinos de la región. Mejor informada y muy bien armada de folletos y consejos salí a la calle engolosinada de todo lo que me esperaba, sin planearlo.
Haciendo un breve resumen de historia de esta ciudad, Niagara on the Lake ha sido nombrada el pueblo mas bonito de Ontario con una larga y distinguida historia. Lo que antes fue una antigua aldea india fue colonizada y después nombrada Niagara en 1798 y quedo prácticamente destruida en la guerra de 1812. Restaurada y totalmente renovada, pero sin perder todo el encanto de sus construcciones del siglo 19, Niagara on the Lake es hoy uno de los lugares mas visitados y valorados de la provincia de Ontario.
De los lugares que me recomendaron para hospedarme me decidí por un B&B, y lo que me motivo fue saber que en este tipo de establecimientos uno puede tener oportunidad de conversar y platicar con los propietarios quienes nos contarían mas de las historias del lugar. Niagra on the Lake tiene una oferta de hospedaje para todo tipo de presupuestos y de todo tipo de hoteles, pero estarán de acuerdo conmigo que aquí aplicaba mucho mas un lugar que me hiciera sentir en casa de un amigo o familiar en vez del servicio típico de hotel de cadena, Davy B&B Inn es perfecto, sus habitaciones están exquisitamente decoradas y cada detalle es exacto, un jardín donde uno pude sentarse a disfrutar la tarde o la mañana leyendo o simplemente dejarse llevar por el relajamiento que se apodera de uno en ese lugar. Los desayunos son simplemente deliciosos y el servicio de todo el personal impecable, uno sale de ahí con mas amigos de los que hubiera imaginado.
En Niagara on the Lake se puede estar días y días recorriendo sus calles y no habrá uno en el que no encuentre una galería o tienda con algo nuevo, obras de arte de artesanos canadienses en unas y en otras mas antigüedades que nos dejan una idea mas clara de la historia de este lugar y de quienes lo poblaron, las maletas nunca serán suficientemente grandes para guardar todo lo que uno quisiera llevarse en los viajes y en Niagara on the Lake no es la excepción.
Sus tiendas de chocolates, panaderías y dulcerías son el deleite de grandes y chicos por igual, y muy pocos llegaron a mi maleta porque mientras recorría sus calles me llevaba uno que otro bocadillo a la boca y cuando venia a ver, ya no quedaba nada en la bolsa, a decir verdad esos recuerdos fueron de los que me traje puestos porque la tentación de comérmelos venció a mi deseo de llevar un recuerdo tangible a casa.
Eran varios los restaurantes que estaban en mi lista de sugerencias que no debía perder pero me concentraré de compartirles Tiara Restaurant, que fue mi primera opción, si bien Niagara on the Lake es un pueblito pintoresco que no tiene imagen pretenciosa y contrario a ello es sumamente amigable, la alta cocina de este lugar nos puede sorprender gratamente, la cocina es sencillamente excepcional y las presentaciones impecables, la vista y decoración es de ensueño y muy romántico, así que les recomiendo viajen con su pareja, el personal ofrece un servicio esmerado y muy cuidado, explicando a detalle cada platillo que viene a la mesa. El menú de degustación para la cena es mi sugerencia con vinos incluidos por $125.00 CD más impuestos y propina, considerando el costo en grandes ciudades no estuvo nada mal.
El vino, solo por este producto uno podría quedarse aquí semanas, porque con tantas reservas especiales, vinos selectos y blends, es imposible probarlos en uno o dos días, aunque siempre puede ser el motivo para regresar. Para esta experiencia Niagara on the Lake cuenta con un servicio de tranvía donde lo llevan de paseo por la ciudad contándonos sobre la historia de la misma y haciendo parada en dos bodegas. Yo preferí irme por mi propia cuenta, que al final resulto que solo visite dos por días, ya saben, una que es muy platicadora y los propietarios tan afables y hospitalarios mostrándonos todo lo que hacen y producen, pero la oportunidad de no tener que hacer las cosas al tiempo de otros me da la libertad de quedarme donde me siento bien sin pensar en itinerarios marcados. Son muchísimas las bodegas y seria imposible nombrarlas todas en este articulo pero algunas que no deben perderse son: Jackson – Triggs, EastDell Estates, Flat Rock – Frog Pond y Henry of Pelham entre otras.
Siempre he dicho que por algo suceden las cosas, y algo hizo en mi camino de regreso de las cataratas que yo volteara a ver mi entorno y llegará hasta Niagara on the Lake, que con el pasar del tiempo, las imágenes, sus sabores, sus aromas y su gente, las tengo tan presentes, como si apenas hubiera regresado de ahí ayer.
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