Por: Carlos Dragonné
Si son seguidores de este blog, saben perfectamente que Las Vegas es, por mucho, mi ciudad favorita. A pesar de ser alguien que no tiene mucho apego por la vida nocturna, esta ciudad siempre termina por conquistarme de nuevo, como una novia que constantemente está cortejándome y teniendo detalles conmigo, quizá por ello siempre vuelvo y cada día me cuesta más trabajo regresar a casa.
¿Qué puedo contarles de Vegas Uncork’d que no les haya contado ya en los útlimos 5 años que hemos compartido con ustedes esta experiencia gastronómica inigualable? Pues se sorprenderán, porque todavía hay mucho que vivir y es que la ciudad del pecado se transforma cada año y se convierte en un destino nuevo cada vez que bajamos del avión. Este año, además, vine con mucha curiosidad porque fue el primero que MGM no participaba, aunque varios de los chefs que tienen presencia en sus propiedades decidieron formar parte del evento de cualquier manera, pero habí aun ingrediente extra que hacía de esto una cuestión de expectativa interesante: en 2016 se cumplen 50 años de Caesars Palace, lo que nos ponía en el camino de un disfrute interesante con uno de los principales patrocinadores-promotores del evento. Así que, por los próximos días, y a manera de antojarlos poco a poco para que se metan al portar de su aerolínea favorita, compren un boleto a la ciudad que nunca duerme y se den a la única tarea que deberíamos tener todos los seres humanos: gozar.
CONOCIENDO UNA LEYENDA.
Advierto una cosa a todos los que están leyendo esto: no se vale que me recriminen por no avisarles antes de este lugar, pues apenas fue la primera vez que tuve la suerte de ir. Pueden considerar este texto como un mea culpa que exima mis pecados de omisión y los invite a vivir conmigo esto por un momento, a través de las letras para, después, tomar camino y vivirlo en carne propia. El acto con el que abriríamos el espectáculo en el escenario de Vegas Uncork’d tenía un nombre que invitaba a la grandeza: Master Series: Dinner and Show with Mr. Chow.
Después de haber asistido temprano al Saber Off, una reunión que marca el arranque de las festividades culinarias de Vegas Uncork’d y en el que, este año, tocó a Daniel Boulud hacer los honores del descorche, dejé que transcurriera la tarde para que, a las 8:00 en punto, las puertas de Mr. Chow, este lugar único en Las Vegas y nuevo restaurante de Caesars, abriera las puertas para lo que sería una cena que volaría mi cabeza no sólo por el lugar, sino por lo que se vivió platillo a platillo. Antes de arrancar, déjenme les cuento un poco de Mr. Chow.
Este hombre que es diseñador, actor y, obviamente, restaurantero, trae encima el peso de ser el hijo de una de las grandes leyendas de las artes en China. Su padre Zhou Xing Fang es de esos personajes a los que se les llama “Tesoro Nacional” en su país de origen y Michael creció con la idea de tender puentes entre oriente y occidente, así que mientras intentaba triunfar en el mundo de las artes plásticas, el recién egresado de la escuela de Diseño y Arquitectura de Saint Martin decidió abrir su primer restaurante en Londres por allá del año 1968. De ahí, la historia y el sabor de los platillos que se fueron creando en sus fogones lo llevaron a Beverly Hills, New York, Miami, Malibu y ahora en Las Vegas. Ya han pasado más de 40 años desde que este hombre comenzara a deleitar paladares que van desde Andy Warhol hasta Giorgio Armani –de quien diseñó dos de sus locaciones más importantes– y es un Embajador de la Cocina China a nivel mundial. De ese tamaño es el personaje que les cuento y que nos recibió con su sonrisa, su buen humor y su hospitalidad en su más reciente locación en Estados Unidos.
Ahí estábamos los pocos privilegiados y suertudos de haber encontrado lugar para esa cena. El lugar, inmaculado, minimalista, blanco y con una iluminación que se va hacia lo colorido y nos transporta más a un espacio de ciencia ficción que a un restaurante, Mr. Chow nos dio la bienvenida con una copa de champaña y la promesa de una cena inigualable. El menú nos prometía cosas que nunca habíamos probado y otros grandes clásicos que ya conocemos de la cocina asiática, pero nunca desde las cocinas de este ícono culinario. Así que nos dimos a la tarea de disfrutar lo primero que llegó a la mesa.
¿Alguna vez han probado el pichón? Les confieso que nunca me había sentado en una mesa que hubiera servido pichón. Y no se me ocurre mejor manera de empezar que con un verdadero maestro de la gastronomía china, así que hincamos el diente y comenzamos con lo que sería un recorrido por los mejores platillos de este lugar, pasando por los camarones verdes insignia de Mr. Chow en todos sus restaurantes. Ese sabor sutil de entrada que revienta conforme uno va avanzando en el recorrido culinario es apenas lo que nos empieza a conquistar de este nuevo lugar del Caesar’s Palace. La cena se sirvió a la usanza tradicional. Todo al centro por tiempos para que entre todos los que compartimos esa noche, así que los platos fueron pasando de mano en mano para disfrutar los Dumplings y un verdaderamente clásico Fiery Beef que, por supuesto, les echará a perder cualquier otro platillo de res de restaurantes chinos que se topen en el caminar.
Este bacanal de comida china tradicional no podía estar completo sin unos Noodles que, para gozar y convertir esto en un verdadero privilegio, esa noche Mr. Chow se metió a la cocina para mostrar su dominio de este arte de preparación. Sobra decir que, quizá por la experiencia o por la fascinación de intercambiar plática con el creador de estos conceptos, la cena supo espectacular. Aunque estoy seguro que con él o sin él, el pato laqueado que se convierte inmediatamente en mi favorito de todos los que he probado, y miren que he probado pato en cuanto lugar lo tiene en el menú. Este platillo, cocinado por más de 18 horas encierra en la carne el sabor intenso del pato mientras juguetea con la textura crujiente de la piel bien preparada.
Conocer a una leyenda siempre es una experiencia impresionante, sobretodo cuando se trata de este mundo culinario que tanto nos gusta. Sin embargo, cuando la leyenda en cuestión también es una figura brutal del mundo del diseño, la arquitectura y la moda, pasando por el cine y el arte plástico, resulta aún más impactante ese momento en que se cierra la noche con una plática amable, con un hombre que parece alejado y distante de su estatus de estrella y se presenta como un empresario más, un hijo que aún está luchando por llegar a ser digno de la altura que su padre alcanzó y que carga el honor de rememorarlo y recordarlo en cada una de sus acciones. Quizá por eso es que sigue pintando, firmando sus obras como Zhou Yinghua y acaba de tener su primera exhibición en China con una serie que hace homenaje a su padre, ese Tesoro Nacional que hoy su hijo muestra al mundo en el centenario de su nacimiento con exposiciones en New York. Este hombre anda en constante movimiento, creando, viviendo la gastronomía como un arte y llevando esas creaciones a la realidad, con un concepto arquitectónico y de diseño de interiores que hacen que uno siente que entra a otro mundo. Un mundo que, al primer bocado, nos recibe para decirnos que, efectivamente, ya no estamos en Kansas, Toto.