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El turismo condenado. La ineptitud de López Obrador y Torruco.


por Carlos Dragonné
Por: Carlos Dragonné

Se los dijimos y nos tildaron de locos. Hubo quienes, incluso, se fueron con insultos y agresiones como respuesta, pero la realidad nos está alcanzando de una forma que parece angustiante. Y aquí no tienen nada que ver las filias, los apegos políticos, la fanaticada de colores. Es una preocupación auténtica por una industria que se tambalea y que, con ello, tambalea no sólo la economía del país –importante en el gran escenario-, sino el modo de vida de cientos de miles de familias. El turismo está en manos de ineptos. Y no parece que vaya a cambiar la perspectiva.

Aquí no se trata nada más de la cancelación del Aeropuerto, que ya por si misma, es una decisión absurda y lamentable que nos echa para atrás unos 20 años y envía al olvido cientos de miles de empleos. La disolución del Consejo de Promoción Turística de México es uno de los pasos más claros hacia la centralización de las decisiones y la política del mesianismo turístico porque nada importa más que la construcción del tren maya, dicho por el mismo presidente (sí, así en minúsculas, como minúscula su visión) aunque para ello tengan que sacrificar estrategias de promoción internacional que, para ellos, son simplemente caprichos fifí como la Fórmula 1 o los partidos de la NFL que no sólo representan la colocación de la marca México en todo el mundo sino, por mucho, una derrama económica que recuperaba con creces la inversión del gobierno federal tan sólo con la captación de impuestas a partir de las actividades mismas, sino que también representaba entradas y derrama económica para familias cuyas actividades giraban alrededor de éstas. Esas familias son, por mucho, un amplio espectro de votantes de este proyecto político que a menos de 100 días ya los envío al círculo de la pobreza con grilletes demasiado pesados. Pero tranquilos… habrá un tren maya que constituirá un ecocidio y un tour que espera atraer a unas decenas de miles de turistas al año, no millones de dólares de inversión en infraestructura, promoción, gastronomía, generación de empleo y desarrollo. ¿De qué nos quejamos?

Ahora, Miguel Torruco ha salido a demostrar sólo dos cosas. O es un corrupto o es un franco imbécil. No se ofendan. La Real Academia define la palabra imbécil, en su significado coloquial, como una persona que es poco inteligente o que se comporta con poca inteligencia. Torruco cumple a cabalidad esta definición y, por ende, aquí no se trata de un adjetivo insultante sino de una franca descripción de sus tareas. Hay una guerra contra la industria turística. ¿Por qué? Buena pregunta.

Torruco eliminó el CPTM y siguen en su necedad de que los embajadores y ministros se pongan a promover el país desde las oficinas de representación diplomática lo que resulta un disparate total con, incluso, el recorte de presupuesto para dichas oficinas y su frase de mediocridad favorita: “hay que hacer más con menos”. Quizá habría que enviarle a un curso de publicidad en donde se explique por qué Coca-Cola sigue siendo la empresa que más gasta en el tema a pesar de venderse sóla o por qué Nueva York como oficina de turismo invierte cientos de millones de dólares en la promoción y los proyectos de turismo de la ciudad. Quizá ahí aprendería que tan sólo en 2015-2016 el turismo de dicha ciudad generó casi un millón de empleos directos y una derrama económica de 63mil millones de dólares en gasto directo. Sí, vuelvan a leer. En gasto directo. El gasto indirecto supera por mucho más ese dato.

miguel torruco

Ahora, en su intento de presentación de estrategia de promoción turística –si tomamos como cierto su pretexto y comunicado en el que justificaron sus acciones francamente ilegales-, vemos que la estrategia está devastada. Para promover la estrategia a nivel nacional, Torruco avisa que todo está mal y que hemos mentido en los números y en la realidad. Al mismo tiempo dice que México sufre de un nivel de violencia que no se informa y que el turismo no es la panacea y es un generador importante de desequilibrios con datos y cifras que deforman la realidad. Y a partir de ahí nos vamos con una retórica de propaganda política y de adoctrinamiento que, según ellos, no debió salir al aire.

Vuelvan a leer eso. No debió salir al aire. No se trata de que no debió haber sido hecho. No. Se trata de que no debimos verlo. Pero si hablamos más a fondo del final de su estrategia, dice que habrá de respetar el rostro social del turismo que vamos a promover. ¿Qué turismo vamos a promover? ¿Ahora sólo promoveremos el turismo indígena? ¿Lo único que importa es –como se establece en imágenes del mismo video- la turista que le compra en la calle al artesano sus bordados y luego las mascaritas de madera de otros?

¿Y el turismo de lujo en Tulum, Los Cabos, Ixtapa, Querétaro, Guanajuato, Mérida, Riviera Nayarit o Playa del Carmen? Nada. Es demasiado fifí para ellos. ¿Y el turismo culinario que impulsa la gastronomía de Enrique Olvera, Edgar Núñez, Jorge Vallejo –los tres de siempre- más la grandeza culinaria de Eduardo García, Jonatan Gómez-Luna, Eduardo Morali, Abel Hernández, Rodrigo Estrada, Gerardo Vázquez Lugo, Guillermo González, Martha Ortiz, Mikel Alonso, Gabriela Ruiz… ya saben… todos… No, tampoco. ¿Por qué? Porque es demasiado fifí para ellos. Ellos lo que quieren es impulsar el tamal, la quesadilla, la garnacha y el pozolito de carretera en el que el mesías se para y tuitea que está tragando con doña Chonita y don Paquito como pueblo bueno.

¿Y el turismo de negocios que ha hecho a Monterrey, Guadalajara, Querétaro, Tijuana, Puebla y Cancún un verdadero tesoro para convenciones y derrama económica de empresas nacionales e internacionales? No. Ese es demasiado fifí para ellos, porque además son empresas que son parte de la mafia del poder o, en el peor de los casos, son Organizaciones de la Sociedad Civil que, al parecer, son todavía peores que todas las anteriores.

¿Y el turismo de aventura? No. Ese es demasiado fifí para ellos. O quizá no lo es tanto. Pero en la mente de personajes con un promedio de edad de 71 años no veo que exista mucha prioridad a proyectos especializados en ecoturismo. Además, el ecoturismo parece una contradicción en un país empeñado en realizar un ecocidio en el sureste mientras se inventaban uno en Texcoco o en uno donde la necedad de una refinería inviable le gana a proyectos de energía renovable sustentable.

Así que no. No esperemos mucho. Miguel Torruco podría irse en cualquier momento por su franca demostración de ineptitud. Pero de nada serviría porque las órdenes vienen desde arriba y ha quedado claro que Andrés Manuel López Obrador sirve a un interés más miserable que cualquiera: sirve a su propio capricho de dilapidar cualquier cosa hecha en el pasado porque sólo él tiene la verdad y la salvación de la patria. Nada de lo que haya sucedido antes de él tiene sentido. Y mientras, proveedores del turismo están detenidos sin saber dónde están las reglas del juego, con una industria abandonada en manos de personajes a los que les importa más que los fuegos artificiales exploten.

No le deja nada a México que haya eventos internacionales, dijo el presidente en su minúscula visión de cómo funciona el país y cómo funciona la economía. No le deja nada a México. Lo que no va a dejar es un turismo en México en manos de la ineptitud de Torruco y, peor, en su sumisión ante una estrategia inexistente. Mientras, dos pasajeros de Uber en Los Cabos fueron heridos por taxistas que los agreden en el camino al aeropuerto, Tlaquepaque sufrió una balacera en el centro y la gastronomía que nos ha dado tanto en términos de promoción y derrama turística está compitiendo contra doña Chonita y sus taquitos de suadero en la carretera de Tabasco. Bienvenidos al siglo XIX en pleno siglo XXI. Se les advirtió. Pero no hicieron caso.

DESCUENTO ESPECIAL
PRE NAVIDEÑO