Por: Carlos Dragonné
Estaba en Washington por el desarrollo de International Pow Wow y habíamos planeado llegar a la ciudad unos días antes para disfrutarla con toda la calma posible -lo que, al parecer, no fue suficiente, porque decidimos quedarnos otros 5 días- y recorrer los rincones de la capital norteamericana. Sí, quedó claro que teníamos que ir a los museos tradicionales y darnos escapadas a la Galería Nacional, a varios del Smithsonian y, por supuesto, a los memoriales. Pero, de pronto, en la agenda apareció la invitación al International Spy Museum de la mano de su Coordinadora de RP que nos prometía una experiencia distinta. ¿Quién soy yo para negarme?
Cuando viajo, una de las cosas que más disfruto es que me sorprendan, que me cambien lo que tenía en la cabeza, que me rompan los prejuicios. Estoy y siempre estaré convencido de que es a través de los viajes que nos podemos hacer de una idea de lo equivocados que estamos en muchas cosas. Y esas lecciones vienen, a veces, en las formas más extrañas y, otras, en las más divertidas. Esta lección vino de ambas formas y todavía puedo sonreír ligeramente en cuanto la recuerdo. Bienvenidos a Washington, DC. Bienvenidos a The International Spy Museum. Esta es la ciudad de las agencias de inteligencia y todo estaba a punto de cambiar en mi perspectiva.
Tras una pequeña escala en Ella’s Wood Fired Pizza para comer y retomar fuerzas después de una mañana recorriendo en bicicleta varios puntos de Washington, cruzamos la calle y llegamos a las puertas de este espacio que, a primera vista, puede parecer un poco extraño, por decir lo menos.
La pantalla del fondo tiene un loop de escenas de acción de una película de James Bond que, de hecho, es la última de Pierce Brosnan como el agente británico y la más débil de su paso por la franquicia. Además, una réplica del auto utilizado en dicha cinta –Die Another Day– y algunas otras memorabilias de la franquicia del espía más famoso del cine nos reciben. Ahí, mientras esperamos que Aliza salga a nuestro encuentro, confieso que siento cierta incomprensión y, quizá, hasta molestia por lo que estoy viendo. Al final del día, estamos en DC, en medio de la comunidad de inteligencia y, sobretodo, en momentos tan claros en que dicha comunidad está siendo vapuleada desde las esferas del poder incomodado por el trabajo bien realizado, hay algo que no me está cuadrando.
Y, de pronto, aparece Aliza y comenzamos a recorrer los pasillos del museo y la realidad se empieza a abrir ante mis ojos. Es tan clara y tan obvia que me sorprende no haberlo siquiera pensado cuando entramos al museo. Y caigo en cuenta de que fui víctima de mi propio prejuicio.
El museo tiene una curaduría digna de reconocimiento y de grandeza. Y no puede ser de otra manera. Cuando uno se pone a ver la lista de su Mesa Directiva y de los fundadores del museo uno descubre nombres que estuvieron en altos puestos y rangos del FBI, la CIA y la KGB. Oleg Danidovich, Tony Méndez (sí… el Tony Méndez que Ben Affleck interpretó en la cinta Argo), Jonna Hiestand Méndez, William Webster (el único en la historia en haber dirigido el FBI y la CIA y actual Director del Consejo de Asesores de Seguridad Nacional… así tranquilamente) y David G. Major son algunos de los que los amantes de este mundo del espionaje reconocerán de manera inmediata. Estamos hablando de grandes ligas aquí. Estamos hablando de momentos que cambiaron la historia y de los protagonistas de esos momentos.
No les quiero contar gran cosa sobre el arranque de la experiencia interactiva del International Spy Museum porque no tengo interés en echárselos a perder, sólo puedo comentarles que, desde que se abren las puertas, entramos a un espacio en el que nos están haciendo parte del mundo del espionaje y vamos creando no sólo una anécdota, sino una consciencia de lo que significa el mundo de la inteligencia y la contrainteligencia a través de los años.
Y es en este momento que nos damos cuenta que este lugar está hecho para romper los prejuicios no sólo de los asistentes, sino de la comunidad cultural. No sólo existe una curaduría impresionante en términos de la enorme cantidad de elementos y artefactos originales conseguidos de todas las agencias de inteligencia del mundo posibles, sino que, además, existe una estrategia para lograr convertir este recorrido en una clase de esas que no se borran.
La educación es siempre la punta de lanza, pero no se puede hacer algo que cambie la visión sin ir un paso más allá y no hacerlo solamente “interactivo”, una palabra que de pronto se usa de más y que no parece entenderse completamente. Hay que hacerlo entretenido. El International Spy Museum tiene, además, una cantidad importante de elementos de interacción para ir aprendiendo conceptos básicos del trabajo de un agente de campo, además de material audiovisual creado por los mismos agentes de espionaje que los realizaron.
Hay pocas réplicas en el museo, pero todas están perfectamente señaladas. Es decir, mucho de lo que están viendo son auténticas armas y herramientas de espías que jugaron un papel importante en el desarrollo de muchos eventos internacionales. Y, entonces, el mejor momento de aprendizaje llega en la forma de varios de estos elementos. Muchas cosas de las que aquí se muestran no podrían estar sin la importante labor de cooperación entre diferentes agencias de inteligencia en el mundo. Claro… no esperen ver las herramientas actuales y de ultratecnología que usa el MI6 en estos días, pero existe ese sentimiento de entrega y de compromiso con las nuevas generaciones que ha llevado al museo a extender los brazos, abrir canales de comunicación y cooperación para mostrarnos que, al final, para cualquier cosa que quiera tener trascendencia, la mejor manera es hacerlo juntos, sin aislacionismo, sin la imprudente soberbia de sentirse los únicos e insuperables.
Llegamos al final para entender la fuerza que tiene la urgente necesidad de cooperación en los esfuerzos de inteligencia, porque si bien el espionaje se fortaleció y se hizo casi primordial en el desarrollo de la guerra fría, la realidad es que los retos de la actualidad son mucho más complicados y nos atañen a todos, porque las fronteras se han roto en cuanto a las nuevas formas de disrupción. La inteligencia en el siglo XXI tiene que mantenerse fiel a la búsqueda de la seguridad de las naciones en un mundo que sufre cambios constantes y casi inmediatos, en donde la interconexión y la comunicación supera hasta las más salvajes imaginaciones. El reto está en crear un compromiso en las nuevas generaciones. El mayor desafío está en mantener viva la pasión por una aventura que define el rumbo de sociedades enteras.
Y entonces entiendo la presencia intermitente de los íconos de la cultura popular del espionaje. Entiendo por qué, a través de los diferentes salones del museo se pueden ver muestras de Ethan Hunt y Maxwell Smart. Entiendo por qué Bond aparece en diferentes momentos del recorrido. Entiendo que es la manera en que International Spy Museum ha encontrado para conectar a las generaciones que cruzan sus puertas. Y es ahí donde me rompen el prejuicio y me cambian el paradigma. Es aquí donde miro maravillado a mi alrededor y entiendo que a través de los íconos de la cultura popular se ha creado un vínculo con las nuevas generaciones que caminan los pasillos y que, sin duda, no han puesto una película de Bond en toda su vida.
No… Bond no está ahí para los niños y adolescentes que recorren la exhibición o, incluso, participan en ella en alguno de los programas interactivos que existen. Bond está ahí para que los mayores podamos vincularnos con la pasión que una nueva generación necesita por la comunidad de inteligencia. Porque, si lo recuerdo correctamente, todos quisimos ser James Bond en algún momento de nuestra infancia. Porque todos quisimos, en algún momento, salvar al mundo. Salvarlo como lo hacen todos los días los héroes anónimos a los que este museo les rinde homenaje.
Entiendo, al fin, que James Bond -el personaje, no los actores- está ahí para ponerle un rostro a los héroes que dejaron la huella y pusieron los cimientos para que este lugar exista. Y una lección así trasciende las generaciones de aficionados a uno u otro personaje. Porque no dejo de preguntarme cuántos de los niños que esta tarde abandonan la exhibición entre risas y pláticas sobre lo aprendido se van con el sueño de convertirse en uno de esos pilares sobre los que se fundamentan las libertades de una nación entera.
Si quieren saber más del Museo y hacer reservaciones den click aquí.
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