Por Elsie Méndez @sabormexico
Hace ya varios años, visite por primera vez el Hotel Hacienda Los Laureles en Oaxaca, entrar a ese majestuoso lugar me lleno de sorpresa, no imagine nunca que existiera un hotel así en la ciudad de Oaxaca. Solo iba a comer ahí, pero me prometí que un día regresaría para poder hospedarme en este sitio que me había cautivado tanto. El tiempo paso y finalmente pude cumplir el sueño de disfrutar unos días de la paz que se vive en Hacienda Los Laureles.
La hacienda donde se ubica el hotel, es un edificio edificado en los años 1800´s (Siglo XIX) que perteneció a una familia a quien el actual propietario convenció para que se la vendiera y poder construir ese paraíso en el que soñó toda su vida. Su larga e importante carrera como hotelero le dio todos los conocimientos para crear un lugar excepcional que con el tiempo se ha ganado el respeto y admiración de todos quienes hemos visitado el hotel. Ahí quedarían plasmados aquellos deseos y solicitudes que miles de huéspedes le habían hecho a lo largo de su vida profesional, al fin podría cumplir con los caprichos de quienes deseamos las vacaciones perfectas.
Al edificio original se le añadió una nueva área para más cuartos respetando la arquitectura colonial de la hacienda, en total el hotel cuenta con 23 suites divididas en 5 tipos, pero eso si, todas sin excepción cuidadosamente decoradas creando un ambiente relajado para la comodidad de quienes nos hospedamos ahí.
Si bien Hacienda Los Laureles no está en el Centro Histórico de Oaxaca, la zona residencial de San Felipe del Agua es una de las más bellas de Oaxaca, lo que permite que uno este a solo unos minutos de los puntos de interés de este destino, con la ventaja de la paz y tranquilidad que rodea al hotel.
Para el propietario el jardín es el corazón de Hacienda Los Laureles, al cual le ha dedicado toda su atención para que este luzca esplendoroso durante todo el año, es su orgullo, y con razón, los señoriales árboles, rodeados de bellas flores y un pasto en el que antoja tirarse y sentir su suave frescura, nos invitan a dejar a un lado el estrés y gozarlo al máximo.
Tomar el café por la mañana sentada en la mesita fuera de mi habitación y escuchar el canto de las aves, me renovó al máximo, y luego, me dedicaba a disfrutar bocado a bocado de las maravillas que en la cocina preparan para el desayuno. Unos ricos huevos con tasajo, o unos chilaquiles con mole, jugo fresco de mandarina o de la fruta de temporada, y más café de grano oaxaqueño. Si, si existe un pedacito de cielo en la tierra de Oaxaca.
Por las tardes un masaje realizado por las expertas manos de quienes laboran en el Spa, diseñado específicamente para que lleguemos al punto máximo de relajación, es un premio más que merecido cuando uno lleva una vida ajetreada ( y si no, ¡También! ). Y se que son especialistas cuando logran que un pequeño ronquido me despierte porque me perdí, y logre que mi cerebro se desconectara.
Para la comida y cena, el restaurante de Hacienda Los Laureles, prepara las mejores recetas que han hecho famoso a este destino, ya sea en la terraza con la vista al jardín o desde su elegante salón comedor, disfrutarán de grandes platillos. En su menú se incluyen los moles amarillito, negro, buenos cortes, sopas de calabaza, y frescas ensaladas para los días de mucho calor. Sus postres son sensacionales, así que dejen un espacio para que no se pierdan ninguno.
Pasear por el corredor mientras camino a mi cuarto me recuerda cuanto ansiaba estar en ese lugar, han pasado dos días y sigo ahí metida sin querer ir a la ciudad. Y es que por las tardes gozaba de estar en mi cuarto sentada en la salita leyendo ese libro que tenía pendiente desde hace no se cuanto tiempo. Y la siesta, esa que pocas veces al año puedo darme como premio una tarde cualquiera, sobre un cama de la que me cuesta trabajo salir por las mañanas.
Sus amplias habitaciones, que cuando abro las ventanas se iluminan del todo, no me hicieron extrañar mi casa ni por un minuto. Y contrario a lo que sucede en otros hoteles que siempre es necesario prender el aire acondicionado o la calefacción, durante el verano, el frescor de sus gruesas paredes y sus ventanales, nos permiten disfrutar de la suave brisa que entra sin tener que usar aires artificiales.
Una sola visita al Hotel Hacienda Los Laureles nunca será suficiente, y motivos para venir a Oaxaca siempre hay en mi agenda de viajes. Sin duda he de regresar, a ese remanso de paz que solo este hotel me ofrece en uno de mis destinos favoritos en todo México.
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