Por Elsie Méndez @sabormexico
¿Cuantas veces han llegado a un hotel donde literalmente se sientan como en su casa y hasta mejor que en la propia? Yo en verdad nunca, y por primera vez me sentí en casa de uno de mis mejores amigos, de alguien a quien conociera de toda la vida, así es, Casa de Mita.
Si a eso agregamos que yo tengo la mala costumbre de perder la llave de la habitación con la misma facilidad con la que todos perdemos plumas y encendedores, y que en Casa de Mita NO existen llaves para la habitación, estaba en el sentido estricto de la palabra “como en mi casa”.
Casa de Mita solo tiene 8 habitaciones, y como cualquier casa todas están decoradas de forma diferente ¿o no es así en la de ustedes? Porque es lo que hace que cada espacio sea único y le de ese toque personal. Ninguna tiene número, no se necesita, porque cuando llegas sabes que tu cuarto esta subiendo o bajando la escalera de lado derecho o izquierdo.
La mía era justo como yo la habría decorado, ¿me habrán investigado antes? Con una cama con dosel de manta de cielo y muebles estilo mexicano labrados a mano, hermosos, por artesanos de todo el país, combinados con otros de toque antiguo muy elegantes, el baño con esa talavera pintada a mano que tanto me fascina, y una terraza preciosa con una vista divina a la bahía de Punta Mita.
Marc Lindskog el propietario, que a partir de este viaje decidimos ser familia, estaba en su oficina cuando llegue y pase a saludarlo, nos quedamos un largo rato platicando, como dos amigos que tienen tiempo de no verse, poniéndonos al día de lo que ha pasado desde la última vez que nos vimos, cuando esta en realidad, era la primera vez que nos veíamos.
Ya entrada la tarde, salí a dar un paseo por la playa y regrese a mi cuarto para disfrutar de la terraza y después de mi bella cama como de cuento de hadas y de ese confort que había en cada rincón de mi habitación. Leer escuchando el suave sonido del mar que aquí era menos estruendoso, como si a propósito se acoplara a esta Casa, paso mi tarde, y llego la noche para cenar algo ligero y estar lista para el siguiente día.
Casa de Mita es uno de esos lugares que ni en mis sueños mas lejanos hubiera imaginado visitar, de entrada porque no sabía que existiera algo así, y segundo porque hay veces que vemos las cosas inalcanzables cuando no lo son en realidad.
¡Buenos Días Elsie! ¿Que quieres desayunar? me pregunto uno de los chicos que labora en la casa, y pues yo acostumbrada a esos cartas con menús interminables o con las opciones de siempre en los hoteles le conteste, pues enséñame la carta y te digo, a lo cual respondió – No, pues es que aquí no hay carta, es lo que tu quieras desayunar y si hoy no tenemos algún ingrediente te prometo mañana te lo hacemos – ¿Qué tal eh? Bueno, pues si de complacerle a uno se trata pedí unos ricos huevos con salsa molcajeteada recién hecha con frijoles refritos y una gran taza de café de Nayarit, pan dulce y unas mermeladas hechas en casa que si no hubiera tenido un recorrido por hacer el resto de la semana me habría llevado un par de tarros.
A Casa de Mita se viene a descansar, a pasar momentos de relax y gozo, y yo no estaba ahí para romper reglas no escritas pero si entendidas, así que libro en mano, audífonos en los oídos, me propuse pasar una mañana sin presión de ninguna índole, y aunque por todo el hotel hay servicio de wifi para conectase a internet, me hice loca por un día y no vi ni mis correos, si había algo urgente ya me llamarían.
Quería pasar por todos los camastros, tumbonas, carpas con blancas cortinas de manta blanca impecable, con cojines de algodón de colores brillantes teñidos con pinturas vegetales, así que primero estuve en unos frente al mar y para la comida me pase a una carpa y para la tarde en otra mas cerca de lo que es la sala de estar de la casa.
Para la comida si hay un menú establecido que cambia todos los días que el mismo chef que preparo mi desayuno tiene listo desde las 12 del día para quienes tienen costumbre de hacerlo a esa hora. Hay para todos los gusto, carne, pescado, pollo y vegetariano, preparados con inspiración en la cocina mexicana, yo me decidí por una ensalada fresca con camarones al grill y un pollo con mole de la casa y arroz blanco, ¡Para chuparse los dedos! Vino Blanco para la ensalada y espumoso para mi mole armonizaron mis platillos
Que mejor espacio que esta carpa que les comparto en la foto para sentarme a escuchar mi música favorita e inspirarme para un par de artículos que tenia pendientes de escribir, y que por andar de lectura en lectura no había terminado, así que computadora en mano deje que las palabras fluyeran mientras me tomaba una de sus famosas margaritas.
No recuerdo en que momento me quede dormida, pero cuando me desperté había en mi escrito como 3 paginas de eses que se ve deje el dedo en esa tecla y cuando desperté no me quedo mas que reírme de algo que alguna vez, le sucedió a mi novio y me reí a carcajadas burlándome de el, prometo no volverlo a hacer.
Decidí que para terminar mi escrito estaba mejor que me sentara en la gran sala con vista al mar y desde ahí muy cómoda y descansada darle un rato más a las teclas, ahora con un té verde que tengo que preguntar donde consiguen porque tenia ese sabor característico de un té original y autentico, y no de bolsita.
Para la noche Adelaida se encarga que la cena este lista a las 6 de la tarde, para huéspedes y visitantes. Al igual que la comida hay opciones para todos, y para ese día los platillos era un Portobello relleno de salsa con casse, Pechuga Cordon Blue y queso provolone y de carne un medallón de filete en salsa de oporto y roquefort, los 3 de verdad extraordinarios, ¿Qué como lo se? Bueno, es que con el pretexto de que tenia que tomar las fotos me pusieron los tres frente a mi y les di una probada, tal vez un poco mas que eso, porque no pude resistir la tentación. Mi favorito la pechuga ¿o fue el medallón? ¡Creo que los tres! Para acompañar mis platillos vino blanco y tinto, la selección de vinos de Marc es de las mejores porque el mismo se encarga de seleccionarlos y es un gran sibarita.
Adelaida tiene una historia, de esas que me roban el corazón, ella desde pequeña eso de ayudarle a su mamá en la cocina no le significaba ningún pesar, porque adoraba estar entre los fogones de su casa, lo cual le serviría más tarde, ya que por cosas del destino y de la vida tuvo que viajar a Tijuana y estando ahí busco la forma de sobrevivir y lo que aprendió con su mamá le ayudo a que su pequeña cocina económica le diera para vivir los años que ahí estuvo.
A su regreso a su pueblo, un lugar cerca de donde se ubica Casa de Mita, se entero que en el hotel solicitaban una cocinera, nada perdía con presentarse y mostrar lo que sabia hacer, créanme cuando les digo que Adelaida no le pide absolutamente nada a los grandes y muy famosos cocineros y chefs de nuestro país, tan buena es su cocina que muchos de los huéspedes del hotel Four Seasons Punta Mita acuden a cenar con ella por la fama que tiene de buena cocinera.
Con ese corazón que tiene Marc y con la idea de que Adelaida este mejor preparada, no en beneficio del hotel, sino de ella misma si un día decide salir de ahí, ella asiste a la escuela por las mañanas y saliendo tiene tiempo de atender a su pequeña hija, porque además es madre soltera. Si, Casa de Mita es una familia completa.
De todo mi viaje Adelaida y el cocinero del Hotelito Desconocido fueron los mejores de toda la experiencia y recorrer culinario de Vallarta y Riviera Nayarit ,sin lugar a dudas.
Al otro día debía partir muy temprano para Costalegre así que lo mejor era aprovechar esas horas que aun me quedaban en mi nuevo hogar, que desde ese momento me dolía dejar, pero con la firme idea de regresar tan pronto me sea posible y reencontrarme con mis amigos de Casa de Mita
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