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Hilton Los Cabos. Un hotel con herencia que pone alto el estandar.

por Carlos Dragonné

He pasado mucho tiempo en Los Cabos en los últimos tres años. Y no parece que eso vaya a cambiar hacia abajo, sino más bien a aumentar. Hay algo en este destino que siempre he pensado que todos deberían conocer y, al mismo tiempo, quisiera que se mantuviera en la discreción que hasta ahora ha tenido, por aquella falsa ilusión de pertenencia. Pero si alguien se los va a contar, prefiero ser yo antes que otros. Y Hilton Los Cabos suena a ese tipo de espacios que quisieras que se mantengan siempre para ti, porque no quieres que nadie los cambie. Nos quedamos tres días en un hotel que tiene historia en el destino y descubrimos varias de las que nos urge hablarles.

Dos décadas de Hilton Los Cabos como ejemplo.

Parecía una broma que nunca me hubiera quedado en este hotel. Tantas veces viajando a este destino y no había, siquiera, cruzado las puertas de una propiedad icónica de la Transpeninsular y que lleva abierta 21 años. Pero no se trata sólo de estar desde hace dos décadas en Los Cabos, sino de mantener la historia y calidad que, leyendo un poco, han mantenido.

Porque ahí está la red con su cúmulo de información que nos haría bien revisar de vez en vez. Y entre artículos y menciones del hotel, hay un común denominador que sólo alimenta mi curiosidad mientras espero el abordaje de mi vuelo desde el aeropuerto de Toluca. Venturosamente viene a tiempo, así que con toda la confianza abro cuanto artículo puedo, los dejo precargados para el vuelo y empiezo el camino de la curiosidad.

¿El común denominador? Expectativas superadas. Al parecer el viajero mexicano tiene una idea de lo que es o lo que normalmente ofrece una marca como Hilton y, quienes se han dado a la tarea de contar sus historias, se muestran sorprendidos por lo que encuentran una vez que entran al lobby, habitaciones y restaurantes. Llega mi avión y me subo para terminar la lectura pero convencido de que el juicio lo determina uno con todas las variantes de cada viaje.

Hilton Los Cabos viene con herencia de lujo

No se de qué se sorprenden. Hilton Los Cabos llegó a Los Cabos de la mano de Beny Alagem, un hotelero multimillonario que conoce sobre el lujo, siendo también propietario del Waldorf Astoria y el Beverly Hilton ambos, como imaginarán por el último mencionado, en Beverly Hills. Y Alagem sabe lo que hace en la industria de la hospitalidad. No se si siga siendo de Alagem el hotel —hasta donde entiendo ya es parte de la cartera de Walton Street Capital Mexico—, pero lo que sigue siendo un hecho es la categoría de un hotel que, a primera vista, se rige bajo sus propios estándares de categoría.

¿Por qué? Porque recorriendo el hotel en mi primer momento de descubrimiento —tras haber dejado cosas en la habitación—, empiezo a pensar que debe haber alguna decisión de marketing y reconocimiento de marca para no darle la vuelta y volverlo Curio Collection, la subcategoría de lujo de la marca. El hotel lo merece, sin duda. Mi habitación, al menos, así me invita a pedirlo. Tuve la suerte de agarrar una suite Altamar que te da la experiencia de privacidad con un espacio para sentarse a ver el mar y perfderse en esta costumbre de dejarse consentir.

Pero no solo de habitaciones vive el viajero. Y en un destino como Los Cabos en donde salir del hotel muchas veces no es opción —yo ya rento un auto cada vez que vengo porque sí me gusta ir a recorrer San José o, de pronto, darme una escapada a comer a Todos Santos—, lo que importa es qué tan bien te la puedes pasar dentro del hotel y, sobretodo, qué tanto puedes hacer para gozar los días que decides desconectarte.

¿Recetas? ¿Café artesanal? ¿Mermelada?

Si se les antoja algo de esto, entren en nuestra tienda. Tenemos todo eso y más. Productos de artesanos de Chiapas, Puebla y Estado de México. Además, nuestros recetarios están ahí a la venta.

Comida y bebida en Hilton Los Cabos.

Lo que más me importa siempre es comer bien. Y aquí es cuando regreso a mi investigación en el avión sobre artículos e historias del hotel. A un nombre que he visto constantemente en estas historias y que he oído a otros mencionar porque es uno de esos cocineros que llegó al destino hace muchos años y del que se habla poco. Al menos mucho menos de lo que debería.

Mauricio López ha forjado más que una carrera en Hilton. Ha creado un estilo y nivel de calidad que lo ha convertido en un básico de la cadena. ¿Recuerdan ese viejo adagio de “conviértete en indispensable y tendrás el trabajo aseguroado”? Algo así pasa con Mauricio quien ha estado siempre detrás de estas cocinas, reinventando y reinventándose, entendiendo la transformación gastronómica del destino y exhibiendo un talento para los fogones del que muchos de los que tanto presumen premios, guías y revistas, ya quisieran una fracción.

La cocina es, por mucho, uno de los elementos fundamentales de Hilton Los Cabos y conforme voy probando los sabores de los distintos espacios en los días de mi estancia, voy entendiendo más por qué Mauricio López lleva casi dos décadas en Hilton, redefiniendo el mapa gastronómico real de Los Cabos; y voy entendiendo menos de dónde sacan muchas publicaciones “especializadas” su especialidad, porque de este Chef, como de otros que hemos hablado antes, deberían estar haciendo especiales y portadas. Pero gastan ríos de tinta en los mismos seis que ya no tienen nada que contar. Eso es, como siempre, otra historia.

Ingredientes, herencia, gustos y disciplina. Los elementos base de la cocina de Hilton Los Cabos.

Hilton Los Cabos me sorprendió a todas horas en el tema gastronómico. Primero con una cena en Vela, donde la inspiración de los ingredientes mexicanos y locales choca con la pasión de Mauricio por la cocina italiana —pasión que luego descubriríamos que heredó a sus hijos, pero de ellos les tengo que contar en otro texto— y en donde la pasta fresca viene a poner orden en un abanico de opciones que parece olvidar que, finalmente, es la sencillez de la cocina lo que importa, siempre que el ingrediente esté bien tratado.

Ella, mi siempre cómplice de aventuras, sonríe mientras disfruta una Burrata en el restaurante a la orilla de las albercas centrales de Hilton y entendemos que, por mucho, Vela es el espacio insignia para la cena. Entre pasta, queso fresco y un corte de carne cocinado a la perfección, abrir la cena con un vino del Valle de Guadalupe que la bodega hace exclusivo para el hotel y cerrarla con un tiramisú de la casa hacen que la primera noche sea una para el recuerdo. Pero nos faltaba todavía.

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Talavera y la herencia mexicana de  Hilton Los Cabos.

Es en el desayuno en donde descubrimos la verdadera herencia de Mauricio y el cuidado y artesanía que le pone a lo que hace en la cocina. “Se trata de hacer las cosas con el sabor y auténtico y respetando al ingrediente. Tenemos una cocina increíble y hay que darle el espacio a la gente para que la enseñe”, me cuenta mientras orgulloso camina por las estaciones de cocina abierta que muestran un recorrido por el México de sus amores.

Talavera es algo más que el espacio para presumir una parte de México. Es un viaje por lo que estoy seguro es el rincón de los recuerdos de un chef ejecutivo que se esfuerza por dejar huella en la gente que está en sus cocinas. Aquí el maíz es uno de muchos protagonistas de sabores que nos remiten a recuerdos de viajes, cocinas locales, cocineras tradicionales y ese México que seguimos sin terminar de descubrir y que, afortunadamente, tiene en Mauricio López a otro de sus grandes curiosos incansables.

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A bajar la comida… con un agave o varios.

Pero Mauricio tiene claro que las puertas se tienen que abrir para que la grandeza de la gastronomía nacional aparezca en manos de todos. Y ahí es cuando nos presume Sotol, el nuevo bar de agaves que tiene en Ana Martínez a una de las voces más estudiadas de agaves que hayamos conocido.

Este nuevo espacio en donde Mauricio y Ana juntos se enfocan en sus propias pasiones es un enorme espacio de historias por contar entre ingredientes locales y destilados de identidad mexicana que pocas veces he visto a alguien dominar como lo hace Ana. Y es aquí que entre bocadillos y lecciones, Ana presume una “Biblioteca de Agave” sin dejar en claro que la verdadera biblioteca es ella. ¿Quién diría que encontraríamos tan profunda experiencia de agave en plena carretera Transpeninsular?

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Pocos días en Hilton Los Cabos, pero siempre está la ventaja de volver

Como les decía al comienzo del texto, he pasado mucho tiempo en Los Cabos en los últimos tres años y parece que pasaré más en los próximos dos. Platicando con Sergio Bocci, Gerente General de la propiedad, dice una cosa clave sobre lo que sucede en el hotel: “Opciones hay muchas. Nos gusta que la gente salga, vea, descubra y las conozca. Al final, sabemos que seguirán volviendo aquí. Porque aquí saben que siempre hay un lugar que es suyo”.

Y entonces me vuelvo a preguntar: ¿Cómo es que no hay más gente hablando de este espacio y del talento de su gente? Bueno, mientras los demás terminan por descubrirlos, yo espero poder seguir contándoles las historias que me falta por escuchar. Y se que son muchas.

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