Por: Gabriel Bedolla
Oaxaca ha dado mucho de qué hablar en el 2020 y lo que va de este año, debido a las recientes decisiones tomadas por su gobernador, desde la prohibición de alimentos chatarra o frituras a menores de edad hasta la reciente polémica por el cierre total a Hierve el Agua, emblemático destino turístico ubicado en la sierra norte del estado.
México es uno de los países de América Latina con mayor riqueza cultural, vegetal, animal y turística. Esta última es una de las actividades principales a nivel nacional que recauda mayores fondos y se ve reflejado año con año en el PIB (Producto Interno Bruto).
Podría decirse que en México a cada estado de la República al que viajes encontrarás mínimo de 1 a 5 destinos turísticos de alta demanda así como otros escondidos entre sus vastos pueblos mágicos, siendo Oaxaca uno de los estados más emblemáticos del país en parte por su gastronomía, la cual es reconocida a nivel mundial. Sin embargo, Oaxaca también posee una de las culturas más antiguas a nivel Mesoamérica, y ahora los habitantes del estado están dispuestos a tomar entre sus manos esa cultura. El pasado 24 de Marzo miembros de la comunidad decidieron cerrar definitivamente uno de sus destinos turísticos más emblemáticos.
Hablemos de las razones del cierre de Hierve el Agua.
El origen de esta decisión tiene sus cimientos dos décadas atrás cuando comenzaba el conflicto entre dos poblaciones: San Isidro Roaguía de origen Zapoteca y San Lorenzo Albarradas. Estas comunidades se disputaban los ingresos que se perciben de dicha zona. Mientras el pueblo de San Lorenzo acusa que el destino turístico no está bien administrado por el pueblo de San Isidro debido a que no cuentan con las vías de acceso necesarias, así como la infraestructura entre otras cosas. Por su parte, los pobladores de San Isidro se defienden abogando por la preservación y cuidado de la zona. Debido a que son un pueblo más apegado a sus raíces y conservador buscan la preservación del lugar en cuestión.
La diversidad de México amenazada
El problema es que aunque México sea un país con una enorme diversidad, parece no haber la suficiente cultura para valorar y cuidar nuestros bienes patrimoniales. De hecho, basta explorar la página Greenpeace México, la cual nos menciona que durante el 2020 y el 2021 en México se han registrado los peores incendios en los últimos 10 años de acuerdo con el Reporte Semanal de Incendios de la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR).
Durante el 2021 se han registrado 3,735 incendios forestales en 29 entidades federativas, afectando una superficie de 127,110 hectáreas de territorio. Las entidades federativas con mayor superficie afectada han sido: Nuevo León, Oaxaca, Estado de México, Chihuahua, Coahuila, Guerrero, Chiapas, Durango, Michoacán, Puebla y Baja California.
Necesitamos viajar mejor, ser más conscientes. O lo de Hierve el Agua se repetirá en muchos lugares.
Hace falta una mayor educación ambiental en México. Porque las personas comunes y corrientes carecen de la empatía para preservar el ambiente y ecosistema, mientras que el gobierno ha violado normas ambientales y de operación en instalaciones. Ahí está de ejemplo la Termoeléctrica de Tula que ya ha superado su tiempo de vida útil. Es urgente un cambio en el modelo de generación de energía. La solución tomada por el pueblo de San Isidro hasta el momento de cerrar el lugar de forma definitiva puede ser extrema. Pero para ellos, personas ajenas a la comunidad representan un riesgo y dejan a un lado los fines monetarios por el bien de la naturaleza.
El cambio debe generarse en nosotros. No esperemos que instituciones gubernamentales, empresas multinacionales o personas con poder mediático vengan a resolver estos problemas que al final nos incumbe a todos. La preservación animal y vegetal depende de nosotros, porque nosotros dependemos de ellos.