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Gruene: Historia a ritmo de country en Texas.

por Carlos Dragonné

Por: Carlos Dragonné

Cuando uno viaja por Texas, la conexión con lo que somos parece palpable casi en cada segundo y cada kilómetro. Sin embargo, también hay que recordar que de muchas migraciones se hizo este estado y que no sólo de México come el mundo. Meternos a los pueblos del centro del estado más grande de Estados Unidos es descubrir y recorrer una influencia europea y llena de tradiciones y conocimientos culinarios distintos. De ahí que la diversidad, aunque nos pueda sorprender, parezca la bandera que enarbolan las grandes ciudades de la estrella solitaria.

Gruene, Texas

En el viaje y recorrido por Texas, conforme uno se adentra en la 290 y en los caminos fuera de las carreteras principales, el escenario se va tornando a la herencia de las familias alemanas que llegaron hace siglos y que encontraron en las tierras tejanas el lugar para hacer una vida y marcar una herencia. Entonces, uno atraviesa pequeñas calles y pequeños pueblos para llegar a Gruene en New Braunfels, una parada en este recorrido que sabe más a historia y menos a texmex, y que todos deberíamos hacer en algún punto.

Gruene, Texas, Gruene Mansion Inn

Gruene tiene ese pequeño estilo a pueblo pequeño pero sin el infierno grande. Lugar de edificaciones históricas estatales y de pequeñas tradiciones que se arraigaron en la mente de los locales –y, con ello, en el inconsciente colectivo de los viajeros– aparecen en el centro de la plaza en la forma de un salón de baile, olores a cerveza local y a BBQ, con el eco de la música, elemento que parece sostener los hilos de estas poblaciones.

Gruene, Texas, Gruene Mansion Inn

Nos llegamos a estacionar a Gruene Mansion Inn, parte de este conglomerado nacional de Inn’s que descubrimos por nuestros viajes por Sonoma tiempo atrás (y de los que platicamos en este texto un poco), un lugar que no niega su origen y que le hace homenaje a las raíces de un lugar a la orilla del río donde los vaqueros podían parar antes de seguir el recorrido hacia nuevas tierras.

Gruene, Texas

Hoy convertido en uno de los hoteles más interesantes que hemos visto y con una vista al río Guadalupe que nos permite el juego de los atardeceres de Texas –que rivalizan con los de Arizona en belleza y tonalidades de ocre y naranja perfectos-, este espacio construido hace casi 150 años no puede ser más cercano al estereotipo positivo que uno tiene cuando viaja por el interior de Texas. Madera. Madera apilada, unida, amarrada y hecha un extraordinario lugar para descansar mientras el río va corriendo y dejando una hebra de sonido en la terraza que nos recibe y en donde disfrutamos el primer descanso tras más de doscientos kilómetros de camino al volante.

Gruene, Texas

Pero Gruene tenía algo desde la planeación de nuestra aventura que llamaba la atención. Gruene Hall fue el primer salón de baile que permitió la entrada a mujeres. Es, también, el salón de baile más antiguo de esa región y uno de los espacios en donde, sentarse a observar equivale a conocer a fondo. Si alguna vez han imaginado un salón de baile de pueblo texano, esto es lo que ha aparecido en su mente.

Gruene, Texas

El juego de pies, la música de una banda que, por esta noche, regresaba a los tablones del lugar que los vio nacer –desconocidos, sí, para nosotros, pero al parecer una sensación increíble en el público multigeneracional que llenaba la pista, las mesas, los billares y el jardín de un espacio que, parece, albera a todo el pueblo en un viernes por la noche, mientras los que no vinieron están en la contra esquina comiendo frente a las pantallas del que parece el único bar del centro del pueblo.

Gruene, Texas

Al ritmo Two Ton Tuesday abrí mi primera cerveza de la noche y ocupé un lugar en la esquina de la barra. Un tablón gigante de madera rodeado de las fotografías de grupos y cantantes que han pasado por el lugar o que, incluso, tienen a Gruene como el punto de partida de una carrera mucho más larga. Porque esta noche quienes tocaron fueron Two Ton Tuesday, pero por el humilde escenario elevado apenas unos treinta centímetros de la zona donde hombres, mujeres y niños bailan en círculos con el ritmo tejano que yo jamás habré de ser capaz de dominar, han estado los ritmos de Lyle Lovett, BB King, Loretta Lynn, Leann Rimes y hasta Kevin Costner que, dicho sea de paso, no sabíamos ni que tenía una banda.

Gruene, Texas

Desde Garth Brooks hasta Willie Nelson, el country ha estado medianamente presente en mis listas de reproducción a través de los años. La música y el sonido de pies sobre tablones de madera en un salón que rechina y cruje con historia, en espacios que alguna vez se llenaron de aserrín, escupideras y humo de pipas y cigarrillos son parte de nuestra imaginación viajera conforme vamos creciendo. Y si bien el aserrín dio paso a pisos bien encerados, las escupideras han desaparecido o se han vuelto elementos decorativos en la esquina y el humo de cigarrillos y pipas está ya prohibido en prácticamente el mundo entero, uno no puede dejar de pensar que, como parte de las fantasías que dirigen la mente del viajero, ávido de descubrir que tan errado o atinado ha estado en sus sueños, la música y la colectividad de lugares como Gruene compensan con creces la falta del cliché que la televisión de los 70 y 80 permeó en nuestra mente.

Gruene, Texas, Gruene Hall

Tres cervezas después y con el disco en la mano del grupo que apenas unas horas antes no tenía idea de que existía, crucé la calle para adentrarme en un restaurante que parece luchar contra la herencia histórica de Gruene mientras, irónicamente, defiende en su arquitectura los años que el edificio lleva presenciando la historia del centro de Texas. Al terminar de cenar un bocado rápido para no dormir con sólo alcohol en el estómago –clave importante para que una cerveza no se vuelva una pesadez matutina-, comencé a caminar de regreso al Inn y paré en medio de la calle para observar la fachada de un lugar que ha visto el paso de los años desde el escenario apenas unos treinta centímetros por encima de la gente que juega noche a noche a defender la profundidad histórica de un pueblo que no debimos haber pasado tanto tiempo sin conocer.

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