Me he quedado en cada oportunidad que he tenido en casi todos los destinos. Admito que tengo una especie de preferencia y de sesgo subjetivo hacia el trabajo que hace Gerardo Rivera al frente de las cocinas de Fiesta Americana —y de Grupo Posadas en su totalidad, de hecho— y, por mucho, Gerardo es uno de esos cocineros que han marcado escuela y han dejado una larga lista de alumnos que hoy van por la vida siendo Chefs ejecutivos por sus propios méritos. Pero de pronto caí en cuenta… ¿por qué no les he contado de los hoteles? Bueno, corrijamos eso. Y empecemos por el consentido: Grand Fiesta Americana Los Cabos.
Grand Fiesta Americana Los Cabos, ¿por qué es el consentido?
Hay una vinculación emocional con Los Cabos. Creo que ha quedado claro eso desde hace mucho tiempo. En Sabores de México y el Mundo hemos creído fielmente en el crecimiento del destino como centro culinario de lo que pasa en el país y, sobretodo, de lo que la gran mayoría de medios y colegas tiende a ignorar en esta manía de querer escribir sobre los mismos cinco de siempre.
Hace ya varios años hablamos sobre la sorpresa de encontrar un All-Inclusive con una cocina excepcional cuando fuimos por primera vez a Grand Fiesta Americana Los Cabos. Pero la experiencia va más allá de la cocina misma. En realidad el hotel cumple por sí solo lo que estás esperando de él y, de hecho, lo hace con creces.
Y es que la experiencia de GFA se ha convertido en un estándar de la industria, al menos, en lo que respecta a la categoría de hoteles todo incluido en la que, antes, a lo único que aspirabas era al descanso y no, por extraño que suene, a la experiencia. De hecho, esta carencia de una filosofía que sustente el trabajo bien hecho sigue siendo algo que en la industria de México está haciendo falta y se divide entre hoteles de gran lujo y hoteles que apenas entregan lo mínimo prometido.
La diferencia entre Grand Fiesta Americana y el resto.
Es, insisto, una subjetividad completa lo que pasa cuando llego. Y no, no me he quedado en Live Aqua que es, aunque de la misma compañía, algo enteramente distinto. Viajar a Los Cabos y entrar en esta propiedad que guarda tan buenos recuerdos y, sobretodo, tan interesante escuela en todos los aspectos, resulta educativo por decir lo menos y esperanzador si queremos jugar al optimismo exacerbado.
Porque de muchos hoteles hemos salido sabiendo que descansamos, pero no deseamos volver. A muchos lugares hemos ido a descubrir una parte en la que se superan y otras diez en las que las carencias se hacen más evidentes conforme avanzan los días. Acá, por azares de la suerte o no, pero nunca ha pasado eso. De comida, descanso, experiencia y entretenimiento, no nos ha faltado nada cuando vamos. Y miren que vamos la suficiente cantidad de veces y a los suficientes lugares como para poder tener un marco de referencia.
Y antes de que vengan a jugar con el argumento de “te invitaron”, “te dieron tarifa de medio” o “eres injusto con otros”, les cuento. Sí… he recibido invitaciones, me he quedado con tarifa preferencial y he pagado la tarifa regular. Y lo que me parece interesante de destacar en este texto —largamente atrasado e irresponsablemente pendiente— es que en ninguna de las ocasiones he sentido la diferencia preferencial. Es más… he viajado y me he hospedado bajo reservas hechas por terceros en las que mi nombre no aparece y he disfrutado de sobremanera sorprender a Gerardo Rivera a medio día de su revisión exhaustiva —casi obsesiva— de las cocinas mientras me devoro una hamburguesa o un ceviche en la alberca en el que, definitivamente, es mi centro de consumo favorito de todo el hotel.
Comida, descanso, tarifas, ambiente.
Los hoteles all inclusve tienen la facilidad de poder hacer lo mínimo indispensable. El viajero promedio cuando escoge uno de estos establecimientos, sabe lo que está esperando e intenta que los días se alarguen para poder regresar a su rutina habiendo pasado lo que llamamos “un buen rato”. Y ese conformismo del viajero y de las categorías han permeado en el mundo de la hotelería de una manera nociva. De ahí que hoteles como RIU o Barceló terminen sobreviviendo —muy a pesar de mis expectativas de que desaparezcan y que otros, como The Fives, pasen sin pena ni gloria en medio de un mar de opciones que parecen interminables en los destinos en donde están construidos.
El All Inclusive está jugando a tener un factor determinante sobre la competencia y, en ello, se les va la vida. Pocos espacios de esta categoría se esfuerzan considerablemente por ofrecer una experiencia completa a todo tipo de viajero en un mercado tan complicado como el de un todo incluido. Y es en ese espacio de éxito que Grand Fiesta Americana parece una máquina de disciplina e ideas en la que, por supuesto, yo pongo a Gerardo Rivera a la cabeza, pero en la que existe una larga lista de personajes clave para que las áreas estén en coordinación y constante mejoría. ¿Por qué pongo a Gerardo en mi mente como la mente maestra? Porque es a quien conozco, pero déjenme les explico lo que creo que me hace tener un poco de razón.
Una filosofía que permea.
En los últimos años he tenido la fortuna de trabajar con diferentes hoteles y restaurantes. Sabores Comunicación, empresa hermana —o consecuente, dirían algunos aunque yo digo que fue al revés, solo que nos tomó más tiempo formalizarla— de Sabores de México y el Mundo, está especializada en el mundo de la hospitalidad y la gastronomía, su comunicación, estrategias y relaciones públicas. Eso nos ha llevado a tener una lista de clientes interesantes y a entrar en ciclos de aprendizaje que no terminan nunca y que agradecemos.
En la hotelería, por ejemplo, hemos visto ir y venir gerentes generales, directores de alimentos y bebidas, chefs ejecutivos, proyectos de comunicación y agencias de RP más de una vez. Y en ello nos hemos fijado que el factor determinante de tanta rotación es una falta de sustento filosófico de las compañías. ¿A qué nos referimos? A que sin la fuerza de un liderazgo claro, las cosas nada más no funcionan. Estés en donde estés.
Gerardo Rivera representa ese liderazgo en nuestra visión, aunque sabemos que es la cara que nosotros ponemos a la compañía. Pero es este factor el que claramente está permeando en un hotel en donde cada empleado que nos encontramos en los días de cada viaje nos dan la sensación de sentirse parte de algo más grande que un simple empleo. Hay una sensación de equipo y familia en la propiedad que, invariablemente, termina por convertir la experiencia del viajero en algo considerablemente positivo.
¿Cuánto cuesta quedarse en Grand Fiesta Americana Los Cabos?
Vamos a números reales y a datos que importan a quien está planeando su viaje. Haciendo un ejercicio en Booking para 4 noches, dos adultos, en Habitación Doble Deluxe con todo incluido, el costo es —calculado en la tercera semana de abril— $41,487 pesos. Es decir, 20mil pesos por persona, lo que hace un promedio de 5,000 pesos la noche. Y antes de que empiecen a sacar cuentas sobre hoteles “más baratos”, vamos por partes y hablemos de lo que significa “todo incluido”.
¿Qué incluye el “todo incluido” de Grand Fiesta Americana Los Cabos?
Pues sí… todo. Hay 13 centros de consumo en la propiedad, entre los que destacan —a mi gusto— The Grill, Blu, El Mexicano y Rosato. Aunque he de decirles que como fan del sushi, no me quejo absolutamente nada de escaparme al menos una vez en cada una de mis estancias al Sushi Sky Bar. No sólo porque es bueno, sino porque en verdad es sorprendente que en un All Inclusive el sushi sea tan bueno.
Además de esto, vale al pena recordar que tienen un campo de golf diseñado por Pete Dye… del que no puedo contarles mucho porque no juego golf. Pero quienes lo juegan y han ido dicen que está increible. Me lo estaba poniendo como meta este año, pero la verdad es que puse otras prioridades.
Ya platicaremos de otras propiedades. Pero ahorita que está por venirse la mejor temporada de Los Cabos, no les haría mal poner este en la lista de visita.
