Tenía que haber escrito este texto hace ya semanas. Parte de mi se tardó por el cierre de año, las complicaciones naturales de las fechas y un extraño bicho —que ya no es extraño para nadie— que se me cruzó. Pero la realidad es que también estuve intentando entender lo que había vivido en una propiedad que, por una infinidad de razones, no había tenido chance de conocer. Pero en un cierre de año tan complicado en temas de medio ambiente, no dejo de revalorar la existencia de hoteles así. Bienvenidos a Fairmont Mayakoba.
Como viajeros, la primera responsabilidad que tenemos es investigar. Leer sobre los lugares en donde nos vamos a quedar y entender que cada cosa que decidimos hacer tiene consecuencia y deja una huella en el planeta. Ya habíamos platicado sobre los esfuerzos de turismo responsable en un artículo previo. Fairmont Mayakoba es el perfecto ejemplo de lo que tenemos que hacer cuando averiguamos sobre la que será nuestra casa por algunos días.
Mucho se ha dicho, de manera generalizada, sobre el crecimiento de la industria hotelera en Riviera Maya y, como siempre, no fallan los escándalos ambientales que, creados por unos cuantos irresponsables —sí, te estoy hablando a ti, Hotel Xcaret— terminan por afectar la reputación de casi todo el destino. Pero, ¿qué pasa cuando la sustentabilidad y el cuidado del medio ambiente no son algo que se hace para las portadas de revistas o para los comunicados de prensa? ¿Qué pasa cuando la huella de carbono es la primera razón para construir o, en su caso, no hacerlo? Pasa Fairmont Mayakoba.
Fairmont Mayakoba. Haciendo las cosas sin presumir.
Mi mamá siempre decía que los grandes éxitos que tenemos en la vida tenemos que guardarlos para nosotros, sin hacer alarde de ellos. Hay una línea muy delgada entre la comunicación y la soberbia, entre mostrar lo que uno hace y presumirlo como si fuera lo que todo el planeta esperaba. Fairmont Mayakoba pertenece a ese grupo de empresas que no necesita estar poniendo en todos los medios lo que hace, porque para ellos lo importante es hacerlo.
“Con el sargazo, por ejemplo, no nos íbamos a esperar a que autoridades y hoteleros se pusieran de acuerdo. Agarramos lo que pudimos y nos fuimos a limpiar la playa. Igual con la basura. No se trata de sacar fotografías en primera plana cada vez que lo haces. Estás cuidando tu playa, el ambiente y el planeta. Presumirlo estaría de más.”, me dice Silvia Ferrer, Directora de Marketing del hotel mientras desayunamos en La Laguna, el que puedo asegurarles es el mejor de los espacios para desayuno de las 3 propiedades de Mayakoba que visitamos (Rosewood, Andaz y Fairmont) y, por mucho, el que más honesto se siente.
Entre antojitos, un par de vasos de jugo verde, pan dulce y un café —porque no se puede arrancar ningún día sin una buena taza de café—, Silvia nos explica lo que dio origen a la propiedad. Y contrario a los mitos que pudieran crearse sobre el tema, la realidad es que lo que inspiró la construcción de Fairmont Mayakoba fue el cuidado y el respeto al medio ambiente. La filosofía Fairmont parte de esa premisa: “Si no vamos a cuidar la zona donde nos ponemos, si no hay proyectos de sustentabilidad y si no vamos a apoyar el crecimiento y respeto de las comunidades, mejor no nos ponemos”. En una era en la que billonarios están compitiendo por ver quién órbita dos minutos más en sus caprichos privados mientras queman combustibles por el simple placer de ver —perdonen la expresión— quién tiene el cohete más grande, saber que empresas como Fairmont existen da un poco de esperanza.
La filosfía sustentable de Fairmont Mayakoba.
Más allá de adoptar las iniciativas de Planet 21 que desarrolló Accor (en serio den click y averigüen un poco sobre el tema), hay un tema que fue fundamental para la llegada de Fairmont a Riviera Maya: ser guardianes de la Tierra. El asunto es simple: construir no debe ser destructivo, sino adaptarse a una construcción y un diseño sostenible que cuide la biodiversidad de las zonas donde llegan. Así, andar por los canales de Mayakoba toma un nuevo significado, porque deja de ser una atracción más del hotel para convertirse en un atractivo de la filosofía entera.
Más allá de la filosofía, la puesta en práctica en un hotel de esta categoría no es un reto menor. Pero todo comienza con el huésped y la forma en que se le comunica el trabajo que se está realizando y la manera en que ellos mismos pueden ser parte de un legado histórico. “No se trata de poner una propiedad y explotar la zona, sino de respetar el espacio y mantenerse aquí. Somos invitados en las comunidades y lo mínimo que podemos hacer es cuidarlas”, escucho que dice un miembro del equipo a un huésped que, claramente, está interesado en lo que sucede con la fauna del lugar.
Lo importante de una promesa: cumplirla.
Aquí no se trata de calendarizar eventos que parezcan apoyar al medio ambiente para aprovechar el hashtag en Instagram. Se trata de respetar los espacios de la fauna endémica de la región que incluye coatíes, águilas y hasta venados, algunos de los cuales nos fueron acompañando a la distancia en el recorrido por los canales. Y es entonces que un concepto llega a mi mente: sostenibilidad.
Fairmont Mayakoba está llevando el esfuerzo de la sustentabilidad a la siguiente gran etapa: la sostenibilidad. Trabajar de la mano de comunidades y entendiendo Mayakoba como un espacio que hay que cuidar y mantener en constante crecimiento está logrando que los espacios de un hotel de lujo convivan con lo que parecía una utopía: la verdadera responsabilidad social detrás de una de las actividades humanas que mayor impacto genera en el planeta.
Camino de regreso a mi habitación a media tarde para descansar un momento. He tenido la suerte de recorrer los canales de Mayakoba en pleno atardecer, consiguiendo algunas fotografías que puede que decoren mi oficina pronto. El silencio de la propiedad me impresiona, sobretodo entendiendo que están en un 75% de ocupación. Pero hasta para eso hay cierta armonía en el diseño del hotel, porque lo que predomina es el ruido natural que ofrece Mayakoba.
Despierto la mañana siguiente sabiendo que requiero más días en el hotel, que apenas he encontrado el primer nivel de historias que se pueden descubrir de una propiedad. Y es que lo que más me importa no es contarles sobre las habitaciones, el spa o los restaurantes. Eso, por definición misma, ustedes tienen claro que son de clase mundial. No por nada es un hotel 5 Diamantes.
Las historias que más quiero descubrir son las que están sucediendo todos los días y de las que se habla poco. Pregunto por qué no lo cuentan a todas luces y con todas las voces. “Lo hacemos porque amamos hacerlo, porque es nuestra filosofía, porque así trabajamos. Pero, sobretodo, porque es nuestra responsabilidad. Y uno no va presumiendo que hace lo que tiene que hacer como si fuera algo extraordinario”, me contestan a lo que creo es una pregunta básica. Y entonces entiendo que en esto, el básico soy yo y me falta mucho por comprender. Uno no presume lo que lo hace ser. Eso se llama soberbia. Y para dejar huella se requiere humildad. Una humildad que muchos deberían aprender de Fairmont Mayakoba.