Por Yuliana Ballesteros @chinousb
“¿No has ido a Eloise?”, fue lo primero que con gran incredulidad me preguntaron las dos amigas con las que organizaba salir a cenar. “No, pues no”, les respondí sintiéndome cuasi regañada. La verdad es que no había tenido oportunidad de visitarlo… y vaya que me estaba perdiendo de algo muy especial.
Ubicado al sur de la ciudad (sobre Av. Revolución, un poco antes de Pabellón Altavista), el restaurante Eloise es un pequeño restaurante que bien podría pasar inadvertido en caso de ir distraído o peleando con el tráfico. Y si bien me fue un poco difícil encontrarlo, créanme cuando les digo que todo cambia una vez que has dejado el coche en el valet y cruzas la puerta.
Este bistrot está pensado para disfrutarse tanto por su comida, como por su decoración, en la cual predomina una armoniosa paleta en colores morados, blancos, negros y metálicos. La madera hace también lo suyo en las mesas en tono oscuro que cubren la superficie del salón, y a las cuales hace mucho tiempo les quitaron los ‘manteles largos’.
El lugar también tiene toques vintage y clásicos, muy al estilo de la decoración de las casas de las abuelas o bisabuelas: grandes trinchadores en madera blanca y sillas grandes y pesadas con respaldos ovalados y tapicería intocable. Casi puedo escuchar el “no sea que la vayas a ensuciar con tus manitas”, de mi abuela Dixit. Definitivamente, el ambiente es chic y confortable. Y estoy segura que es capaz de ‘enloquecer’ a cualquiera gracias a todos esos detalles tan bien ensamblados.
De la mano del chef propietario Abel Hernández y de Laura Santander –socia y sommelier del recinto– degustamos, uno a uno, tantos platillos y copas de vino como nuestro estómago pudo soportar (llegó el punto en que tuvimos que solicitar que dejaran de enviar comida a la mesa…). Así de pecaminoso fue mi encuentro con la cocina de Eloise.
Para comenzar, llegaron a la mesa dos grandes consentidos de los comensales regulares del restaurante: los huevos trufados (cremosos, potentes, fragantes) y el crème brûlée de foie gras con ensalada de arúgula (dulce, untuosa y con un divino toque amargo). Ambos platillos eran untables en pan, así que nos enviaron dos tipos de pan tostado; uno para cada platillo pues nos aseguraron que cambian por completo el sabor de los mismos en caso de probarlos con el “pan equivocado”.
Seguimos con un risotto con una ligera y cremosa salsa de espinacas. Llega servido con el peculiar sabor de unos escargots y adornado con una teja de parmesano. Yo pedí que rallaran más queso en mi plato y el mesero lo hizo hasta decir basta. Cardamomo, jengibre, setas y una salsa con minúsculos puntos de vainilla. Una combinación extraña, ¿no?. El cardamomo y el jengibre hacen una dulce y crocante costra a una posta de robalo, las setas van grilleadas y servidas por debajo de la posta, para luego complementarse con una ligera salsa de vainilla encargada de ligar todos los sabores tan finamente confeccionados. Este platillo es ganador. También, por supuesto, probamos la especialidad de Eloise: el short rib bourguignone. Con una densa y perfumada salsa de vino tinto, Short rib y verduras cocinadas a la perfección, servida con un puré de papa digno de hacerle competencia al de Monsieur Joël Robuchon.
Finalmente pedimos que no enviaran más platillos salados a la mesa, pues aún debíamos dejar un lugarcito para el postre. Y es que yo no concibo una comida completa sin postre.
Éstos son elaborados por la mamá del Chef y resultaron un final perfecto para esta gran comilona: una copa martinera con galletas de canela trituradas al fondo, servida con helado de queso Cotija –cortesía de Helados Finno– y un plato con una enorme rebanada de pan de plátano con helado de cardamomo, también de Helados Finno, decorado con nueces caramelizadas. Ambos llenos de sabores intensos, especiados y con ese toque dulce que, definitivamente, nos hizo muy felices… Tan felices como la experiencia memorable y apapachadora que vivimos en Eloise. Ahora solo queremos regresar ¡una y otra vez!
UN TIP
Visitar el restaurante Eloise sin reservación no es una buena idea. Si bien el ruido mediático no ha sido de gran interés para Abel, no te vayas con la finta. Eloise es ya un gran favorito de mucha gente de la zona –y otros no tan locales– que aprecia el bien comer. Por ello es casi seguro que después de las seis de la tarde el lugar se empiece a llenar y, como en cualquier lugar, esperar por una mesa puede resultar un poco incómodo.
¡La cuenta, por favor!
Restaurante Eloise Revolución 1521 Col. San Angel T. 55 5550 1692