Por Elsie Méndez @sabormexico
No se porque razón ni en que momento se le ocurrió a la gente, que para celebrar el día de San Valentín (Dia del Amor) había que poner comida de por medio para que el momento se ponga más romántico. Para celebrarlo y decirle a la persona en cuestión cuanto lo amamos siempre pensamos en cosas como chocolates, o cenas románticas, más chocolate (en forma de postre), si, para festejar el día de San Valentín siempre nos centramos en algo que va alrededor de la comida. Y sigo sin entender el porqué.
La verdad es que creo que no siempre es una buena idea, porque si bien la comida me da momentos de placer y me provoca sentimientos maravillosos, lo único que realmente no hace es ponerme romántica, sobre todo cuando esa gran caja de chocolates solo me da un remordimiento horrible de los kilos de más que gano con ella o esa cena en cuestión provoca que lo que más desee es quitarme la ropa e irme a dormir para poder digerir todo lo que me comí.
Para muchos la celebración del Día de San Valentín incluye el regalar una gran caja de chocolates repleta de bombones rellenos de todo tipo de sabores maravillosos, azucarados. Uno comienza lentamente a comerlos rendida ante su exquisito sabor, uno y otro y otro, no podemos parar, y sin darnos cuenta, y al tratar de comer el que pensamos es el último, ¡Zaz! resulta que la caja esta vacía, pero no así nuestro estómago que esta repleto de azúcar que nos hace sentir llenos y culpables. Nada romántico.
Otra opción es la cena, pensamos en algo que a nuestro parecer es lo más cercano al romanticismo puro, entonces escogemos o un restaurante francés o un italiano, si, algo pasa con estos dos estilos de cocina que las asociamos con el romance, pero resulta que no es así. Para la primera pensamos en ese lindo fondue con el que estaremos frente a frente con el amado o amada y entre bocado y bocado platicaremos de nuestras cosas juntos, un plato de lo más indigesto para una cena. Para la italiana pasta y más pasta, llena de carbohidratos que nos harán sentir pesados, gordos y con ganas de salir corriendo a desabrocharnos la ropa de lo llenos que nos sentimos, y cansados, porque los carbohidratos provocan eso. Además uno no ve la hora de que el plato quede vacío y la pasta parece reproducirse en el plato en vez de desaparecer. Un horror.
Y así con el estómago lleno y un aliento a ajo bien potente, como pretender darle un beso a alguien, no por favor. Porque además no conforme con toda la comida, hay que agregar el vino, que en la emoción uno comienza con cocteles, luego una gran botella de vino, digestivos y entre la indigestión y la borrachera que ya tomo fuerza las ideas románticas que el otro pudiera tener se van directo a la basura.
Con esto no pretendo decir que solo coman ensalada y agua de limón o que solo regalen barritas de granola a la pareja o persona en la mira para la conquista, pero si deben pensar que si van a planear algo que incluya comida deben ser mesurados porque de verdad, piénsenlo, cuantas veces no han terminado con una cita fallida por el exceso de alcohol y comida en ella.
Creo que lo ideal es una buena botella de vino, música suave y una charla que nos lleve a… ¡donde mejor les plazca! pero que quede en el recuerdo de ambos como un momento verdaderamente romántico.