Por: Carlos Dragonné
Una de las cosas que más escucho cuando viajo con intenciones de meterme a parques de diversiones es Pero, tú viajas por comer, ¿Cómo le haces para disfrutar los parques? y entiendo de dónde viene esta idea, porque es muy complicado comer bien cuando uno anda entre montañas rusas y atracciones infantiles. Pues alguien en la empresa de entretenimiento más grande del mundo se dio cuenta de ello hace algunos años y hubo cambios en la visión de lo que se sirve. Nos fuimos a meter a Orlando un par de semanas antes del susto del Huracán Irma -que terminó, afortunadamente, siendo sólo eso: un susto- y nos dedicamos sólo a Disneyworld. Bienvenidos, pues. Porque aquí les contaré los lugares donde comí.
Animal Kingdom
Nunca había estado en Animal Kingdom. Y se que tengo que corregir la experiencia pronto y dedicarle uno o dos días a disfrutar este parque del que ya les subí fotografías y narraciones sobre lo sorpresivo que resultó, no sólo la parte clásica del parque, sino la parte nueva basada en el mundo de la cinta Avatar de James Cameron y que me emocionó como pocas cosas, aún sin ser fan de la cinta.
La emoción del nuevo Flight of Passage, atracción recién estrenada que me sorprendió como pocas cosas me llevó a entrar a Satu’li Canteen porque ya eran casi las 12 del día y yo apenas llevaba una manzana y un café en la panza. Así que ya era bastante justo entrar y ningún lugar sonaba mejor que este, inspirado aún en Pandora y con un menú que se presumía -desde antes de mi viaje lo investigué un poco, he de confesar- bastante sano. Y no decepciona en lo absoluto. Un menú con platillos con granos y proteína que hacen sentir a uno hasta casi a dieta. Tienen, incluso, un asunto de sustentabilidad en sus ingredientes que sorprende en medio de un parque de atracciones. Lo mejor aquí es aplicar un Satu’li Bowl que uno crea basado en las opciones que te ofrece el lugar. Son 4 proteínas a elegir para armar el bowl, 4 bases y 3 salsas. Yo me decanté por Res cocinada a las brasas lentamente con arroz y grano entero y una salsa estilo chimichurri que me llenó la panza y la sonrisa. De ahí, directo al postre con un Mousse de Queso Crema y Mora Azul al que lo único que le hizo falta fue un buen café.
Magic Kingdom
Hace un par de años no me subí a Jungle Cruise porque, si mi cabeza no me falla, me tocó un día que estaba cerrado por restauración, reparación o algo por el estilo. Aunque bien pudo haber sido que estaba bastante lleno y decidimos no hacer la fila. De cualquier forma, es uno de esos paseos que se complementan muy bien con el restaurante al que decidí ir para comer algo más sustancioso ya entrada la tarde. Se llama Skipper Canteen y para disfrutarlo al 100% les recomiendo que se suban primero a Jungle Cruise, por un asunto de entender el concepto del servicio en su totalidad.
En cuanto a la comida, el restaurante tiene un tema de cocina africana, asíatica y sudamericana interesante que se aleja de lo tradicional de la cocina de parques temáticos y que, además, presume de ser el primer restaurante del complejo en el que todo se hace desde cero, lo que habla bastante de la sustentabilidad de la cocina que estamos por probar y de la que aprendimos un poco al día siguiente en Living with the Land en Epcot.
Advertencia: me atasqué en este lugar, así que no se valen críticas. Arranqué con unas Cachapas de Orinoco. Les ponen carne de puerco braseada digna de llegar con un bote para pedir la carne solita por kilos -así de buena estaba-, frijoles negros y un poco de aguacate. Pocas cosas he probado este año tan ricas con el uso de la carne de puerco de una manera casual pero, a la vez, tan bien preparada. Después llegaron unos Falafel bastante ricos aunque seguía yo pensando sólo en las Cachapas -palabra que aprendí es un sinónimo de arepas- y cómo hacerle para pedir que me trajeran una tortilla de maíz y esa carne de puerco para hacerme un taco dignísimo en pleno Orlando.
De plato fuerte opté por dos opciones para darle recorrido al paladar y poder hacer que aguantarme el desayuno valiera la pena completamente -y eso que aún tenía pendiente la fiesta de postres- por lo que me fui por un Crew Stew, un estofado de vegetales con curry al que le agregué unos camarones por aquello de que demasiado vegetal me cae pesado. Y, por último, un platillo que me pareció demasiado para un parque de diversiones -por aquello de turistas poco aventurados- y que, a la vez, en medio de este restaurante con la temática que maneja, tenía toda la lógica del mundo: Pescado frito. Pero, ojo…, como pueden ver en la fotografía que subo, estamos hablando del pescado entero metido a la freidora y servido con un poco de arroz y cebolla cambray. ¿Cuál fue el favorito? Complicado de contestar porque son dos preparaciones completamente diferentes que me apapacharon el paladar y los recuerdos de maneras completamente únicas. Si sólo tienen espacio para uno, creo que sería una tarde eterna en lo que decido.
Disney’s Hollywood Studios
Para mi, Hollywood Studios es el parque más divertido de todo Disneyworld, desde mi punto de vista. Entre Tower of Terror, Star Wars y Rock N’ Roller Coaster, las horas se van bastante rápido, por lo que cuando menos te das cuenta estás buscando el siguiente juego ya con la luz del atardecer. En lo que terminan las remodelaciones para lo que será Star Wars Land y la primera atracción de Mickey y Minnie en toda la historia del parque, caminando junto al teatro de los Muppets y pasando la zona de ABC Studios -otra de las propiedades de la empresa-, está el que se convirtió en mi restaurante favorito en todo Orlando y los parques de Disneyworld. Se llama Sci-Fi Dine-In Theater Restaurant.
De entrada es un lugar que hace homenaje a los autocinemas de la década de los 50, no sólo en su decoración, su menú o el ambiente mismo, sino hasta en lo que va pasando en la pantalla mientras uno cena. Porque sí… el ambiente de autocinema se logra hasta en las mesas, asientos dobles enclavados en imitaciones de Thunderbirds y Cadillacs estacionados para disfrutar la cinta de ciencia ficción de esa noche, una noche que se mantiene constante entre trailers de The 50 Foot Woman, The Amazing Colossal Man, Plan 9 From Outer Space y comerciales de la época que hacen la experiencia entera con, incluso, un par de cartones de la era, uno de los cuales es de la primera etapa de Tom & Jerry y que nos conecta con las caricaturas repetidas en nuestras mañanas televisivas y, para los que contamos con algunos años de recuerdos -no de edad, de ninguna manera-, los comerciales de autocinema que pasan son los mismos que veíamos en Perinorte o, incluso, para generaciones más recientes, en el mismo autocinema Coyote que tan de moda se puso.
Y, por supuesto, este era el lugar perfecto para pedir la primera y única hamburguesa del viaje entero. Pero antes de llegar a eso, tengo que hacerlo… pido unos Pepinillos Empanizados Fritos. Algo me pasa cuando cruzo la frontera norte. En México o en cualquier otro país que no sea Estados Unidos no puedo con los pepinillos. Mi paladar no los acepta. Pero cuando llego al país vecino, hay una parte de mis recuerdos gustativos que abraza un buen pepinillo siempre y cuando haya una buena hamburguesa en la mesa. Y como la habría, acompañada de una Malteada de Vainilla -que me llevó inmediatamente a esa escena en el Jack Rabbit Slim de Pulp Fiction con John Travolta-, empecé por ahí. Confieso que hubo dudas entre la Hamburguesa Especial Sci-Fi que incluía un poco de queso azul y el clásico The Reuben, pero el platillo americano por excelencia terminó ganando la batalla de mis antojos.
Y entonces volví a casa. De Epcot hablaremos en otro texto, porque en esta ocasión mi viaje coincidió con el Epcot International Food and Wine Festival y, por lo mismo, la comida fue el eje de mi visita al icónico parque de Orlando. Pero en el vuelo de regreso, mientras me ofrecían un miserable cuernito con jamón y queso que, por supuesto, rechacé por meros principios y valores, pensé en la pregunta que me hacían unos días antes sobre la comida y los parques temáticos. Por años estuve de acuerdo. Hoy, mientras planeo mi regreso en 2018 a Disneyworld para la apertura de la nueva zona de Toy Story Land en Disney’s Hollywood Studios, algunos dirían que me resultará más fácil saber que comeré en buenos lugares y grandes sabores en los parques. Lo que no saben es que se me complica cuando tengo que pensar en decidir sólo uno o dos cosas de lo mucho que se ofrece. Se nota que Disney está siendo congruente con sus historias. Eso o un chefcito secretamente se hizo del control de todas las cocinas del parque.
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