[vc_row][vc_column][penci_fancy_heading subtitle_pos=”below” p_title=”Diabetes y cocina mexicana.” _use_separator=”yes” separator_style=”double” _title_typo=”font_family:%3A” _subtitle_typo=”font_family:%3A” _desc_typo=”font_family:%3A” p_subtitle=”Se puede prevenir comiendo rico. Regresemos al origen” title_color=”#630155″]
A ver, vamos por partes. La cocina tradicional mexicana no es la causante de la diabetes. Sí, puede sonar complicado por el tema de que México es el país número 6 en cuanto a diabetes en el mundo, según estadísticas de la Organización Mundial de la Salud. Pero, según estudios y proyectos que se han realizado, la cocina tradicional mexicana puede ayudar muchísimo a prevenir la diabetes y, con ello, reducir la incidencia de una enfermedad que se está convirtiendo en el acompañante silencioso de millones de mexicanos pues se calcula que 5 de cada 10 pacientes ignoran que la tienen.
En el marco del Día Mundial de la Diabetes el próximo, vamos a hablar de esto.[/penci_fancy_heading][vc_single_image image=”40427″ img_size=”medium” alignment=”center”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]
“Cocina mexicana” no es lo mismo que “Dieta Mexicana”. Y ahí está la clave de la diabetes.
Partamos de estadísticas. Según la OCDE somos el número 2 del mundo en obesidad, por debajo solamente de Estados Unidos. Lo primero que tenemos que entender es que la cocina mexicana no es lo mismo que la “dieta mexicana”. Tenemos pésimos hábitos alimenticios. Somos el país con mayor consumo de refresco en el mundo, con todo lo que eso significa en el tema de azúcares añadidos. Ya con eso tenemos suficiente problema para combatir la diabetes.
Pero eso no significa que la cocina mexicana o la comida mexicana sean dañinas. Al contrario. Se ha dicho hasta el cansancio que el consumo de una dieta de cocina tradicional es sana. Incluso, la Dra. Nimbe Torres y Torres, Investigadora del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán” realizó un análisis de los efectos de una dieta basada en alimentos prehispánicos sobre alteraciones metabólicas, cognitivas y en la microbiota intestinal que ocasionan las dietas altas en grasa saturada y azúcar. O sea que se puso a ver lo que una dieta prehispánica puede hacer en comparación con una dieta mal armada.
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Según la investigadora, “tras meses de consumir esta dieta, medimos una mejoría en los parámetros bioquímicos en comparación con los que consumieron una dieta alta en grasa”. Y es que la cocina mexicana tradicional se basa en la milpa, el maíz, la calabaza, chía y la eliminación de grasa. Entre los hallazgos de Torres y Torres está también un índice 10 veces mayor de antioxidantes en la dieta prehispánica. Incorporando nopal y frijol resulta que puedes incluso mejorar hasta funciones cognitivas.
Pero, ¿cómo prevenir diabetes con cocina mexicana?
Hace ya años hubo estudios que coincidieron que la mejor forma de prevenir la diabetes es armar una dieta mediterránea. Pero también hay que entender los costos de la dieta mediterránea frente a la cocina mexicana. Y entonces aquí entra Adriana Monroy, Directora de la Clínica de Prevención de Diabetes del Hospital San Angel Inn Chapultepec. En un texto publicado en el Centro de Ciencias de la Complejidad de la UNAM, Monroy asegura que la dieta mexicana, consumida en las porciones adecuadas, puede estar bien balanceada y traer beneficios similares a la dieta mediterránea.
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El pozole, por ejemplo, tiene carbohidratos y fibra, proteína en la carne, grasas y verduras que acompañan el platillo generando mayor cantidad de consumo de fibra. Para Monroy el reto es cuidar la cantidad que comes y cómo lo comes.
Monroy y un grupo de investigadores sometieron a pacientes prediabéticos a una dieta basada en alimentos típicos de la dieta mexicana con un suplemento de actividad física de unos 30 minutos al día. Tras tres meses de estudio, notaron que los niveles de insulina y glucosa en la sangre disminuyeron. Ahora su investifación está en revisión para ser publicada en Archives of Medical Research.
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Entonces, ¿qué comer para prevenir la diabetes?
No es tan difícil. Necesitamos regresar a los orígenes y las raíces de nuestra cocina y, por supuesto, cuidar las cantidades de lo que estamos consumiendo. No está mal echarse el flan de la abuelita de vez en cuando, pero no se vale comerlo mañana, tarde y noche porque le queda re bien. La idea de una cocina mexicana saludable debe ser el siguiente paso para dignificar la cocina nacional porque no se trata de un proyecto inalcanzable, sino de una realidad que hemos decidido ignorar.
México no tiene problemas de obesidad porque su cocina sea mala. Tenemos un problema de obesidad porque combinamos todo, nos excedemos y consumimos muchos azúcares malos. El maíz, por ejemplo, puede ser un factor importante en la prevención de la enfermedad, según un estudio publicado el 23 de junio por el Instituto para Educación e Investigación HealthPartners de Minnesota. De acuerdo al estudio, hay una relación en la ingesta calórica y los efectos directos en la resistencia a la insulina asociadas con el consumo de granos enteros. ¿Cuál es un grano entero estrella? El maíz.
Por otro lado, Rosalva Mora Escobedo, investigadora de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del IPN, encabezó un estudio sobre los beneficios del maíz y la tortilla de maíz en la reducción de niveles de azúcar en la sangre. Pero resulta que el almidón presente en los granos de maíz posee una enzima capaz de controlar el azúcar en la sangre de las personas.
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La pregunta clave: ¿Cómo educar a consumir mejor la cocina mexicana para prevenir la diabetes?
Esto es algo que ha sido un verdadero reto. Se debe trabajar en una reeducación en todos los niveles para entender los beneficios de una dieta sana y en serio mostrar las consecuencias de abusar de productos que no cumplen con los mínimos requerimientos nutricionales. En pocas palabras: no por poner etiquetitas en los paquetes vamos a salvar al país de la diabetes.
Impulsar una dieta saludable a través de la cocina mexicana es posible. Cabe destacar, de hecho, que se ha comprobado en muchos niveles que la dieta prehispánica era de las más sanas del continente y, por mucho, una de las ideas a las que deberíamos volver pronto. Entendiendo la modernidad y el acceso a ingredientes de todo el mundo, la respuesta tendría que estar en el respeto del maíz y nuestros productos no sólo como algo que genera identidad, sino que también se convierten en factores de salud pública.
Las recetas de las abuelas son un buen punto de partida. Estamos hablando de platillos que se hacían cuando los supermercados no eran tan presentes, cuando el tianguis y los marchantes eran casi amigos a los que se les guardaba cariño y los productores andaban por las calles ofreciendo sus ingredientes directo de la granja. La forma más correcta de buscar la mejoría en la alimentación es retomar la educación sobre el origen de los productos, la importancia de la tierra, el respeto a las temporadas y el cuidado de lo que nos metemos en la boca.
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Mi tía bisabuela Altagracia, sin los avances de la medicina, vivió hasta poco más de 111 años de edad. Se negaba a comprar en Walmart y por lo menos hasta los 108 seguía siendo regla inquebrantable ir al mercado todas las mañanas para escoger qué haría de comer, a veces sólo para ella, a veces para todo el tropel de familiares que caíamos a los festines de arroces rojos, moles, pollo, frijolitos de la olla y panes de muerto.
Así que la próxima vez que piensen en diabetes, no piensen en curarla. Piensen en prevenirla. Sale mucho más barato prevenir la enfermedad que tratarla. Y no es tan complicado como creen. Se trata de cuidar cantidades, combinar ingredientes y entender que la base de nuestra gastronomía no es lo que nos tiene como el segundo país con mayor obesidad y el sexto con incidencia de casos de diabetes. Nuestra cocina es sana y puede ser un gran camino para prevenir una enfermedad que cada día gana más terreno. El camino no es tan complicado: regresemos a los orígenes de la cocina mexicana y dejemos de irnos como gordo en tobogán cada vez que alguien tiene la idea de ponerle un conejito de chocolate al pan de muerto.
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