Por Elsie Méndez
¿Quién no ha soñado con hospedarse en un palacio? Al menos yo siempre tuve la idea de vivir la experiencia de hospedarme en uno y se cumplió mi deseo en Casa de Calçada en Amarante, Portugal. Un sitio lleno de historias y que, gracias a una promesa de amor, se convertiría en un hotel y continuaría con la producción de grandes vinhos verdes.
Los palacios, para quienes vivimos en América, siempre los hemos visto como los que nos han enseñado en los cuentos de hadas, en las películas o como los de Inglaterra y Alemania. Pero resulta que no todos tienen esa arquitectura cinematográfica, aunque no por ello no son tan bellos e imponentes. Casa da Calçada resguarda entre sus muros grandes historias y, sobretodo, continúa con un legado que en su momento fuera una muestra del gran amor de un hombre por su esposa.
Casa da Calçada. De Palacio a Fortaleza
No sé si ustedes sean tan románticos y soñadores como yo, que cuando llegan a un lugar con tantas edificaciones del medioevo tan bien conservadas, su imaginación vuela y piensan en esos personajes que pasaron por ahí con sus armaduras, o los miembros de la iglesia con sus largas y rudas sotanas que cubrían hasta sus pies, y a las mujeres con mantillas cubriendo su cabeza.
Amarante, al norte de Portugal es una ciudad muy, pero muy antigua que aun conserva muchos de los monumentos y construcciones que se hicieran durante la época medieval con el estilo románico que se desarrolló en las ciudades de Oporto, Amarante, Guimarães y el valle del Duero, rodeados de los ríos Sousa, Támega y Duero.
Pasear por sus calles es, literalmente, un viaje al pasado que nos llena de asombro. Algo tiene esta ciudad que me hizo cambiar los planes del viaje y decidir buscar estar aquí por más días para conocer más de la historia que la rodea hospedada desde el palacio, ahora hotel, Casa da Calçada.
Para ser parte de la colección Relais & Châteaux deben cumplirse los más altos estándares, además de tener algo único y excepcional que lo distinga del resto de los hoteles o resorts en el mundo. Y vaya que Casa da Calçada cumple con todo ello y más.
Hablemos un poco de su historia. El edificio fue construido para el Conde de Redondo, que era seleccionado por el rey, en el siglo XVI, como uno de sus palacios principales. Ubicado a la ribera del río Támega, la imponente construcción sobresale por la fortaleza que lo rodea y algunas torres que aún conserva. La fachada de la entrada principal es otra de las joyas arquitectónicas del palacio a sólo unos pasos del famoso Ponte de San Gonzalo o Ponte de Amarante el cual forma parte de los Monumentos Nacionales de Portugal.
Según los historiadores, este puente fue construido sobre las bases de un antiguo puente romano, ya que por Amarante aún existen los caminos romanos. Se dice que fue el beato Gonzalo de Amarante quien lo reconstruyo en 1250 gracias a las limosnas de la región.
¿Y por qué les cuento todo esto y no lo de la historia de amor y de cómo se convirtió en un exclusivo hotel? Bueno, porque necesito que imaginen el paisaje y la historia tan rica e interesante que rodea al palacio y a la ciudad misma. Y es que es una tristeza que cuando la gente piensa en visitar Europa siempre va con la idea de las mismas ciudades cuando países como Portugal tienen todo un mundo por descubrir pleno de historia, con gente tremendamente amable y cariñosa, comida extraordinaria, y todas las comodidades y modernidades que a todos nos gusta disfrutar durante nuestros viajes.
Lo que siguió en la historia del palacio fue que se convirtió en una fortaleza para los comandos de Portugal e Inglaterra durante la ocupación francesa. Sus murallas y torres ayudaron a que los valientes soldados de los aliados no dejaran que los franceses cruzaran el río y así salvaron a Portugal de la invasión.
Nuevos habitantes llegaron a Casa da Calçada: la familia Lago Cerqueira, quienes restauraron el edificio principal. En 1916 el palacio sufre un segundo incendio y el ilustre heredero Antonio do Lago Cerqueira recupera Casa da Calçada manteniendo el estilo barroco que siempre distinguió al palacio, pero también añadiendo elementos del neoclasicismo que estaban tan de moda a principios el siglo XX.
Con él, el palacio recupera sus días gloriosos ya que Don Antonio fue el primer alcalde de Amarante y su relación con toda la clase política lo vuelve un lugar de encuentro de grandes personajes que caminó por sus pasillos y paseó por sus terrazas y jardines
Por temas políticos se ve obligado a salir de Portugal pero aprovecha para aprender sobre enología y viticultura en Paris y, a su regreso en 1932, inicia la producción de vino en Casa da Calçada con gran éxito y luego, de nuevo quedó en el olvido.
El renacer de Casa da Calçada.
Después de conocer toda esa historia, la emoción por llegar a Casa da Calçada es algo que tenía muchos años de no experimentar. Busqué la forma de entretenerme durante el camino del aeropuerto (40 minutos) al hotel para no sentirlo más largo de lo que realmente es.
Tan pronto cruzamos el umbral del gran portón y entrada principal del palacio, una bella fuente resplandece y a través de los árboles y plantas de un ancho camellón, se vislumbra la casa principal con un amarillo limón real que le da un aspecto señorial.
La amabilidad de quienes me recibieron me confirma que los portugueses son gente cálida de quienes al final del viaje es difícil despedirse. Me traslado a mi habitación que, aunque sencilla, está llena de detalles por los muebles antiguos como el escritorio y las mesas de noche a los costados de la cama. El baño es enorme. Y de pronto me siento tan cómoda que no me da la más mínima sensación de extrañar mi casa.
Despierto con la urgencia de querer ver todo de nuevo pero con más calma en la ciudad y probar ese desayuno que otros huéspedes han calificado como delicioso. En los días que yo estuve ahí se montó en lo que es el restaurante principal merecedor de una estrella Michelin Largo do Parço que no estaba en servicio en esos día y me dio el motivo perfecto para tener que regresar.
Logro encontrar una mesa con enorme ventanal con vista al Río Tamega y decorada con pesadas cortinas características de los palacios. Es verdad, el desayuno es excepcional, desde el pan blanco, las carnes frías, la selección de quesos, guisado de la región y un rincón con dulces bocados que incluyen, por supuesto, los famosos y muy tradicionales Pastéis de nata portuguesas, que son tremendamente adictivas.
Después de disfrutar de la vista con el aroma del café acompañándome, estaba lista para reunirme con André Estacio, Director Ejecutivo de Agrimota, una unidad de negocios de la familia Mota – de la cual les voy a contar en un momento más – la cual tiene a su cargo Quinta da Calçada la marca con la cual comercializan sus excelentes vinhos verdes, merecedores de premios y reconocimientos a nivel mundial por su altísima calidad.
Sentados sobre la mesa instalada en la cava de Largo do Parço me promete un viaje por sabores, uvas y variados estilos de sus vinos más emblemáticos. André fue mi primer contacto con Casa da Calçada y gracias a él puedo estar ahí sentada, en uno de los restaurantes más importantes de Portugal, dentro de su cava, para tener una degustación sin igual.
El viaje comenzó con sus vinos Lago Cerqueira que hace honor a Don Antonio Lago, quien trajera al palacio las primeras vides y agregara algo más a la ya importante trayectoria de la propiedad. El vino elegido fue un blanco de su linea más accesible elaborado a base de loureiro de 2019. Ideal como aperitivo para esos días de intenso calor y buen compañero de platillos con pescados y mariscos. Yo me lo imaginé perfecto en una playa de Riviera Maya o del Pacífico Mexicano con unos buenos ceviches o aguachiles, cocteles, tostadas. Me entró un hambre que mejor ni les digo.
Portal da Calçada Vinho Verde DOC Reserva, elaborado con una selección de trajadura, loureiro, azal tinto y arinto muestra una delicada característica que le da la capacidad para ser un muy buen aperitivo o para esa copa después de un largo día siempre listo en la puerta de la nevera, pero también es ideal para acompañar pescados y mariscos, que es como se disfruta principalmente en Portugal.
Seguimos con los rosados en el mismo orden. Lago Cerqueira y Portal da Calçada Rosé. La versatilidad de los vinhos verdes es una sus grandes bondades ya que tienen la capacidad de adaptarse a muchos estilos de cocina, incluida la mexicana por supuesto. Si bien las mejores recomendaciones casi siempre serán con pescados y mariscos, porque es lo tradicional en Portugal, no dejen de lado los quesos y carnes frías e incluso platillos compuestos con carnes blancas y rojas.
En cuanto a estos dos rosados. Lago presenta un suave color salmón y una ligera efervescencia que favorece la liberación de su aroma afrutado. Tiene gran frescura en boca, con una viva acidez que resulta en un vino muy agradable y versátil. Portal da Calçada Rose tiene un encantador color rosa pálido. Este luminoso rosado expresa el carácter del Vinho Verde con sutiles notas a frutos rojos. Tiene una acidez viva que resulta en un vino muy fresco y atractivo.
¿Cuándo hubieras pensado acompañar un cordero o un lomo de ternera con un vino blanco? Sí, seguro tu respuesta es: jamás. Esto es porque desafortunadamente nunca has tenido oportunidad de disfrutar los vinos de la región de Vinho Verde que tienen una estructura y cuerpo tan bien plantados que son capaces de hacerle frente al reto de acompañar platillos con carnes rojas creando un maridaje perfecto.
Los vinos de Quinta da Calaçada de más alta gama fueron el cierre de esta degustación divertida y amena con un experto en vinos que me hizo el honor de darme personalmente el recorrido por sus mejores vinos.
Quinta da Calçada Loureiro es un vino que combina las frutas tropicales y notas herbales al momento de olerlo. En boca se siente la mineralidad que distingue a muchos vinos de la región por sus tipos de suelo, y notas frutales en boca que lo hacen muy apetitoso y listo para beberse.
Quinta da Calçada Albarhino Un vino extraordinario con más cuerpo y esos encantadores sabores a fruta de hueso madura tan característicos de esta uva. Me atreví a jugar con el maridaje a la hora de la comida con este vino y el lomo de ternera y debo decirles que fue realmente bueno.
Quinta da Calçada Reserva 2015 elaborado con uvas Alvarinho, Loureiro y Arinto y envejecido por 9 meses en barricas de roble francés, es una de la joyas de la bodega. De ligeras notas doradas, su elegante y persistente aroma nos regala notas de flores blancas y frutos cítricos, y de nuevo la presencia mineral. En boca, de los mejores vinho verdes que he probado en mi vida. Con gran cuerpo y un final largo y elegante.
Casa da Calçada. Una muestra de amor
Es momento de sentarnos y relajarnos – sí, se puede relajarse aún más – y dedicarnos únicamente al disfrute de los platillos que ofrecen en su precioso restaurante Canto Redondo, con una cocina afable y confortable. Dispuestos en una mesa en la terraza con la mejor vista al río esperamos a Manuel De Meireles, Gerente General del Hotel Casa da Calçada, con quien tendríamos el gusto de compartir el almuerzo y jugar con el maridaje con los vinos que fueron parte de la degustación.
No lo imaginaba tan joven. Llega, se presenta y se sienta. Lo siento serio, pero duró poco tiempo, porque después de un rato de conversar y romper el hielo, termina quitándose el saco para sentirse más cómodo, Y es que el calor del verano aún pega fuerte, aunque estamos bajo la fresca sombra. Conocer a Manuel ha sido enriquecedor en tantos aspectos, pero sobretodo le estoy tremendamente agradecida por su generosidad, sus finas atenciones y los muchos detalles que tuvo conmigo para que pudiera llevarme algo más que una simple visita al palacio, a Amarante y a la región.
Subo esta foto y me remontó a la terraza, casi sentí el calor que nos rodeaba y por un instante sentí que percibía el aroma de la ternera servida ante mí. Hace poco platicaba con mi esposo que no entendemos esas nuevas modas en las redes donde suben comida que podría llamar absurda y estrepitosa. ¿En qué momento la comida dejo de ser algo confortable para convertirse en ridículas versiones de platillos que, ya de por sí se critican porque son fast food para hacerlos todavía más grotescos? No lo sé, pero lo que si tengo cierto es que Casa da Calçada es el lugar donde se refleja el buen gusto por la buena comida, por guisos que necesitan tiempo y que al final te levantas sin ese pesar del que luego te sientes arrepentido. Reitero, en Portugal se come exquisito, en mi opinión, mejor que en el país vecino.
Podría haberme quedado en esa terraza el resto del día, pero aún había otro secretos que descubrir de esta bella propiedad: los viñedos. Cabe destacar que estos son de los más antiguos de la región y aunque aquí empezó la historia de Quinta da Calçada, sus viñedos se encuentran un poco más lejos de donde está el hotel.
En lo que fueran los viñedos originales André ha implementado algo que no había visto jamás en ningún oro país, bodega o viñedo. Y es que mientras vamos avanzando y subiendo a los diferentes niveles en los que se encuentran los viñedos, vamos conociendo cómo fueron las técnicas de cultivo a lo largo de los años. Aquí se dieron a la tarea de crear un museo con las vides originales de cada década o año en el que fueron evolucionando y aprendiendo más sobre la elaboración del vino. De cómo fueron aprendiendo de la mejor forma de crear las espalderas, de las distancias entre los postes, la forma en la que iban haciendo mejor las podas y darle guía a las vides para que fueran más fuertes y productivas. Éstas con las cosas que realmente aprecio de mi trabajo porque regresé de Amarante con más conocimiento y crecimiento profesional y con nuevos aromas y sabores en mi memoria gustativa.
-No te canses que en lo más alto está el bosque- me comenta Manuel, ahora aún más relajado y disfrutando junto con nosotros del paseo. Me van contando de sus ideas para hacer todavía más atractivo este paraíso. Lo veo caminar sin prisa bajo la pérgola que están creando con vides antiguas. Qué maravilla que a gente joven con tanto talento como Manuel se les den esas oportunidades en empresas como ésta.
Antes de llegar a la cima André me enseña a lo lejos una casa y me cuenta que ahí vivía el patriarca de la actual familia propietaria de Casa de Calçada, Manuel Antonio da Mota, y que desde ahí su esposa veía el palacio y le decía que ojalá algún día pudieran hacerlo suyo. Y Don Manuel cumplió con su promesa adquiriendo la propiedad y regresándole el esplendor de sus mejores años.
Otras de las promesas heredadas de Don Manuel fue que su familia continuara con la elaboración de los vinos y su nieta Inês Mota es quien se ha encargado de cumplir con el deseo de su abuelo.
Unas cuantas escaleras más y llegamos a lo más alto y sí, ahí existe un bosque donde uno puede sentir la diferencia del clima y darse cuenta de cómo era antes el paisaje de Amarante y muchas regiones cercanas que cambiaron los árboles por cultivos de vid y otros productos. Voy al límite de éste y desde ahí admiro por unos minutos Amarante, su belleza, su grandeza y pienso en las muchas razones por las que quiero regresar y pasear con más calma por sus calles, darle más tiempo a la ruta románica y caminar por sus senderos y otros rincones de los que les platicaré en otra nota.
Me despido de André con la promesa de que buscaré la forma de que alguno de los exportadores que conozco se anime a importar sus grandiosos vinos a México. Mientras que Manuel me dice que me tome un descanso porque me han preparado una sorpresa para la cena de esa noche y al siguiente día me llevará a su ciudad natal para que conozca donde nació Portugal y un restaurante que merece una viaje para sentarse a sus mesas.
Mientras llega la hora de la cena me siento en el bar desde donde se admira el río y se ve caer la tarde como ningún otro lugar en Amarante. Un Gin de la casa me acompaña y dejo que las horas pasen sin más pensamientos que el de mirar los cambios de luz y los brillos reflejados sobre las aguas del Támega.
Dos noches más me cobijó Casa da Calçada, dándome una paz y tranquilidad que tenía tiempo de no sentir en un hotel, y vaya que visitamos muchos. Será que desde su construcción original ha sido un lugar que ha acogido a gente buena, que fue refugio de otros tantos más y que entre sus muros solo hay bellos recuerdos.
He de volver pronto, tengo pendiente Largo da Paço, ver los cambios que Manuel me platicó y caminar por las calles de Amarante que también forman parte del Camino de Santiago