Por: Carlos Dragonné
¿Y por hacer lo que haces te pagan? Eso es tener suerte, me decía un amigo a mi regreso de Texas cuando le enseñé las fotografías del viaje que nos aventamos. Estaba clavado viendo las fotografías de la comida de apenas los primeros dos días y ya se sentía, como me dijo él, envidia de la buena. Entonces me puse a pensar en lo que había causado esta pregunta: las fotos de Barley & Board y pude sonreír con agradecimiento y decir Sí… me pagan por esto. Y es que platillo a platillo de lo que íbamos viendo yo sólo estaba pensando en cuándo podría agarrar una buena oferta de vuelo y lanzarme al aeropuerto internacional de Dallas, tomar un auto y regresar a Denton, donde parece que me faltaron días.
Y es que parece poco un pueblo como ese cuando estás tan cerca de una ciudad enorme y tan icónica para los mexicanos como Dallas, pero la realidad es que los sabores que se cocinan en Denton son de esos que me gustan porque no están intentando rayar su lugar en las listas famosas o complicarse terriblemente con los ingredientes, sino presentar los sabores que son cercanos para la gente que te abre las puertas y te comparte las mesas. Eso fue Barley & Board, nuestra primera parada en Denton para cenar y la que sería la vara con la que mediríamos lo que faltaba en el viaje.
Hay momentos en los que uno agradece dedicarse a lo que se dedica. En pleno centro de Denton, en lo que sería el corazón neural de toda actividad que pasa en este destino, Barley & Board no pasa, de ninguna manera, desapercibido. Es una esquina que los locales han llegado a querer y presumir con particular énfasis. Y es que un estado en el que la cerveza va ganando terreno, la comida empieza a levantar la mano y el sabor de “casa” se vuelve más que un lujo una especie de necesidad, este espacio lo tiene todo.
Olvídense de una carta complicada. Hamburguesa, carne, botana y, por supuesto, cerveza. Buena cerveza. Si bien el lugar es bastante nuevo -apenas está por cumplir su tercer año de operación- está ubicado en uno de los muchos edificios históricos de esta ciudad, el Lacy Hotel, el que fuera el primer hotel de Denton abierto en 1858 por Charles Lacy quien, incluso, nombró varias de las calles de la ciudad. Sí… este lugar respira un poco de la mucha historia de la ciudad. Y no deja de ser admirable la bella ironía en un estilo de cocina que insisten en llamar New-American Style y que para mi es, simplemente, lo que se come en las buenas mesas del país vecino.
Pero lo que más impresiona es el conocimiento de la cerveza y la variedad que hay para escoger. Como siempre, prefiero ponerme en manos de la gente del lugar para que escojan lo que habré de beberme. Entonces llega una Velvet Hammer para comenzar la noche y ella, amante del vino y siempre aventurera de la cerveza que le recomiende, se va de lleno sobre una Armadillo Greenbelt, una Ale que no le pide nada a muchas de las que he probado en cuanto festival cervecero me he metido.
Ahí comienza el festín. Con pasos pequeños, como de niños dejando de gatear y vamos subiendo la intensidad de los platos que llegan a la mesa. Desde una botana y una tabla de charcutería -no por nada la palabra Board en el nombre del lugar- con los favoritos, la plática con Kim Phillips, VP de la CVB de Denton vira en torno a las pequeñas curiosidades de una ciudad que anda esperando ser descubierta y, al mismo tiempo, se siente particularmente cómoda con la tranquilidad de no ser parte del mainstream turístico del llamado Golden Triangle de Texas.
A la hora de pasar a los platos fuertes, la cerveza tiene que ir evolucionando, así que ya con una Rabbit Hole en la mano y sin saber exactamente lo que tendría que terminarme -pedimos para compartir en una mesa de cuatro y, créanme, tampoco quedó mucha comida como pensarían-, los platillos comenzaron a fluir. Desde una ensalada -por aquello de no tener mucha culpa al irme a dormir- hasta la magnífica B&B Burger que, insisto, en su sencillez abraza y cumple con la responsabilidad de llevar el nombre de la casa, la comida de Barley & Board es una declaración de principios. No. No exagero y les explico por qué.
Texas no sólo es carne. No sólo es ranchos. No sólo es vaqueros y rodeos. Texas es también una cultura que está cambiando y adaptándose a las nuevas generaciones sin que eso signifique dejar de lado lo que ha construido a la estrella solitaria. Es producto de calidad y, al mismo tiempo, es creatividad viva en cuanto al día a día. Por supuesto que sería muy fácil para ciudades como Denton vivir de varios steakhouse, BBQ y un par de lugares de hamburguesa y estoy seguro que pelearían por saber quién es el mejor. Pero Barley & Board es la representación de un destino que, como buena ciudad universitaria, tiene que apelar un mercado vivo y en constante búsqueda.
Entonces la comida de Barley & Board, así como el concepto cervecero -cabe destacar que llegamos un par de días antes de una competencia de cerveceros locales en la que Barley & Board funge como anfitrión y en la que se prueban cervezas únicas por año hasta que se terminan- son, por mucho, la demostración de que algo está pasando en Texas. Y ese algo es importante. Digno de mirar. No por nada Denton lleva casi un siglo con uno de los eventos que definen la identidad del estado de la estrella solitaria pero, al mismo tiempo, con una constante nueva propuesta que enamora a quienes llegan.
Sí. Me pagan por hacer lo que hago. Me pagan por viajar y disfrutar de lugares nuevos, de restaurantes ocultos, de nuevos espacios y de rincones que no terminamos por descubrir porque, admitámoslo, el mundo es enorme y hay veces que queremos la comodidad de lo conocido. Tengo una suerte enorme porque eso me permite andar deambulando en ciudades como la que me recibe para las próximas dos semanas de viaje. Y en ese deambular me topo con restaurantes como Barley & Board en el que, de nuevo, puedo mirar a los ojos a quienes, soberbios unos, ignorantes otros, aseguran que el país vecino no tiene comida auténtica. Porque se les olvida a muchos que la gastronomía no sólo está en las recetas, sino en la grandeza de los ingredientes y, por mucho, en la creatividad de sus cocineros. El día que tengan una Pecan Porter on Nitro en la mano -ella, mi cómplice aventurera, se animó por un Whiskey texano- y disfruten los aromas de una cerveza creada con tal inteligencia mientras cierran la noche con unas galletas hechas a mano y un Bread Pudding, platillo que se originó en Inglaterra en el siglo XI y que fue traído a los Estados Unidos por aquellos primeros colonizadores del país vecino, me dicen que no hay buena gastronomía y sabores auténticos en un lugar como Texas. Avísenme y les digo cómo llegar a Barley & Board.