De la Historia a la Obra
El champagne Louis Roederer es hoy en día, una de las ultimas grandes Casas de champagne independientes. Fundada en 1776, es propiedad de la misma familia desde 1819. En 1833, Louis Roederer hereda la Casa y firma con su nombre, con una producción, que se eleva en ese entonces, a 100.000 botellas. La fama de la Casa se extiende rápidamente y sus botellas viajan hasta Estados Unidos, Nueva York y Washington, de Moscu hasta Saint Petersbourg en donde se servia en la mesa del Zar Alexandre II.
Después de la primera guerra mundial más de la mitad de las instalaciones quedan destruidas por lo que, Léon Olry Roederer emprende el trabajo de reconstrucción y desarrollo del viñedo. Con intuición, crea entonces un vino con una rara elegancia, muy equilibrado, un acuerdo sutil de varias añadas, haciendo por primera vez la promesa de una calidad constante a lo largo de las cosechas: con su estilo único, que el tiempo confirmaría, el futuro “Brut Premier” nació, y en la continuidad, sale a la luz una colección de champagne de excepción.
Hoy en día, Frederic Rouzaud, quien representa la sexta generación de la Casa familiar, perpetua la primicia de la uva y esta tradición de creatividad, encabezando un “Domaine” (viñedos) de mas de 200 hectáreas, ubicados exclusivamente entre 1er y Grands Crus de Champagne.
Del gusto a la Obra
El amor de los vinos generosos, la perennidad de las técnicas de elaboración, la impaciencia del placer, la vista seducida por efervescentes promesas: el gusto está dedicado sin concesión a la obra. Brut Premier, Brut Vintage, Brut Rosado, son los frutos de una pasión, de una búsqueda exigente, de una tierra singular, de un arte entre tradición y modernidad.
Cristal, el champagne de los Zares
Cristal, es la expresión ultima en esta búsqueda de la obra. Desde la mitad del siglo XIX, Louis Roederer supo conquistar grandes mercados como los principados alemanes, Hungría, Suecia y sobre todo el importante mercado ruso. Gran aficionado de los champagne de la casa, el Zar Alexander II solicita que se elabore exclusivamente para el, una “Cuvée” especial, mandando a su jefe de cava a Reims en Champagne. En 1876, informada que el Zar se había ofendido de que nada diferenciaba las botellas de champagne cubiertas de una tela blanca en su mesa de las demás, la Casa llamó a un maestro vidriero quien elaboró una ingeniosa botella de cristal blanco con fondo plano, así nace una mítica “Cuvée de prestigio”: Cristal.
Cristal es la primera “Cuvée” de prestigio de la Champagne, que nace en 1876. Es una propuesta original de Louis Roederer de seleccionar las mejores parcelas, viejas viñas sobre suelos muy calcáreos en lugares muy precisos para ofrecer un carácter cristalino a los vinos. La esencia de Cristal, es una madurez máxima de la fruta, sobre suelos calcáreos que permite degustar vinos maduros y frescos que envejecen muy bien: ligereza en la densidad.
El 2002 es un año extraordinario, con todos los atributos superlativos de la época: temperaturas uniformemente calientes, sin exceso de sol y calor, con una suavidad muy marcada en invierno; un ligero déficit de lluvia durante el ciclo vegetativo, noches frescas y un viento fresco y seco durante el mes de agosto-septiembre. Esas condiciones excepcionales favorables contribuyeron a una madurez ideal de la uva y una concentración de los aromas. Las vendimias iniciaron el 12 de septiembre con los Chardonnay
Cristal 2002 se compone de un 55% de Pinot noir, 45% de Chardonnay, 20% de vinos vinificados en toneles de roble, con “batonage” semanal sin fermentación maloláctica. La “Cuvée” Cristal está elaborada a partir de crus de la Montaña de Reims, el Valle del Marne y la Côte des Blancs. Cuenta con un promedio de cinco años de maduración en bodega y también de un reposo de 8 meses tras el degüelle con el fin de perfeccionar su madurez.
El estilo 2002 es preciso, sedoso y armónico, asociado con un cuerpo potente y rico, dotado de un equilibrio de una gran pureza y de una increíble capacidad de envejecimiento.
El Jeroboam Medallón Cristal 2002
Para convertir este millesime excepcional en joya, Louis Roederer llamó al artista y diseñador contemporáneo Philippe di Meo y le solicitó diseñar una edición especial de unas 400 botellas Jeroboam únicas y exclusivas.
Philippe di Meo explica: “Al imaginar este Jeroboam de Cristal, solo veía la luz del vino protegido en una botella transparente, imponente por su tamaño. Ninguna sombra sobre la botella sino, mas bien reflejos provenientes de un sol. De esta idea nació una malla precisa como una joya a flor de piel”.
Una botella medallón es una realización hecha totalmente a mano. Cuatro días de trabajo, dos maestros orfebres. Doce gremios, siete metros de cinta de latón bañada en oro de 24 quilates. Ciento cincuenta y ocho puntos de soldadura de plata. Autentica proeza técnica basada en el saber hacer extremo inspirado de la tradición joyera, el emblemático medallón de la Casa Louis Roederer se despliega en una malla aérea y protectora de oro. La “Cuvée” 2002, entonces desvela sus múltiples facetas al compás de los reflejos inducidos por esta armadura de oro empolvado, sensual, eterna.
Louis Roederer define la búsqueda de la obra como “prolongar cada gesto hasta este instante de perfecta armonía en donde la exigencia esta por fin satisfecha, encontrar la excepción y perseguirla de nuevo, no saber hacer de otra modo, dudar a veces, buscar mas allá, explorar aún y aún en los tesoros de la paciencia”.
En México, Louis Roederer se encuentra presenta desde la Segunda Guerra Mundial, en 1947 con presencia continua, siendo hoy día una de las bebidas favoritas del mercado nacional.
“A la búsqueda de la obra”, así podríamos resumir la filosofía de la Casa Louis Roederer. La ambición es crear un vino que, mas allá del placer que procura, provoca una emoción, esconde un equilibrio, un espíritu, una belleza.
Las mejores viñas de la Champagne reunidas, los progresos constantes en el arte de la vinificación, la escasez siempre preferida al volumen, la creación de Cristal ayer, la cultura pionera en bio-dinamía hoy, tantear, dudar, equivocarse, lograr…
Esta búsqueda es antes de todo, material: la tierra, la vid, la uva, el ensamblaje, la madera, el tiempo…pero también evoca una parte inmaterial. Al vino que degustamos, asociamos forzosamente imágenes, un espíritu. Descuidar esta realidad inmaterial sería no llevar acabo esta búsqueda de la obra.
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