Por Marco Miranda
Algunos lectores tal vez recuerden a Grand Cru, la que fue, sin duda alguna, la tienda de vinos más lujosa de la ciudad de México, con todas sus cavas climatizadas. Siendo además importadores, fueron los responsables de traer a nuestro país los néctares de este productor chileno, vinos fáciles de tomar y con buena frutalidad en su gama joven, y con deliciosa complejidad en su gama Premium, Vinos de Martino.
Después de varios años de la ausencia ocasionada por la desaparición de Grand Cru en México, el importador Viñas Tulps, basado en Oaxaca, los hace presentes de nuevo. Y la oferta actual de De Martino es mejor aún, con más etiquetas y creaciones frescas, como los vinos naturales (los cuales explicaré más adelante). Esta bodega, fundada en 1934 por el inmigrante italiano Pietro de Martino en Chile, ha incursionado en la elaboración de vinos sustentables y su enólogo, Marcelo Retamal, fue parte de la lista de los 30 mejores enólogos del mundo en 2015, por parte de la prestigiada revista inglesa Decanter.
Retamal es el enólogo en jefe desde 1996. Junto con el equipo de la bodega, fue el responsable del lanzamiento del primer vino producido, etiquetado y exportado como Carmenère, una variedad prácticamente extinta en Francia. Durante muchos años, se creyó que era Merlot, hasta que un ampelógrafo francés la identificó como tal. La Carmenère es ahora la cepa insignia de Chile en los mercados internacionales.
Marcelo es un terroirista (¡no terrorista!), es decir, un estudioso metódico y apasionado del terroir. Más que un término francés, éste es un concepto enológico sobre el que se debate mucho, a tal grado que se organizan congresos internacionales para debatirlo y definirlo. Por ahora, sólo diré que es la combinación de clima, microclima, tipo de suelo, variedades de uva y el conocimiento humano sobre un terruño determinado, a lo largo del tiempo. Dentro de su amplio proyecto de terroir, De Martino ha llegado a vinificar uvas de más de 347 viñedos diferentes, con el fin de expresar directamente la tipicidad de cada variedad y de cada terroir.
Entre algunos de sus reconocimientos, Retamal en 2009 fue nombrado “Enólogo de la Década” por la Guía de Vinos de Chile, y en 2011 fue seleccionado por la revista La CAV como una de las 10 personalidades más influyentes de la industria vitivinícola chilena. Y en cuanto a sus vinos, su Single Vineyard Carmenère (un vino de viñedo único) fue elegido como el mejor vino de Chile durante dos años consecutivos por la Guía de Vinos de Chile.
En 2010, De Martino se convirtió en la primera bodega certificada Carbono Neutro en Sudamérica, por sus prácticas en los procesos de viticultura orgánica y enotecnia; su filosofía es mantener la sustentabilidad y el respeto al ambiente. A partir de ese año, se han enfocado en producir vinos gastronómicos, frescos y de alcohol moderado a través de cuatro prácticas:
- Eliminar las cosechas tardías, con el fin de evitar altos contenidos de alcohol y mantener buenos niveles de acidez.
- Usar sólo levaduras nativas, es decir, las que se encuentran naturalmente en el viñedo.
- No usar barricas nuevas.
- Utilizar fudres (recipientes de madera más grandes que la barrica usual, mínimo de 500 litros) para la crianza de los vinos de alta gama.
Durante la deleitable cena maridaje que nos fue ofrecida en el restaurante Raíz, en Polanco, catamos las líneas Legado, De Martino Series y Single Vineyard. Todos ellos son muy adecuados al gusto mexicano, por su enfoque hacia el aspecto frutal, facilidad de tomar y combinabilidad (por así decirlo) con preparaciones mexicanas.
De todos ellos, quiero destacar, muy especialmente, a una creación única: el Viejas Tinajas Cinsault 2014, un vino creado con base en técnicas milenarias: la fermentación y envejecimiento en vasijas de barro, una práctica de griegos y romanos, que fue recreada por los vinicultores chilenos desde sus inicios.
Creado y criado en ánforas de más de 100 años de edad en el Valle de Itata, al sur de Chile, ostenta la Denominación de Origen (DO) Secano Interior/ Coelemu (debo aclarar que el sistema de DOs, de inspiración europea, es reciente en Chile). Es un vino natural, es decir, para su elaboración sólo se utilizan fertilizantes, fungicidas y plaguicidas no sintéticos para el manejo de viñedo, y la fermentación sólo se efectúa con levaduras autóctonas, y el uso de anhídrido sulfuroso (SO2), un agente antioxidante y bactericida, es prácticamente nulo. De hecho, es el primer vino natural en el mundo elaborado con estos métodos. ¿Y el resultado para el aficionado?
Un vino de excepción, con aromas y sabores distintos, en varios sentidos, a la inmensa mayoría de los vinos del resto del mundo: al principio, despliega notas a carne roja fresca, hongos silvestres, cerezas rojas, frambuesas y arándanos, los que se intensifican luego de unos minutos de oxigenación. En boca, se presenta atrayente, de cuerpo medio, confirmando la frutalidad prometida en nariz y amalgamando en ésta la fuerza del alcohol, una suave tanicidad, y una acidez bien integrada con el conjunto, invitando a beber una segunda copa. Un esfuerzo enológico que merece mucho la pena buscar y adquirir. ¡Salud!
