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No, Enrique (los dos), no es un tema de percepción. No es seguro viajar por México.

por Carlos Dragonné

Por: Carlos Dragonné

Hace unos días platicando con un amigo que lleva muchos años fuera del país surgió la pregunta sobre los lugares a dónde ir y viajar por México sintiéndose seguros. Y entonces nos fuimos hacia un largo debate de la seguridad para turistas, de lo que ofrecemos a los viajeros que cruzan nuestras fronteras, de la experiencia de un viajero nuevo en México y hubo varios puntos que me dejaron con más incertidumbre que otra cosa.

Pero, tristemente, hubo también una sensación de desasosiego sobre la realidad enfrentada a los anuncios turísticos. Es hora de que levantemos la voz y exijamos que México vuelva a ser casa de todos y espacio de bienvenida, porque estamos fallando. Así que van una serie de preguntas sin acuse de recibo para quien se digne a responderlas en las instituciones de turismo de un país que cada día está más preocupado por el futuro y menos pendiente de lo que está pasando en el día a día.

Hay nuevos y hermosos comerciales sobre nuestro país bajo el lema Viajemos todos por México y da gusto ver que al fin hemos superado la visión de la cámara lenta que nos saturó por años en las campañas de la Secretaría de Turismo y el Consejo de Promoción Turística de México. Pero, va la primera pregunta que como viajero y promotor de este país tengo sin respuesta. ¿Cuándo fue la última vez que viajaron a, digamos, el sureste?

Viajar por México

Foto: Agencia EL UNIVERSAL/JMA

Pongo este como ejemplo porque en mi último viaje a Cancún tuve que esperar un largo rato en la carretera en lo que removían el cuerpo baleado de un taxista que fue acribillado a las 11 de la mañana a escaso medio kilómetro de un retén de la policía que, imagino, andaba ocupada bajando pasajeros de Uber para defender la corrupción y el sindicalismo de los taxis que pueden abusar del viajero conforme les plazca con el aval de un gobierno estatal más preocupado por seguir devastando el destino y ampliando su cartera de propiedades en el extranjero.

¿Vieron cuántos problemas en una sola frase? Empecemos por el obvio. No es una coincidencia que a Playa del Carmen se le conozca como Playa del Crimen y que sepamos en cada círculo social que diferentes cárteles del crimen organizado han llegado a establecer un gobierno de facto entre Cancún y Playa para ver quién se queda con el mejor lugar. ¿La policía? Rebasada o, peor aún, coludida. Basta de cerrar los ojos al hecho de que viajar por México es inseguro.

Una de mis molestias principales cuando viajo a Cancún es la transportación. En un recorrido de 15 minutos, dependiendo del humor que traigan, los taxistas pueden cobrarte entre 200 y 500 pesos bajo la argumentación de que es la única forma. Si uno pide un Uber, plataforma de transportación utilizada en todo el mundo -y sí, por la gran mayoría de turistas-, te arriesgas a que taxistas sindicalizados, apoyados por policías municipales y estatales te bajen del auto en el que vienes con lujo de violencia y te dejen a la mitad de la carretera o avenida, en un buen escenario. Basta de mirar hacia otro lado. Es hora de una regulación sobre servicios de transporte al turismo en todo el país que nos permita comenzar la experiencia del viajero de la mejor manera posible y con una sana competencia.

Y si uno se pone a revisar el tema, resulta que el Departamento de Estado de los Estados Unidos lanzó una Advertencia de Viaje porque ha habido casos -algunos más mediáticos que otros- de turistas norteamericanos intoxicados por alcohol adulterado en sus viajes. Y no, antes de que empecemos a hablar de la política de la derecha conservadora antimexicana, estas notas salen hasta en MSNBC, alertando a los norteamericanos a mejor escoger otro destino para sus vacaciones de primavera.

Entonces me digo que sólo estamos hablando de un destino. Tomo vuelo y me voy a Los Cabos, con la calma de saber que está cerca la mejor época del buceo y decido quedarme en San José del Cabo, ciudad que hoy parece pueblo fantasma, olvidado y abandonado por el turismo, a pesar de ser donde se encuentra el aeropuerto. Entonces, en medio de un delicioso café me comentan que los Concierge de Cabo San Lucas tiene prohibido mandar a turistas al pueblo, por un tema de seguridad, homicidios, robos y abusos en el destino. Viajar por México es, en serio, un problema.

¿En serio? ¿Estamos llegando a querer impulsar el turismo hotelero como si fueran fortalezas para que no pase nada? Empiezo a investigar más a profundidad y descubro que ha habido un aumento de la delincuencia y los homicidios dolosos en un destino que va por la vida presumiendo que es el lugar de descanso de George Clooney, Kim Kardashian, Paris Hilton y John Travolta. Y la presencia de las autoridades es, por decir lo menos, un mal chiste. Es así que llego a las estadísticas de CONAPO y SESNSP y descubro entre los diez municipios con mayor tasa de homicidios a Manzanillo, Acapulco, Zihuatanejo y Colima.

¿Dónde está la seguridad de nuestro país? Las afectaciones al turismo no son una teoría de la que se puede hablar como algo lejano. Suena muy bien en el discurso cuando se dice que se tiene que trabajar en la percepción de la inseguridad pero, ¿no sería mejor que se trabajara más en la seguridad en si misma? ¿Qué tan alejadas de la realidad viven las secretarías de turismo estatales cuando insisten en que este tipo de cosas no afectarán la llegada de viajeros? Sería bueno preguntarle a los cientos de turistas que vieron sus vuelos perdidos por los bloqueos de taxistas en Cancún que secuestraron el aeropuerto hace un mes para protestar por la llegada de Uber a un destino tan importante, ¿qué tan animados están de viajar por México de nuevo?

Este es un debate largo y lleno de opiniones distintas. He visto ir y venir agencias de publicidad y representantes de relaciones públicas que impulsan uno o varios destinos de la República; he visto Secretarios de Turismo armar enormes eventos para impulsar la gastronomía y los destinos donde «se vive México» de la mejor manera; estamos en medio de una carrera presidencial que va a despepitar en torno a logros y promesas. Y nadie se ha parado para decir: «Tenemos un severo problema de seguridad». Todos se quedan en el «Es más un asunto de percepción…». Y no, señores. No es un problema de percepción. Viajar por México está dejando de ser una aventura para ser un riesgo.

Entonces, regreso a la ciudad de México y prendo el noticiero. El titular dice «Las instalaciones del Servicio Médico Forense de Tijuana están rebasadas debido al incremento de homicidios en esa ciudad fronteriza. Los cuerpos ya no caben». Al terminar de decir esta frase lapidaria sobre lo que pasa en el país, mira a cámara y dice «Ahora, vamos a la información del clima». Y me sigo preguntando, ¿hasta cuándo? Basta de seguir callados. Exigimos un programa de atención a la seguridad pública para el turismo, aunque, como todas las exigencias sociales de este país, es otra más que no lleva acuse de recibo. Sigan, mientras, en su fantasía de que si sacamos un nuevo comercialito con la frase Viajemos todos por México y voces diciendo Te extrañamos en Acapulco se va a solucionar el asunto.

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