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Valparaíso: ciudad garabato, Patrimonio de la Humanidad

por Elsie Mendez Enriquez

Por Estela Lecea,

Después de dos meses buscando rincones en un continente del hemisferio sur, vine a parar a un país con forma de pluma. Este país está tan lejos de todo, que es el último lugar de este mundo y frente a el, sólo hay otro mundo que vuelve a empezar. Dentro de este país, esta un lugar que me abrazo llamado: Valparaiso, ciudad garabato, Patrimonio de la Humanidad.

Ahí encontré una casa con vistas a Asia, pinté un puerto delante de mi ventana y me mude con mi mochila a una cama que por fin tenía colchón. Ahora me levanto por la mañana para contar cuantos barcos tengo delante, los comparo y reconozco porque cada uno tiene su lugar en el agua. La ciudad por la noche es una cordillera de luces desordenadas, y por el día es una paleta de pintor en un cerro desgreñado.

Valparaíso: ciudad garabato, patrimonio de la humanidad

Valparaíso: ciudad garabato, patrimonio de la humanidad

Siempre me pierdo al bajar a la ciudad, es como hacer treking pero entre casas de hojalata. Cada calle tiene una puerta con 8 cerraduras y una terraza en el techo. Esta ciudad ha aguantado incendios y terremotos y todavía sigue tocando tambores que retumban en toda las ventanas, un sábado por la noche.

La gente de este lado del mundo me saluda por la calle cuando voy a comprar fruta, les es imposible cruzarse con alguien sin mirarse por un segundo a los ojos.

Estela Lecea, en el viñedo en el que trabaja

Estela Lecea, en el viñedo en el que trabaja

Vivo en una casa que se llama «Mirador del Poeta», porque es en este cerro donde pasó Pablo Neruda escribiendo toda su vida. No me extraña que escribiera aquí las letras que después volaron por todo el mundo, frente a este océano que no cabe en los mapas, desde el cerro Mariposa que da alas.

Valparaíso: ciudad garabato, patrimonio de la humanidad

Para llegar a mi trabajo, atravieso cada día un bosque en el que hay vacas y pan amasado. Cuando acaba el bosque empiezan las viñas, dibujadas perfectas sobre las colinas del valle de Casablanca. Es un valle que nos regala vinos que sólo pueden existir si crecen entre Los Andes y el Océano Pacífico, con un desierto al norte y unos glaciares al sur. Las viñas siguen verdes porque es verano y las uvas están gordas porque pronto empezaremos a vendimiar. Y es marzo, y son vendimias y tengo la sensación de que voy dando la vuelta al mundo persiguiendo el verano.

Valparaíso: ciudad garabato, patrimonio de la humanidad

Explico mi cuento en inglés a todos los que vienen a conocer esta película desde lejanos rincones del planeta. Y cuando les veo delante de mí me quedo pensando.. ¿Se estarán dando cuenta de que estamos en el fin del mundo? Creo que llegan a Chile atraídos por lo mismo que yo, a descubrir esta tierra arrinconada, como si estuviera ahí por casualidad, a este país largo y angosto, que esta a punto de caerse al infinito.

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