Un Brasil con Sabor a México – Un Bicentenario Carioca

Las cosas, sin duda, pasan siempre de la última manera en que esperamos y nunca como lo imaginamos. El 15 de septiembre se perfilaba como un día terrible, alejado de mi familia, mis amigos y con esta enorme nostalgia por México que, por primera vez en este viaje, me invadió con toda su fuerza durante todo el día y que, desde temprano, guió un poco mis pasos para levantarme –sorprendentemente fácil– bastante más temprano de lo normal, pues recorrí el mercado de Balneario Camboriú (así se llama el poblado de Brasil en el que vivo ahora) comprando ingredientes que me sirvieran para preparar platillos mexicanos.

Por la tarde, decidí dedicarme a celebrar a mi manera. Compre una cerveza mexicana que, aunque no es para nada mi favorita, pensé en ella como un buen inicio. Después a la hora de la comida les conté a todos mis amigos y conocidos que hoy se festejaba la independencia de México y que, además, este año era el festejo del Bicentenario. Estoy seguro que transmití lo que significa la fecha en el corazón de todos los que hemos nacido en México pues, además de que no dejaba de sonreír y de presumirles lo superior que es México en cuanto a lo culinario – siempre hago eso pero en este caso lo hacía con más ímpetu – y lo buena que son sus fiestas y tradiciones, les contaba que a pesar de que las varias incertidumbres por las que el país está pasando no era motivo de celebración, México es un país único lleno de costumbres, folklore y tradición que nos mantienen felices por encima de estas incertidumbres.

En el poco tiempo que llevo aquí me he dado cuenta lo importante que son nuestros antojitos. Creo que de todo es lo que más extraño. Claro que no me caería nada mal comerme algo muy elaborado como unos Chiles en Nogada o visitar el nuevo restaurante de la Maestra Martha  Ortiz Chapa, Dulce Patria, (por cierto… ¡Felicidades desde tierras cariocas!), pero es ahora cuando veo lo grandes que son esos platillos como los sopes, chalupas, tostadas, tlayudas, tlacoyos y demás. No hay que juzgarlos nunca, su simplicidad es, sin duda, parte importante de su encanto. Pero, lo mejor de todo es la universalidad de estos platillos pues son antojitos y preparaciones que son para todos. El sabor, la combinación de los ingredientes, el uso de salsas, quesos o elementos extras es una composición única que, después de la fortuna de haber viajado fuera de México en varias ocasiones, hoy es cuando más orgulloso estoy de esa comida mexicana tan mía.

Sope, cocina mexicana, gastronomia mexicana

Total que terminé preparando para los compañeros del restaurante en el que estoy trabajando, porque, obviamente, no me los iba a comer yo solo. Lamentablemente no hay tomates verdes en la zona donde vivo por lo que no pude hacer una tradicional salsa verde, pero sí una roja con los “chiles” que hay aquí que, tengo que decirlo, no tienen nada que ver con la deliciosa realidad que en México enfrentamos cuando miramos un mercado lleno de chiles serrano, jalapeño, ancho, de árbol, habanero y esa larga lista de opciones de sabores muy nacionales. Puedo contarles que todos los que comieron estos antojitos quedaron fascinados y, por si fuera poco, les preparé unos molletes con su respectiva y obligada salsa pico de gallo. No lo podían creer, estaban vueltos locos. Ya me imagino el día que haga chilaquiles, van a ponerme una estatua.

Después de una muy agradable comida, saliendo del trabajo los invite a que viéramos el desfile que se realizo en la ciudad de México debido al festejo. Afortunadamente, una cadena internacional de televisión, conciente de la importancia de esta fiesta, transmitió cada minuto de ella. Desde el desfile, hasta los conciertos, el levantamiento de “El Coloso” (cosa que me causo muchos problemas porque no dejaban de preguntar quién era), los fuegos artificiales y finalmente el grito. Por supuesto, con la diferencia de horario, eran ya las dos de la mañana cuando esto sucedió y para evitar que se durmieran o se aburrieran, y acorde a los festejos mexicanos, después de las cervezas, abrimos una botella de tequila que nos acompañó entre gritos de “Viva México”, vítores, festejos y nostalgia.

Balneario camboriu

Las cosas, sin duda, pasan siempre de la última manera en que esperamos y nunca como lo imaginamos. Lo que yo pensé que iba a ser un terrible 15 de septiembre término siendo una experiencia diferente sin lugar a duda, pero llena de alegría, sabor y tradición aún a miles de kilómetros de distancia de México. Pensaba que estaría triste y nostálgico en esta fecha, pero la realidad es que, independientemente de las consecuencias del desvelo y el tequila al día siguiente, me quedó claro que las tradiciones, el sabor, la fiesta y el amor por México lo llevamos por dentro y es tan grande que lo podemos compartir y contagiar en cualquier rincón del mundo. Y sí… sería mentira decir que no sentí un poco de celos cuando, navegando en las redes sociales, me encontré con fotografías de mis amigos en sus variadas y respectivas celebraciones del grito. Esas imágenes de fiesta, colores, luces, gritos y festejos hicieron que me invadiera por un momento la añoranza y, debo decirlo, un poco la envidia. Sin embargo, una sonrisa se me comenzó a dibujar en el rostro porque…  ¡hey!, adivinen la siguiente pregunta: ¿Donde creen que se celebra el carnaval más grande del mundo?

Desde Camboriú, con cariño,

Emmanuel Prieto