Por: Carlos Dragonné
Cuando era niño, repetía hasta el cansancio Michael Jackson: Moonwalker hasta que la cinta se desgastó y se volvió inservible. De la misma forma, recuerdo con nostalgia la farmacia de la calle donde vivía y la arcadia beat ‘em up de la misma cinta que, después, para extraño mareo de mis padres, llegaría a la consola Sega Genesis y que, como podrán imaginarlo, ocupó el número uno de la lista en las cartas a cuanta figura ficticia regaladora navideña se puedan imaginar.
Foto: Cortesía de Cirque du Soleil
Y es que la mística de Michael Jackson como el más grande artista de la música y el entretenimiento siempre ha estado presente. Vaya… tengo un Michael Jackson tatuado en el antebrazo derecho. Así que cuando surgió la oportunidad de asistir a una función de este espectáculo en el Mandalay Bay de Las Vegas, tras varios años de estar postergándolo, no dudé un solo segundo.
Entrar al One Theatre es una experiencia por si misma, con memorabilia del Rey del Pop a la llegada, como el emblemático traje blanco con rayas azules que utilizó para la grabación de Smooth Criminal, uno de sus más icónicos momentos y que llegó ahí para arrancar los festejos de lo que será la celebración del cumpleaños de Jackson el próximo 29 de agosto (si pueden, no se pierdan esa función), o el programa oficial del 30th Anniversary Celebration, uno de los mejores conciertos que me ha tocado ver (en la tele, porque conseguir boletos era más complicado que encontrar el Santo Grial) y en el que se reunieron, por primera vez en décadas, los Jackson Five en un escenario. Algún día, espero, alguien saque a la venta ese concierto en formato digital.
Foto: Cortesía de Cirque du Soleil
MJ One es, como únicamente podría serlo, una historia. Una narrativa fantástica sobre la vida de Michael Jackson encerrada en sus canciones pero, además, envuelta en las virtudes que se van consiguiendo a través de Jackson y que terminarán encontrando el camino hacia los cuatro personajes que se adentran en una batalla contra la omnipresencia de paparazzis y tabloides. A través de la guía del espíritu de Jackson, cada uno irá descubriendo lo que está dentro de ellos y que los llevará, de la mano de los héroes -con el característico traje y fedora- al encuentro hacia Neverland y la trascendencia que significa Jackson en cualquier parte del mundo.
Foto: Cortesía de Cirque du Soleil
Sin contarles mucho sobre la historia para que vayan descubriéndola ustedes mismos, es importante entender que los lentes, el sombrero, el guante y los zapatos y calcetines de Michael Jackson representan una especie de talismán que habrá de proveer a nuestros protagonistas de lo que necesitan. Imaginen El Mago de Oz, y lo faltante en cada uno de los compañeros de Dorothy y estarán más o menos cerca si les digo que alguien, de pronto, se los otorga para poder caminar el camino amarillo.
Foto: Cortesía de Cirque du Soleil
Así, las virtudes son encontradas en la forma de la fuerza, el equilibrio, la valentía y la gracia que eran el espíritu y alma de Michael, un Tour de Force, un Monstre Sacré -así lo llamó Gregory Peck-, que va más allá de lo que los buscadores del escándalo puedan decir en la búsqueda de sus propios minutos de fama. Esos mismos villanos que lo persiguieron toda su vida e, incluso, más allá de su muerte.
Foto: Cortesía de Cirque du Soleil
Nunca ha habido y nunca habrá nadie como Michael Jackson. Cambió la forma en que se entretiene, la música, la narrativa audiovisual y la trascendencia del artista para conectar con algo más allá de lo que podemos comprender: conectó con la historia.
Foto: Cortesía de Cirque du Soleil
El 25 de junio de 2009, caminando rumbo a una reunión de negocios, sonó mi celular. Una amiga, con la voz rota, me decía que CNN acababa de confirmar que Michael Jackson había muerto en su residencia en Los Ángeles. Me detuve en la esquina de Alejandro Dumas y Presidente Masaryk a tomar aire con las piernas flaqueando por lo que acababa de escuchar. Apenas unos días antes había confirmado la compra de boletos para dos conciertos de la gira This is It en la O2 Arena en Londres.
Foto: Cortesía de Cirque du Soleil
A partir de ese día, la leyenda pasaba a ser eterna. Mantener viva una leyenda no es tarea fácil. Requiere de un conocimiento importante de lo que estás queriendo trascender pero, sobretodo, requiere devoción y respeto por la figura que mantienes viva. Quizá es por esa devoción y por ese respeto que encontraremos -los fanáticos de Jackson- un homenaje incluso a Jennifer Batten, la guitarrista que lo acompañó durante años. Uno puede intentar mantener viva la leyenda en casa, en el día a día, con los recuerdos que nos marcaron y los ídolos de antaño que definieron los pasos que nos llevaron a donde estamos.
Pero se requiere algo grande para rendir homenaje al más grande. Se requiere que esa grandeza pueda ser vista por todos cuantos lo necesiten. Porque no sólo se trata de escuchar las canciones, sino de vivirlas. Desde Beat It y Leave me Alone hasta Love Never Felt So Good y Man in the Mirror, las emociones van transcurriendo por el escenario y la espectacularidad y estética que caracterizan a Cirque du Soleil.
Foto: Cortesía de Cirque du Soleil
Por años Jamie King y la empresa trabajaron en un concepto creativo que pudiera hacerle justicia a Michael. Y, de pronto, se dieron cuenta que lo que Jackson creó es suficiente para lograr trascendencia. Por eso, cada noche, en el ONE Theatre del Mandalay Bay el telón sirve como una puerta hacia Neverland y, al apagarse las luces, el espectáculo nos pone, una vez más, frente a quien jamás volverá a suceder. Bienvenidos a Michael Jackson ONE by Cirque du Soleil.
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