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De sabores de boca para cocinar juntos

por Sabores de México

Por: Carlos Dragonné @carlosdragonne

“La cocina mexicana”, “México y su gastronomía”, “Nuestra herencia culinaria”, “una experiencia de ingredientes únicos”… estas frases y una infinita combinación de palabras las hemos usado muchas veces en Los Sabores de México como elemento de nuestros artículos, y como parte de lo que nos dirige a seguir buscando en nuestra cocina lo que nos identifica y nos hace uno de los líderes a nivel mundial en cuanto a la importancia de nuestra industria alimentaria. Pero México es más que esos sabores y esa cocina y, a la vez, es solamente eso, esos sabores que nos definen. Porque la cocina nos trae recuerdos y nos alimenta el alma, y los sabores, muchas veces, son una analogía de las experiencias que vivimos, así como las experiencias nos dejan lo que, como dice el clásico, un buen o un mal “sabor de boca”. Es momento de contarles una experiencia de sabores cambiantes. Y no… hoy no toca hablar de ningún platillo, restaurante o cocinero.

Guerrero, Oaxaca, Colima, Sinaloa, Michoacán, Tamaulipas, Veracruz, Campeche y otros estados de la República están en emergencia debido a los estragos dejados por la combinación de tormentas que se vivió el pasado 16 de septiembre. Como saben, quienes hacemos Los Sabores de México, nos dedicamos también a otras cosas y otras profesiones. Pero siempre en el ánimo de estar pendiente de lo que podemos hacer para dejar algo trascendente y que le devuelva a México algo de lo mucho que hace por nosotros día con día –al final, compartir, difundir, proteger y rescatar recetas e ingredientes tradicionales es la inspiración ideológica de este blog y, por tanto, la meta que queremos dejar-, me uní a un dispositivo de apoyo a damnificados en segunda etapa de emergencia que nos llevó a Chilpancingo a instalar algo que, a primera vista, parecería absurdo pero que, tras dos semanas del desastre y con el ejército mexicano desplegado en uno de esos operativos que sólo hace que la admiración y el respeto por quienes visten el verde olivo aumenten exponencialmente, llegamos al principal albergue de la capital guerrerense a instalar una lavandería con 10 centros de lavado para quienes ahí están viviendo debido a la emergencia y, asimismo, para aquellos de los albergues aledaños.

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“¿Una lavandería?”, se podrían preguntar, sabiendo que hay una serie de necesidades alimenticias y hasta de reconstrucción de comunidades que cumplir. Sí… una lavandería. La empresa P&G México en una alianza con LG México, armaron un dispositivo consistente en 10 lavadoras y 10 secadoras de alto rendimiento LG que, además, cumplen con las especificaciones de ahorro de energía que necesitábamos y con ciclos de lavado y secado de sanitización especialmente útil en esta situación. Porque la higiene personal y la limpieza de las ropas, cobertores y cobijas se convierte en una necesidad primordial que permite prevenir enfermedades, infecciones y hasta plagas entre quienes, por necesidad, viven o sobreviven en condiciones en extremo complicadas. Y sí… el sabor de boca que nos deja llegar y descubrir estas carencias es terrible. Guerrero está roto. No hay otra manera de exponerlo. Las historias que se escuchan son desgarradoras, desde las familias partidas por la tormenta hasta comunidades enteras que los grandes noticieros desconocen porque, simplemente, nunca aparecieron en el mapa y hoy ya ni siquiera existen en la montaña, enterradas bajo toneladas de tierra y lodo. La gente a la que hemos atendido en estos días perdió en segundos lo que nosotros damos por sentado. Y sí… son cosas que se nos han dicho hasta el cansancio. Incluso me atrevo a decir que se ha convertido esta última frase en un “lugar común” para mencionar las tragedias de cualquier tipo. Pero también es porque no hay otra forma de decirlo.

En medio de este operativo vivimos experiencias que cambiaron nuestro sabor de boca conforme avanzaron los días. La gente nos demostró que esta necesidad ya se había convertido en primaria con la forma de agradecer lo hecho a corazón abierto y con acciones que terminaron por convencernos de que nuestras decisiones se tomaron de la manera correcta. Y muchas de estas personas nos agradecieron de una forma que me hace escribirles esto aquí, precisamente. Además de palabras y lágrimas –que todos soltamos en los últimos siete días-, hubo quienes se acercaron a nosotros con platillos regionales, pedazos de pan, frutas endémicas y tamales que se esforzaban en hacer en un anafre al fondo del albergue o, incluso, en sus comunidades quienes a media semana pudieron regresar, para mostrarnos su agradecimiento por el apoyo recibido. Probamos un pozole guerrerense que nos supo mejor que cualquier otro que pudiéramos haber aspirado a comer en el mejor restaurante del mundo, pues estaba aderezado con el amor de una familia que recogió 4 costales de ropa unas horas antes… nos embelesamos con unos tamales de manteca enviados desde una comunidad a la que parte de nuestro equipo se fue por la mañana para prestar ayuda… probamos un mole rojo hecho para nosotros en la cafetería del albergue –un centro deportivo habilitado para tal fin- que no abría en sábado y que sólo se abrió para que pudiéramos comer nosotros y que, cuando pedimos que no lo hiciera para que pudiera descansar, la encargada nos contestó tajante “apuesto a que si alguien les hubiera dicho que ‘no se molestaran en venir’ no le hubieran hecho caso. Por eso no les hago caso de eso a ustedes’.

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Y es que la comida une a la gente como pocas cosas en el mundo porque, como cualquier cocinero podrá decirles, cocinar para los demás es un acto de amor que se ha extendido desde que la humanidad existe. Cocinamos para los demás para asegurar su desarrollo y su supervivencia, para conquistar sus paladares y convencer sus corazones (¿o será al revés?). Cocinamos para comunicar nuestras emociones y dibujar en un plato nuestras aspiraciones, pero también para acomodarnos en los recuerdos que se esconden y que nos reciben en un abrazo de confort y seguridad según el plato y nuestra historia. Cocinamos para sentirnos bien y, sobretodo, para hacer que otros se sientan mejor.

Por eso es que hoy, más allá de contarles lo que vimos y las necesidades de incontables comunidades de Guerrero, hoy vamos a actuar, porque es hora de que cocinemos para que otros se sientan mejor. Creemos que no es hora de hacer eventos políticos y turísticos para Acapulco, sino de realizar eventos en todo el país para recuperar no sólo Guerrero, sino todos los estados que fueron afectados por estas tormentas. Es hora de que como industria gastronómica nos demostremos que somos capaces de algo más que de premios y ceremonias para reconocer a los amigos. Es momento de hacer a un lado las relaciones públicas y comenzar a construir las relaciones sociales. Aprendamos de otros grandes como Jean Georges Vongerichten, Gastón Acurio, Jamie Oliver, Heston Blumenthal, Michael Smith, Iwao Komiyama y Masa Takayama. Repliquemos entre todos los esfuerzos aislados de cocineros nuestros que andan buscando siempre una forma de dejar huella en México más allá de altas cuentas en sus restaurantes.

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En Sabores de México estamos hoy lanzando, oficialmente, una convocatoria para cocineros, restauranteros y hoteleros que estén dispuestos a impulsar Cocinemos Para Ellos, una iniciativa que realizará 10 cenas a beneficio de los damnificados de las lluvias y que canalizaremos a través de las delegaciones de Cruz Roja Mexicana, quienes organizados como sociedad civil están haciendo el trabajo sin involucrar decisiones políticas y de la mano del ejército y las comunidades mismas. Es hora de prender las estufas, afilar los cuchillos y saltear los ingredientes sin otro objetivo que el de devolver algo a los estados que, con sus ingredientes, sus recetas, sus tradiciones y sus cocineros, construyeron el proyecto del que hoy nos jactamos en cada esquina, en cada mesa y en cada fogón: nuestra gastronomía como Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad.

Así que, creo que sólo queda una pregunta por hacerles… ¿quién se va a subir a este barco para cambiarle el sabor de boca a tantos que, en medio de la desgracia, nos cambiaron el nuestro en tan sólo unos días?

Para informes escribe a contacto@lossaboredemexico.com

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3 comentarios

Adriana Vizcaíno 10 de octubre de 2013 - 08:51

Cuenten conmigo!!! se me enchinó la piel al leer…

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Daniela Guillén 11 de octubre de 2013 - 20:49

Interesante la propuesta de cocinar juntos, ofrezco mi espacio en el programa Con Alma Chirunda para la difusión de la misma.

Responder
Daniela Guillén 11 de octubre de 2013 - 20:55

Hola, soy de Guerrero vivo en la ciudad de México, soy conductora de un programa en TV por intenet que se transmite por http://www.aginformacion.com cada lunes en vivo a las 6:00 pm, el nombre de mi espacio se llama «Con Alma Chirunda», entrevisto y converso con personajes con impacto en nuestra cultura popular.

Espacio que ofrezco para promover la propuesta que están realizando, aún que no me queda clara la misma, ni la colaboración o participación que se solicita. Además que soy cocinera (también puedo apoyar con ello) las 10 cenas se rifaran, se recabarán fondos por cada evento? no me es muy claro, reitero mi disposición para sumarme al apoyo que requieren los estados afectados d nuestro querido méxico.
Saludos

Atte,
Daniela Guillén

PD la dirección electrónica que se indica para informes devuelve los mensajes.

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